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ANTONIO

Entré a aquel antro donde jamás había estado. Juan me llevaba a conocer lugares nuevos siempre, pero odiaba cuando me alejaba en busca de algún cliente. Siempre era lo mismo, pero me perdonaba luego de que le invitara un almuerzo y le pidiera disculpas. Con Juan las cosas siempre eran fáciles. Era mi único amigo después de todo ¿Qué haría si se enojaba?
Cuando vislumbré al rubio a lo lejos con un vaso de cerveza en la mano, me acerqué con una sonrisa en los labios. Me gustaba verlo, era divertido estar con él.
— ¡Por fin llegas, Tony! —sonrió y sus brackets brillaron. Le di un abrazo y miré a la camarera.
—Linda, un Cosmopolitan —le pedí mi trago preferido y le mostré mi identificación, obviamente falsa, ella me atendió aunque la duda brillaba en sus ojos.
—Oye... ¿Cómo has estado? Tienes ojeras... —notó mi amigo, y agradecí que el maquillaje hiciera pasar los moretones como ojeras, porque después de la paliza que me había propinado el marido de mi madre, no sabía cómo iba a trabajar.
—Sí, no he dormido bien, ya sabes...gajes del oficio —sonreí haciendo un chiste, pero no, a Juan no le gustaban esos chistes. Odiaba mi trabajo...y yo también.
Continuamos charlando amenamente de la escuela sobre todo, extrañaba estar ahí, y Juan me contaba cómo iban las cosas, los profesores, los alumnos y todas aquellas cosas que me perdía. De pronto, un poco aburrido en un punto de la charla, miré hacia el costado y lo vi mirándome fijamente. Como asombrado.
¿Acaso aquel tipo me conocía de algún lado? Solo le sonreí con algo de incomodidad, podía notar que aun no se daba cuenta de que estaba devolviéndole la mirada.
—Lo siento, Juan —me disculpé sin dejar de mirar al tipo de cabello castaño oscuro—. Tengo trabajo.
Y me alejé, sin oír su sonido de molestia o los reproches de la noche. Comencé a acercarme al tipo y cuando llegué me apoyé en l barra a lado de él. Tenía la piel bronceada y bonita y unos ojos verdes que partían el mundo. Era súper guapo, alto y tenía un cuerpazo.
—Hola —lo saludé—. ¿Te conozco?
—Lo dudo mucho, jamás te había visto —respondió con la voz grave y calma mientras se bebía un whiskey en las rocas.
—Soy Lester —le dije, introduciéndome, sin realmente introducirme. El tipo me miro con una ceja alzada.
—Esa es un nombre para una mascota, ¿Cuál es tu nombre? —y me reí.
—No hay nombre —le avisé y entonces volví a la carga—. ¿Cómo te llamas tú?
—Soy Junior, Junior Castro —y pude notar el nerviosismo en su voz.
— ¿Y estas aquí solo, Junior Castro? —le pregunté con voz sugerente.
—No, no, mi hermanito menor y mi socio están afuera...
—Supongo que te botaron por lo aburrido que estas —y parpadeé rápidamente con encanto. Él me miró enfurruñado e hizo un sonido con la lengua.
—No es así, mi hermano se sentía mal y mi socio lo acompañó a tomar aire.
— ¿Te has dejado engañar por eso? —le pregunté riéndome en su cara, pero sin ser irrespetuoso.
— ¿A qué te refieres? —me preguntó frunciendo el ceño, confundido.
—Te apuesto a que están besándose ahí afuera y tu como tonto creyendo que se siente mal —le avisé. Por supuesto que sabía ese movimiento, lo había hecho miles de veces.
—No seas idiota, ellos no son... —y entonces pude ver como se quedaba callado y pensaba. ¿Acaso yo le había hecho dudar de la sexualidad de su amigo y su hermano? Comencé a reírme—. No es gracioso —me avisó, pero no pude parar.
— ¡Claro que lo es! —y me tapé la boca despacio. Hacía mucho no me reía y eso me sentaba demasiado bien.
— ¿Cuántos años tienes? —preguntó de pronto y yo enmudecí.
— ¿Tu cuantos tienes? —contraataqué.
—Veintiséis —respondió. Genial, estaba en la edad.
—Yo tengo diecinueve —mentí como un profesional.
Me quedé charlando con Junior durante un poco más de una hora, cuando de pronto se acercaron dos chicos. Un moreno y un castaño, con el cabello planchado.
—Uhm...Lester, ellos son Camilo y David —me avisó y yo los saludé sin dejar de mirar al tal David.
—Hola —me sonrió él con dulzura. Dios, ese chico...se me hacía tan conocido. Y entonces pude notar como Camilo agarraba a David de la cadera mientras hablaba con Junior luego de saludarme. Al final seguro yo tenía razón. Esos dos tenían algo y Junior ni se enteraba.
—Disculpa, te me haces conocido —le dije al tal David y él me miró con los ojos inocentes.
—Quizás del instituto.
— ¿Vas aun al instituto? —pregunté. Oh mierda.
—Si...tengo diecisiete —mi edad...el maldito hermano de mi presa, tenía mi edad.
—Oh... —sonreí incomodo y entonces Junior, un poco ebrio, me apretó la mano y me susurró en el oído.
— ¿Quieres irte de aquí? —preguntó sin rodeos. Perfecto, mi oportunidad.

Placer Culposo (Gay/Yaoi)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora