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CAMILO

Miré al hermoso muchacho que estaba frente mío. El único niño con el que había tenido compasión o respeto...o cariño. Me volteé y me miré al espejo.

Allí estaba de nuevo ese ser tan despreciable. Esa basura que lo único que hacía era hacer sufrir a los demás, hacer daño, romper todo lo que tocaba. Mi reflejo.

-Camilo... ¿estás bien? -sus ojos del color de la miel más dulce, tan sinceros, se enfocaron en mi con una mirada preocupada.

Me quedé callado durante un largo rato mirando pausadamente el espejo y luego a él. Comparando las almas. Él...un ángel, puro, dulce...creció bien, en un lugar con lujos, una familia amorosa, amigos buenos, dinero...y luego yo, un matón de primera, lleno de odio y rencor contra todos, frió, sin amigos más que Junior, sin familia, sin hogar. Vació.

Tomé su mano delicada y la puse en mi pecho a la altura de mi corazón. David se quedó mirándome durante un rato.


- ¿Lo escuchas? Porque aun lo tengo ahí... -mi corazón bombeó más fuerte bajo el toque de David-. Cada vez que me miras, que te preocupas por si estoy bien, que sonríes y hasta me defiendes de mi mismo, se dispara a mil por hora. Nadie lo pone así -lo miré preocupado, nervioso y lleno de vergüenza-. Nunca había sentido...tantas...cosas...por una persona. Nadie me había cuidado tanto, nadie me trató jamás bien...nadie me había dicho nunca que me quería -el corazón se me disparó una vez más-. Y luego llegas tú, disfrazado de un chico, pero a mí no me engañas David...eres un ángel ¿verdad? El más hermoso de todos si me permites decirlo...porque una persona tan...increíble como tú no puede ser humano...alguien que sabe amar y dar todo por un pedazo de basura como lo soy yo definitivamente no es humano -sus ojos relampaguearon tratando de no soltar lágrimas, pero sus pestañas rubias algo empapadas lo delataban-. Siempre estuve solo, no me hacía falta nadie más que yo...y entonces vienes y me dices que me quieres a mí, que me cuidas, que no me dejaras y que estás conmigo... ¿a mí? -subí mi mano áspera y acaricie su mejilla de porcelana. Abrió un poco la boca estando sorprendido-. Te amo -las palabras empolvadas que jamás había dicho, salieron de mis labios para él y solo para él. Me sentí ridículo y estúpido pero contento de que supiera lo que sentía.

David me sonrió con ese ángel que tenia siempre y se acerco más a mí.

- ¿Puedo abrazarte? -preguntó algo cohibido.

-Por supuesto que sí -se echó a mis brazos y me sentí cálido. Sentía cómo mi corazón muerto latía mil veces golpeando furioso contra mi pecho y lo tenía a él pegado a mi cuerpo, sonriendo y lo quería.

-Te amo más que a nada, Camilo-me beso suavemente la mejilla.

Sonreí como idiota y acaricie su rostro de muñeco.
Después de todo...todo lo que necesitas, es AMOR.

DAVID

Camilo solía ser un chico bastante inestable, siempre estaba o muy bien o muy mal, jamás en equilibrio o algo parecido. Él lo quería todo o no quería nada. Con Camilo todos eran extremos. Y luego lo conocí yo. Me acerqué a él buscando más que solo un beso, más que solo una noche y de pronto, con el tiempo al pasar, noté como él comenzaba a tratarme diferente. Aunque Camilo quería o blanco o negro, si yo le pedía gris, él podía aceptarlo. Y me sonreía, como si estuviera satisfecho. Y me besaba como si no hubiera otros labios.

No me gustaba mentirle a mi mamá que iría a casa de Pedro a dormir, pero debía hacerlo si quería pasar tiempo con Camilo. Él siempre estaba trabajando y desde que mi hermano había salido en un viaje de negocios a Doncaster, mi novio debía encargarse de todo.

Me gustaba ir a verlo a la oficina porque veía como trabajaba, con los anteojos puestos y esa cara de seriedad. Aunque claro, tenía detalles como lo que me había dicho recién, como si todo se le hubiera caído encima de golpe y solo necesitase de mí.

- ¿Me llevaras a almorzar? -le pregunté mientras me sentaba en su escritorio con las piernas abiertas. Sabía que lo volvía loco tenerme en esa posición porque cuando lo hacíamos escondidos o contra la pared, me pedía que abriera mis piernas. El rostro de Camilo se contrajo y sonrió de lado parándose de su sillón de vicepresidente de la compañía y poniéndose delante de mí entre mis piernas.

Placer Culposo (Gay/Yaoi)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora