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 ANTONIO

Podía sentir una brisa leve entrar por la ventana, también se colaba la luz tranquila y cálida del sol. Me sentía descansado, sin embargo temía abrir los ojos y enfrentarme de nuevo a la realidad.
Me moví con modorra en la cama de dos plazas, sintiendo a mi lado el vacío que la noche anterior había dejado. Sintiendo el calor de Junior que el día nuevo había robado. Finalmente abrí mis ojos y vislumbré el cuarto solitario, pero tenía otro matiz. Todo iluminado, todo ordenado. La botella de champagne sin abrir, condones en la mesita de luz sin usar.

La diferencia entre despertar enredado en sabanas con olor a sudor y sexo en un motel barato con motas de polvo, y despertar en un hotel lujoso, con aroma a jazmines y aire limpio entrando por el gran ventanal abierto de par en par. Era una gran diferencia. Me sentía limpio.
Aspiré una gran bocanada de aire y estiré el cuerpo sonriendo cuando sentí un papel rozarme la muñeca, cerca de la almohada del lado del contrario de la cama. Me apoyé en mi codo despacio y tomé el pequeño papel rectangular de color celeste, abriéndolo y encontrándome con una grata sorpresa. Una prolijisima letra de carta se dibujaba en un par de palabras cortas:
''Piensa sobre la propuesta. Cuídate. J''. Y debajo con números pequeños, su número de celular. Sonreí y me tiré de nuevo en la cama, hundido en las suaves sabanas.
¿Una diferencia más? Probablemente terminaría llamándolo.

JUNIOR

Cuando llegué a mi casa, mi esposa aun dormía. ¿Qué se supone que le diría? ''Hey, Mary, perdón por no llegar anoche, estuve en un hotel con una especie de prostituto, si es que eso existe, pero no me lo follé ¿he? Solo para que lo sepas''. Claro. Magnífica idea.

— ¿Junior? ¿Dónde estabas anoche? —de pronto ella irrumpió mis pensamientos con su bata rosa pálido y el cabello un desastre. Ver a Mary por las mañanas no era súper agradable. Y verla dormir...Dios...su rostro se ponía grasoso y los ojos se le pegoteaban. Pero bueno, era mi mujer, debía aceptarlo. Aunque ver a Antonio dormir, era totalmente distinto.

Cuando me había despertado muy temprano en la mañana, el rostro angelical y pacifico del niño descansaba con total tranquilidad. Sus labios rosados y brillantes, su nariz casi perfecta y sus pestañas largas y voluminosas, unidas cerrando sus ojos.

Hacía demasiado tiempo que no sentía tanta paz a lado de una persona. Le dejé mi número y esperé a que llamara, pero no lo hizo. Me sentía extraño, demasiado extraño, ¿realmente le pagaría siete mil euros a un chico de la edad de mi hermano, para no hacer nada? Simplemente me había surgido. Me había nacido esa necesidad de cuidarlo, de sacarlo de esa mierda.

Mi celular sonó de golpe cuando estacioné el auto en el garaje del trabajo ya tendí sin mirar el remitente, pero por supuesto era mi hermanito. Siempre se preocupaba luego de una noche de descontrol y más aún porque yo no lo llamaba al otro día.

—Hola, David —dije en un tono alegre mientras me acomodaba el saco del traje y cerraba mi auto.
— ¿Dónde estabas anoche, Junior? Te llamé y no contestabas, tenía miedo —respondió en un tono de gatito asustadizo. Así era mi hermanito.

—Lo siento, estaba algo ocupado, nene, no lo volveré a hacer —prometí—. Pero al menos no estuviste solo ¿verdad? ¿Camilo se quedó contigo? —Y el silencio sepulcral reinó detrás de la línea—. ¿David?
—Si...fue muy amable en hacerme compañía... —y casi pude percibir una sonrisa de su parte, pero era algo difícil de descifrar.
— ¿David, estas ocultándome algo? —pregunté sospechando mientras abría la puerta de mi trabajo y notando que Camilo no estaba—. ¿Dónde está Camilo?


DAVID

Ay dios... ¿y ahora que se suponía que debía decir? No podía contarle a mi hermano...los roces que solíamos tener con su mejor amigo. Me iba a odiar...o lo iba a odiar a él...y yo no quería eso.
Sentí unos brazos musculosos rodear mi cintura y unos labios carnosos besar mi cuello sensualmente, y entonces la mente se me voló por un momento.

— ¡David! ¿Estas siquiera escuchándome? —oí la voz molesta de mi hermano mayor y Camilo sonrió detrás mío. Se le había hecho tarde para el trabajo y no era la primera vez que le sucedía. Camilo solía quedarse conmigo los días que a Junior se le daba por beber hasta desfallecer. Decía que no tenía problema con ello ya que era una buena excusa para mentirle a Junior que me llevaría a mi casa cuando en verdad nos quedábamos en su departamento toda la noche, a veces hablábamos, otras mirábamos películas, pero casi siempre hacíamos el amor en cualquier lugar. Eso le encantaba a Camilo.

—Sí, aquí estoy, lo siento...me distraje —Junior rió divertido y sentí a Camilo agarrarme del cuerpo por atrás mientras metía una de sus manos en mis pantalones, acariciándome. Cerré mis ojos concentrado en no hacer ningún ruido fuera de lo normal fuera de mis labios.

Placer Culposo (Gay/Yaoi)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora