4.

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JUNIOR

Miré la hora en el reloj. Eran las nueve en punto de la noche, ya debíamos salir del trabajo y estaba algo ansioso. Haríamos lo mismo de siempre, seguro, iríamos al bar de siempre. Con mi amigo de siempre. Beberíamos lo de siempre. Pero estaría ahí. Él estaría ahí, Antonio. Y me lo llevaría por una jodida semana. Una semana lejos de mi ciudad, lejos de mi madre y de mi hermano, lejos de mi trabajo, de mi mejor amigo, y sobre todo...lejos de la cansina rutina que me había impuesto la vida con respecto a mi esposa. Estaría lejos de Mary durante siete días completos. Y nada me hacía más jodidamente feliz. ¿En qué momento mi vida sentimental había llegado a esto? ¿Por qué ya no podíamos hacer el amor y sentir algo de placer? ¿Por qué ya no hablábamos? ¿Por qué ya no la quería? Y la pregunta del millón... ¿desde cuándo me sentía tan cansado?

Camilo arrancó el auto esta vez. Lo dejé conducir por cordialidad y entonces comenzamos a hablar de estupideces sin mucho sentido. Nos reíamos a carcajadas y le comenté de mi viaje de relax. Por supuesto no le dije ni a donde iba ni con quien, pero Camilo no parecía demasiado interesado tampoco.

— ¿Qué te parece si vamos un bar distinto hoy? —me ofreció mi amigo y yo alcé una ceja.
— ¿Distinto cómo? —pregunté aun confundido.
—Un bar para adultos.
— ¿Quieres ir a un cabaret? —exclamé y me reí por lo bajo. Camilo me golpeó con fuerza el brazo y yo me lo sobé sin dejar de reír.
— ¿Cuál es el problema? Es tu ultimo día en la ciudad antes de tus vacaciones ''súper secretas'', Mary no se va a enterar ¿no? —y de pronto supe que lo que me nos me interesaba, era si ella se enteraba.
—Bah, como sea, vamos —dije aceptando, pero rápidamente recordé que Antonio me esperaría en el Pich, así que le mandé a escondidas diciéndole que no iría allí, pero que pasaría por él de todas formas.
— ¿Has visto a David? —preguntó de golpe y noté como sus manos se tensaban y como lucia nervioso. Estreché mis ojos mirándolo fijo, pero le resté importancia al asunto.
—No, no he ido a casa de mamá en estos días —admití volviendo a vista hacia afuera mientras aparcábamos el coche y un letrero de neón rosa brillaba en lo alto con el nombre de ''Picasso''.
Entramos caminando lento, yo estaba con algo de miedo, no es que no me gustaran las mujeres, me encantaban, pero verlas bailándome alrededor me daba algo de asco. Camilo se veía incómodo y no supe el porqué. Siempre había sido desenvuelto con las mujeres y terminaba llevándose a una a la cama, pero esa noche lo veía distraído, como si no quisiera ver a las chicas.

Pedimos una mesa y una camarera de cabello oscuro nos atendió. Ella se veía totalmente distinta a las otras chicas del bar, a pesar de traer medias de red negras, tacones aguja transparentes y ropa altamente provocativa, tenía un rostro dulce. Luego de un rato de ir y venir, y mi amigo y yo como idiotas sin siquiera mirar alrededor, nos enteramos que la muchacha esa se llamaba Ligths.


A Camilo se le acercó una preciosa bailarina, piernas largas y morenas y el cabello negro hasta la cadera. Tenía ojos verdes y unas curvas jodidamente infartantes, sin embargo Camilo ni siquiera intentaba tocarla, la miraba poco y nada, hasta que luego la alejó excusándose y se puso de pie yendo hacia afuera. Yo me levanté de mi silla de golpe y cuando planeaba seguirlo sentí una mano agarrando la mía.
Me volteé con rapidez y en medio de las luces psicodélicas, azules, verdes, rojas y violetas, vi un rostro aniñado. Una sonrisa dulce y unos dientes perfectos brillando en la oscuridad. Sus ojos verdes resplandecieron por un momento y dejé de intentar seguir a Camilo.
Que se jodiera, podía arreglárselas solo.
—Hola —me saludó con ternura. Se veía completamente distinto al chico que había conocido aquella noche en el Pich.
—Hola —sonreí respondiendo mientras él soltaba mi mano y me miraba.
— ¿Qué haces aquí? —preguntó curioso y yo a punto de responderle, me pregunté lo mismo.
— ¿Qué haces tú aquí? —El sonrojo se apoderó de sus mejillas y entonces bajó la mirada—. No me digas que haces bailes, por favor —rogué medio en broma, medio en serio. Él levantó la vista y sonrió tranquilizándome.
—No, no, solo he venido a ver a una amiga —respondió con sinceridad.

Agarré a Antonio del brazo con algo de rudeza sin darme cuenta, pero de pronto había recordado a Camilo afuera y no quería perder de vista ninguno de los dos. Salimos a las apuradas entre quejidos del de pelo castaño y sin mis respuestas.
Camilo estaba en una esquina del bar, hablando por teléfono, así que me acerqué con sigilo sin hacer nada de ruido y oí la conversación entrecortada.
—...en serio no he hecho nada, necesito verte ahora...no...si...también te amo... —Camilo suspiró con pesadez y mi confusión aumentó. ¿Camilo estaba de novio y yo no lo sabía? —. Te prometo que tendremos nuestras pequeñas vacaciones también, pequeño...
— ¿Pequeño? —dije detrás de Camilo y este se volteó cortando la llamada. Sus ojos aterrados me miraron y Antonio simplemente se quedó allí sin decir nada. Estaba perdidisimo.
—Mierda... ¿Qué más oíste?
— ¿Me estas ocultando algo, Camilo? —pregunté con obviedad.
—No es lo que crees —murmuró asustado y sentí la mano de Harry apretar mi brazo.
—Dijiste pequeño, le dijiste te amo, que necesitabas verlo...y que saldrían de vacaciones...a un hombre —murmuré despacio y entonces vi como Camilo relajaba los músculos y soltaba un suspiro como aliviado.
—Sí, es un chico —sonrió—. Y lo amo —Camilo sonrió con dulzura y yo me quedé en shock. Simplemente no podía creer lo que acababa de oír.
— ¿C-como se llama? —pregunté y Camilo no respondió.
—Creo que eso no es importante ahora, deberías dejar que él te lo contase cuando esté listo... —la pequeña voz calmada de Antonio interrumpió la situación y yo me quedé mirando sus ojos verdes un momento. Asentí una vez dándole la razón y entonces dejé el tema de lado.
—Lo siento, pero debo irme, hermano —dijo Camilo y le revolvió el cabello al ojiverde en modo de saludo—. No puedo estar aquí —y supe que realmente debía querer mucho a ese chico con el que estaba como para renunciar a un club de nudistas.
—Saludos a mi futuro cuñado —bromeé, pero Camilo solo se rió incómodo.

ANTONIO

Placer Culposo (Gay/Yaoi)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora