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CAMILO

La noche dejaba caer su velo negro hasta el suelo, dejando pasar solo algunas estrellas por pequeños agujeros inexistentes y uno más grande, dejando ver la hermosa luna.

Mis manos estaban frías y quizás esa era la razón por la cual me dolían las palmas cuando me agarraba de los tubos de agua y ventilación y las ramas que daban para la ventana de David, yendo en su búsqueda a escondidas, como dos amantes fugitivos.


Sonreí de lado al pasar por el cuarto de Junior, viéndolo con el niño de cabello alborotado, acostados, abrazados casi asfixiantemente y profundamente dormidos.

Llegué a la ventana de mi novio un poco más lento de lo que acostumbraba a llegar, y grande fue mi sorpresa al darme cuenta de que David no estaba allí en su cama. Como siempre, el seguro de las rejas era fácil de violar, y más si eras el gran Camilo Cortez...y tuvieras una lima de uñas en el bolsillo.

Entré despacio sin hacer ruido y comencé a buscarlo por doquier, gritando su nombre en susurros inaudibles.

—Dav... —lo llamé mientras intentaba mirar en la oscuridad—. David —probé de nuevo, pero al momento sentí unas manitos apoyadas en mi estomago, agarrándome por la espalda.

—Volviste —murmuró y sentí su sonrisa contra mi hombro.


—Por ti, siempre —le advertí mientras me volteaba para agarrar su rostro y pegaba mis labios a su frente.

David volvió a sonreír y entonces pude ver con claridad los ojos más bellos había tenido la gracia de conocer. Esos ojos del color de la miel pura de abejas, tan dulces como el azúcar y tan profundos como un océano.


David me acercó a mi rostro y dejó un beso leve en mi barbilla, apoyando sus manos en mi pecho frió y musculoso.

—Camilo...hazme el amor —susurró de aquella manera sensual que me hacía perder los estribos.

  

Lo tomé de las caderas con algo de fuerza, pero sin perder la delicadeza que él merecía, y entonces me acerqué con los labios húmedos su cuello y dejé allí varios besos cortos, sintiendo como el corazón de David golpeaba con fuerza contra su pecho, directamente enviando señales a mi corazón.

Comencé a correr despacio su playera blanca, dejando su hombro izquierdo descubierto y seguí besándolo muy lento, queriendo llevarlo hasta el borde de la locura.

David se mordió los labios y me apretó los hombros acortando la distancia de nuestros cuerpos hasta que no hubo recoveco alejado del otro, como si fuéramos uno solo.


Comencé a despojarlo lentamente de su camiseta, sacándosela mientras sin disimulo acariciaba su torso, su pecho y sus brazos, hasta por fin dejar aquella fina prenda tirada en algún lugar sin importancia del suelo. Seguidamente quise quitarle la parte inferior de la ropa, pero David corrió hasta su cama y se tiró riendo en voz baja.

—Caaaaaaaaaamilo —susurró llamándome con mi nombre alargado mientras se posicionaba boca arriba, apoyando en sus codos y meneando sus caderas instintivamente—. Hazme sentir bien... —susurró y supe lo que quería. 


Sonreí de lado y me acerqué despacio a su cuerpo semi-desnudo, cubriéndolo con el mío aun vestido y siguiendo con aquella pequeña sesión de besos húmedos. David se retorcía de placer cada vez que mis labios bajaban un poco más, acariciando con mi lengua esponjosa sus pezones, mordiéndolos ligeramente. Continué con mi labor recorriendo su piel tan suave, entre besos y lengüetazos, hasta llegar a la cinturilla del pantalón de pijama de mi novio.

Me miró con aquellos ojos libidinosos llenos de pasión y entonces introduje mis manos dentro de la tela delgada del bóxer de David, quitándoselo junto a su bonito pijama.

Placer Culposo (Gay/Yaoi)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora