Capítulo Siete

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La noche de Alfredo no fue mejor que la anterior.

En sus oidos, solo se hallaba una voz. Aquella voz...era la de Carla.

Carla, Carla, Carla...

El eco se escuchaba una y otra vez, entrelazado con los gemidos y llantos que alguna vez emitió su amada.

Sentía que la tortura iba escalando de poco a poco, hasta llevarlo al borde de la locura.

—Basta...

Rogó, sintiéndose cada vez más agobiado.

Su espalda se iba bañando en sudor con cada segundo que pasaba.

El pitido de sus oídos fue aumentando hasta que solo oyó gritos. Gritos que perforaban su psique y destrozaban su alma.

"Por favor...porfavor...basta..."

La tensión de su mandíbula era tanta que el dolor prometía durar días, incluso semanas.

Carla, Carla, Carla...

Llegó a un punto en el que sentía que su cabeza estallaría.

Sus uñas se clavaron en su cuero cabelludo, como si eso fuera lo requerido para aliviar su sufrimiento.

"Lo siento. Lo siento..."

Sus músculos se tensaron y las lágrimas resbalaron por su piel.

Pasó una hora, pasaron dos...lentamente, Alfredo fue recuperando el control.

La voz se fue apaciguando, al punto de dejar en calma la habitación.

Alfredo se levantó de la cama y se mantuvo el resto de la noche en alerta.

Irónicamente, aquella pesadilla lo hacía encontrar cierto alivio de su soledad.

Aquellas voces...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora