Tania no podía dejar de mirar a su hermano, siguiéndolo con la vista a donde quiera que él se moviera.
Las ojeras marcadas y la constante tensión en su cuerpo eran pruebas claras de que algo andaba mal con él.
No pudo soportar más. Lo tomó por los hombros, obligándolo a detenerse.
Lo miró con fijeza, chocando su mirada con la mirada vacía de Alfredo.
No debería comportarse de esa manera. Se suponía que los hermanos mayores cuidaban a los menores.
«¿Por qué tenía que ser al revés?»
—¿Por qué estás así? —preguntó intentando hablar con dureza, pero su garganta la traicionó.
Odiaba ser dura con él. Odiaba ser dura con cualquiera. Pero aquel era el papel que le había tocado asumir.
Alfredo no respondió. El silencio hizo que el agarre de Tania fuera en aumento.
—Habla.
Pero el mutismo persistió, y con ello, su desesperación creció.
Su agarre se apretó más y más...
—¡Habla de una vez! —gritó con voz quebrada.
Cuando escuchó el quejido de su hermano, el arrepentimiento la invadió de inmediato.
Lo soltó con torpeza y se llevó una mano a la sien, masajeándola con frustración.
El estrés la estaba llevando al límite, y perder el control era lo último que deseaba.
—Por favor, Alfredo... tienes que hablar —rogó, evitando mirarlo.
Él la miró por un momento, pero sus ojos no reflejaban la esperada empatía por su hermana. En sus ojos se reflejaba el resentimiento.
Sin causar mayor escándalo, Alfredo volvió a su habitación, ignorando a Tania en su peor momento.
Cuando ella se halló sola, se permitió gritar y llorar, tanto como deseaba.
Se permitió tener ese momento de debilidad que tanto anhelaba, aún sabiendo que pronto tendría que volver a ser fuerte por él.
Una mezcla de emociones se arremolinaba en su interior, peleando por ver cuál de ellas ganaría: Odio, amor, frustración. Todas en su estado de intensidad más puro.
Maldijo en voz baja, sabiendo que su límite estaba a punto de llegar.
«¿Cuánto más aguantaré?»
Su pregunta paso por su cabeza, como un ligero susurro.
Una pequeña grieta que podría indicar destrucción.
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Aquellas voces...
HorrorElla no estaba viva...¿o sí? Carla nunca le haría daño, él lo sabía. Pero entonces, ¿por qué sentía su presencia acechándolo en cada rincón? Alfredo está convencido de que no dañó a Carla... pero las voces y la sombra que lo persigue dicen lo contra...