El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, dejando una suave luz anaranjada que bañaba la escuela de hechiceros de Tokio. Itadori acababa de salir de una larga sesión de entrenamiento con Maki y Nobara, quienes, como siempre, lo habían retado al máximo. Agradecido por la compañía y el entrenamiento, Itadori se despidió de ambas, prometiéndoles que la próxima vez sería él quien las superaría.
Sin embargo, detrás de su sonrisa, Itadori sentía un ligero agotamiento. Ser el hechicero más fuerte y, además, director de la escuela, era una carga que no siempre era fácil de llevar. Justo cuando comenzaba a pensar en tomar un momento para él, una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.
Shoko: ¿Itadori, estás bien?
Al voltear, se encontró con Shoko, quien lo observaba con una expresión calmada pero llena de comprensión. Su presencia siempre le brindaba una sensación de paz, algo que necesitaba más de lo que se daba cuenta.
Itadori: Shoko... ¡qué sorpresa verte por aquí! -respondió, esbozando una sonrisa aliviada.
Ella levantó una ceja y le señaló el cigarrillo que sostenía entre los dedos.
Shoko: ¿Te sorprende ver a una doctora en un hospital? -comentó con una ligera sonrisa. Shoko era conocida por sus comentarios despreocupados, pero Itadori sabía que, en el fondo, siempre estaba pendiente de todos.
Itadori: Sí... bueno, supongo que he tenido un día bastante lleno. Pero, oye, ¿no estás muy ocupada? -preguntó, más por preocupación que por curiosidad.
Shoko: Siempre, pero no lo suficiente como para no darme un respiro de vez en cuando. Ven, vamos a mi oficina. Allí podremos hablar tranquilos -dijo ella, haciéndole un gesto para que la siguiera.
Itadori la siguió con paso relajado, sintiendo cómo sus preocupaciones comenzaban a disiparse solo con la presencia de Shoko. Al llegar a su oficina, ella le ofreció una silla y se sentó en su lugar habitual, encendiendo otro cigarrillo y mirando a Itadori con una sonrisa serena.
Shoko: Sabes, Itadori... te noto agotado últimamente. ¿Estás cuidando de ti mismo? -le preguntó con una voz suave pero directa, casi como si fuera una confesión disfrazada de pregunta.
Él asintió, aunque su expresión traicionaba el cansancio acumulado.
Itadori: Es solo que... bueno, hay tanto que hacer. Entre las reuniones, los entrenamientos, y... bueno, todos los que dependen de mí, a veces siento que no tengo tiempo ni para respirar.
Shoko lo observó en silencio, dejando que hablara sin interrumpirlo. Era como si, sin necesidad de palabras, él pudiera sentir que con ella no había juicios, solo comprensión.
Shoko: Por eso estoy aquí, Itadori. A veces, tener a alguien con quien hablar, alguien que entienda el peso de lo que cargas, hace toda la diferencia -dijo ella, ofreciéndole el cigarrillo.
Sorprendido, pero también agradecido, Itadori aceptó el cigarrillo, llevándoselo a los labios con una mezcla de nerviosismo y curiosidad. No era algo que soliera hacer, pero en ese momento, la acción se sentía extrañamente liberadora.
Shoko: No te acostumbres -comentó Shoko con una sonrisa divertida, pero no sin cierta ternura en su mirada-. Es una de esas cosas que tienen que quedarse aquí, entre nosotros.
Itadori: Claro, claro -respondió Itadori, con una sonrisa tímida-. No quiero preocupar a nadie... y mucho menos a ti.
Ella soltó una carcajada ligera, aunque su mirada se suavizó un poco más.
Shoko: ¿A mí? Soy la última que se preocuparía. Lo que me importa es que aprendas a darte un espacio para ti mismo. Porque, en tu posición, Itadori, si no cuidas de ti... no podrás cuidar de los demás.
Sus palabras se quedaron grabadas en la mente de Itadori. Shoko tenía esa habilidad única de hablarle sin rodeos, sin tratarlo como una figura imponente o como el "hechicero más fuerte". Para ella, él seguía siendo el mismo Itadori, y eso lo hacía sentirse libre.
Un silencio cómodo se instaló entre ellos, mientras compartían el pequeño respiro que Shoko le había ofrecido. Fue en ese momento que Itadori se dio cuenta de lo importante que era tener a alguien como ella a su lado. Aunque sus interacciones no fueran tan frecuentes como con los demás, había una conexión entre ellos, una especie de refugio mutuo.
Shoko lo miró de reojo, percibiendo el cambio en su expresión.
Shoko: No tienes que agradecerme -dijo, antes de que él pudiera decir nada-. Pero si necesitas otro momento como este, ya sabes dónde encontrarme.
Itadori asintió, con una sonrisa de gratitud y admiración.
Itadori: Gracias, Shoko. De verdad. A veces no sé cómo expresarlo, pero... gracias por estar aquí.
Ella simplemente asintió, volviendo a su cigarrillo y mirando por la ventana de su oficina. Aunque no lo decía abiertamente, la presencia de Itadori también le daba a ella un cierto consuelo, una compañía inesperada que se había vuelto invaluable.
Para Itadori, Shoko representaba ese espacio personal, ese rincón de paz que tanto necesitaba. Con ella, no sentía la presión de ser el líder, ni la responsabilidad de cargar con el mundo. Solo podía ser él mismo, y esa era una libertad que solo Shoko le ofrecía.
Mientras se despedía y salía de la oficina, sintió que su carga se aligeraba un poco. Sabía que el camino seguía siendo difícil, pero al menos tenía a alguien con quien compartirlo, alguien que lo entendía a un nivel que pocos podían. Shoko había encontrado su lugar especial en su vida, y él no podía estar más agradecido por ello.
(N/A: Gracias por leer y no se olviden de dejar su estrellita :3)
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El hechicero mas fuerte. (Itadori x harem)
Fanfiction-Capitulos todos los dias- Luego de la derrota de Sukuna y la muerte de Gojo, Yuji Itadori toma el manto como el hechicero mas fuerte y asume el rol de director de la escuela de hechiceros de Tokio.