Hope respiró hondo antes de entrar a la escuela. Los pasillos le parecían más hostiles que de costumbre, y la idea de que alguien notara las pulseras le revolvía el estómago. Había optado por una blusa de manga larga, aun cuando el clima era cálido, esperando que nadie se fijara en sus muñecas.
Al pasar por los pasillos, sentía las miradas de reojo de algunos compañeros, como si cada uno de ellos percibiera que algo en ella era diferente. Trataba de caminar erguida, sin bajar la cabeza, pero la incomodidad de saberse vigilada la desgastaba.Finalmente llegó a su casillero, sus manos temblaban un poco mientras intentaba abrirlo. Sentía el peso de las pulseras en su piel, y el leve dolor constante que producían al rozarle las muñecas la mantenía recordando su castigo. En ese momento, escuchó una risa cercana, y al girarse vio a Josie y otros estudiantes mirándola con expresión burlona.
—¿Qué pasa, Hope? ¿Vienes vestida para el invierno? —dijo Josie en un tono sardónico, lanzándole una mirada divertida.
Hope apretó los labios, conteniendo la respuesta mordaz que tenía en la punta de la lengua. No quería mostrar ningún signo de debilidad; había aprendido que eso solo le daba más poder a sus enemigos. Pero por dentro, sentía cómo el resentimiento ardía, igual que las heridas en sus muñecas.
Sin responderle, cerró su casillero de golpe y se alejó, intentando mantener la calma. No podía permitir que nadie viera lo que llevaba bajo las mangas. Sabía que, si alguien descubría las pulseras, el rumor de su "debilidad" se propagaría rápidamente, y lo último que necesitaba era ser el tema de las conversaciones de todo el colegio.
Sin embargo, cada vez que miraba a sus compañeros o sentía el roce de las pulseras, el peso de todo lo ocurrido, y el recuerdo de las palabras de su familia, se le hacía cada vez más insoportable.
En un momento de vulnerabilidad, Hope decidió confiar en Landon, Lizzie y Sebastian. Había intentado soportar sola el peso de las pulseras y la presión de su familia, pero su fachada de autosuficiencia se estaba desmoronando. Así que, después de clase, los tres la siguieron hasta una parte aislada del bosque, lejos de las miradas y oídos curiosos de los demás estudiantes.
Hope se detuvo, respiró profundamente y, antes de que pudiera cambiar de opinión, se levantó ligeramente las mangas. Los tres observaron en silencio las pulseras doradas que desgarraban su piel, dejando una serie de heridas que parecían tan dolorosas como el significado detrás de ellas.
—Mis padres... —murmuró, con voz quebrada, sin poder ocultar el cansancio en su rostro— decidieron castigarme por haberlos traído de vuelta usando magia negra.
Landon dio un paso hacia ella, con el ceño fruncido, sus ojos llenos de preocupación.
—¿Te hicieron esto? —preguntó con un tono suave pero intenso, claramente dolido al ver a Hope en esa situación.
Ella asintió, tragando saliva mientras intentaba evitar que su voz se rompiera.
—Estas pulseras... anulan mi magia. Quieren que aprenda una lección, y creen que esta es la única forma de lograrlo.
Lizzie y Sebastian intercambiaron una mirada, cada uno mostrando su propia mezcla de sorpresa y preocupación. Lizzie, que solía ser mordaz, tenía los ojos llenos de compasión.
—Hope... no puedo creer que tu familia haga algo así —dijo Lizzie, acercándose y apoyando una mano en su hombro—. Eso es... inhumano.
Sebastian, quien hasta ahora había mantenido una postura distante, se acercó y le dedicó una mirada comprensiva.
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ᑌᑎ ᗩᗰOᖇ ᑭᖇOᕼIᗷIᗪO
FanfictionHope Mikaelson, la pequeña hija trihibrida de Klaus Mikaelson y Hayley Marshall Hope ha pasado por experiencias que ninguna joven de 19 años de edad debería de haber experimentado jamás, el asesinato de su madre Hayley a manos de su propio tío Elija...