«EL HAMBRE»

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Está hambrienta, famélica. Siente dolor en el estómago y no puede dejar de temblar. Desesperada por la situación y deseando llevarse algo a la boca, pensó en aquel ratón que vió anoche hurgando dentro del baúl de su tía. Pero la idea le asqueó. Ahora intenta pensar en otra cosa que no sea saciar su hambre mientras espera.

Pero es imposible para ella concentrarse en los quehaceres cotidianos o en los cuadros que pinta mientras el hambre la consume por dentro. Intenta hacer memoria pero no recuerda cuando fue la última vez que ella y su hermano pasaron tanto tiempo sin comer.

De pronto siente pasos subiendo por las escaleras acercándose al desván. Sus sentidos siguen acrecentándose a pesar de su visible debilidad. 

Ya sabe lo que tiene que hacer. Esconderse en el rincón más oscuro de aquel cuarto y quedarse absolutamente quieta. 

La figura varonil demora unos segundos en aparecer. Se asoma por el hueco de la mirilla de la puerta. Luego golpea con los nudillos de su mano dos veces.

Ella sale del escondite y corre para abrir la puerta en su encuentro, dispuesta a arrebatarle sin culpa lo que sea que haya traído.

El joven al ver la desesperación en los ojos de ella, anticipa su intención y le ofrece sin mezquindad el botín conseguido. Luego entra al desván y se sienta en su sillón preferido.

Exhala un suspiro de satisfacción mientras se mira las manchas rojas debajo de las uñas de su mano. Después levanta la vista para observarla y con las cejas levantadas de asombro, le aconseja:

—Bebe despacio y confórmate por ahora con ella. Sabes que es muy difícil conseguir turistas en esta época del año.

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«Cuentos para NO dormir». El Cuento te lo regalo, el susto te lo debo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora