—¿Escuchaste eso?
—No. Y deja de obsecionarte con el tema. Ya te dije que estamos solos.
—Manuel. Anoche claramente sentí pasos, voces y muebles moviéndose.
—¡Lo que me faltaba! Ahora resulta que «sentís cosas». Cuantas veces tengo que repetirte que estuve vigilando un mes entero el apartamento. Hice un trabajo de inteligencia digno de un profesional.
—Te creo. Pero siento una vibra rara en mi cuerpo. Algo no me convence de este lugar.
—¡Oh, vamos! ¿No me habías pedido vivir en un piso bajo, espacioso y cerca del centro comercial? Salimos a la calle y tenemos cientos de opciones para comer.
—Lo sé, y te agradezco todo el esfuerzo. Ah, no me hagas caso. Estoy nerviosa por la mudanza. Ya se me pasará.
—Así me gusta, cariño. Voy por la cena.---•MIENTRAS TANTO, DEL OTRO LADO DE LA PUERTA•---
—Esther, tráeme las trampas. Acabo de ver dos horribles ratas.
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«Cuentos para NO dormir». El Cuento te lo regalo, el susto te lo debo
Ficción GeneralSi quieres que el terror se cuele por cada fibra de tu cuerpo. Si ansías sentir cómo late desenfrenado tu corazón al simple roce de la puerta entornada. Si deseas que tus dientes castañeteen por aquella sombra deforme que está detrás de tu espalda. ...