Helena y Josué habían mantenido su relación perfecta durante semanas, pero esta vez la chispa entre ellos alcanzó un nuevo nivel de intensidad. Josué, impulsado por un impulso posesivo y desafiante, decidió que era el momento de dejar una marca visible en Helena, como si deseara mostrarle al mundo su presencia en su vida de forma innegable.A la salida de la última clase de la tarde, Helena y Josué se escabulleron a un rincón del campus. Josué la miró, y sin previo aviso, se inclinó y dejó un chupetón en su cuello, que resaltaba vibrante sobre su piel. Helena intentó reír, sorprendida por el gesto. Su sonrisa denotaba diversión y complicidad, pero también una sensación extraña de vulnerabilidad. Sabía que ese gesto los exponía a críticas y a miradas incisivas, pero ¿qué importaba? A su lado estaba Josué, y eso era suficiente.No obstante, la paz duró poco. Apenas minutos después, Farid, que había estado observando la escena desde lejos, se acercó furioso. Sin contener sus celos ni su resentimiento, su voz brotó con una mezcla de odio y desesperación:—¡Eres una perra, Helena! ¡Una maldita puta! —gritó, sus palabras rebotando en los muros del campus y atrayendo la atención de los pocos estudiantes que aún deambulaban por ahí.Helena lo miró con una mezcla de sorpresa y tristeza, sin perder su porte desafiante, aunque el ataque de Farid golpeaba más de lo que ella quería admitir. Él, quien había sido su amigo durante años, ahora la miraba con una mezcla de odio y desdén que le resultaba imposible ignorar. Justo cuando Helena abrió la boca para responder, Saiha, que había estado observando desde la distancia, intervino con paso decidido.Saiha, quien siempre había sido tímida y retraída, se plantó frente a Farid y, en un arrebato impulsivo, lo besó. Fue un beso fuerte, sin explicaciones ni advertencias, como si quisiera recordarle a Farid que él no era quien decidía sobre la vida de Helena o de nadie más. Al separarse, Farid la miró, desconcertado y atrapado entre la sorpresa y la atracción.—Si tan solo supieras lo patético que te ves —dijo Saiha en voz baja, sus palabras llenas de desprecio y determinación.El grupo alrededor de ellos permanecía en silencio, atónito ante la valentía de Saiha y el cambio radical en la dinámica que habían conocido hasta entonces. Finalmente, Farid, sintiéndose humillado, se retiró, pero no sin lanzar una última mirada cargada de odio hacia Helena. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y se marchó con Saiha siguiéndole los pasos a una distancia prudente.Esa noche, Helena y Josué escaparon a un lugar más privado. A solas, sus emociones contenidas se desbordaron. No necesitaban palabras; solo se tenían el uno al otro, y ese momento lo era todo. El ambiente entre ellos se volvió íntimo, sus miradas se cruzaban en un entendimiento mudo, y las respiraciones se volvieron pesadas, sincronizadas. Josué la tomó entre sus brazos, acariciando cada centímetro de su piel con una pasión y delicadeza que lo decía todo sin necesidad de palabras.La cercanía entre ellos fue haciéndose más profunda, en un vaivén de besos y caricias que parecían reflejar sus propios sentimientos escondidos. Los cuerpos de ambos se movían con un ritmo suave, sincronizado, como si estuvieran destinados a ese instante, donde no existía el mundo exterior ni los problemas que los rodeaban, sino solo ellos dos. La conexión entre ellos alcanzó una intensidad abrumadora, en la que cada toque parecía quemar y curar al mismo tiempo, y cada suspiro contenía el peso de las emociones que habían reprimido durante tanto tiempo. Al día siguiente, Helena caminó por el campus con la marca de Josué aún visible en su cuello. Sus miradas eran altivas y su postura, desafiante. Todos los presentes susurraban a su paso, pero ella se mantenía impasible. Se sentía libre, segura de su decisión, sin miedo al qué dirán. Saiha también era el foco de atención: a su lado estaba Farid, quien parecía más tranquilo, pero con una expresión introspectiva y cautelosa, como si el beso de la noche anterior hubiera despertado algo en él que aún no comprendía del todo.En medio de las clases, Samuel, quien también había oído los rumores, decidió confrontar a Saiha. La encontró en un pasillo vacío y, sin preámbulos, lanzó su juicio en voz alta:—¿De verdad crees que besando a Farid vas a conseguir algo? —dijo, con un tono cargado de sarcasmo—. Helena te está usando, Saiha. Y si no te das cuenta, eres aún más tonta de lo que pensaba.Saiha, que había ganado algo de confianza tras su confrontación con Farid, lo miró sin miedo. —¿Sabes, Samuel? Tu opinión me da igual. Si crees que puedes hacerme sentir menos, estás perdiendo el tiempo.Samuel sonrió, burlón.—¿De verdad? —se acercó más, sus ojos llenos de desprecio—. Helena te está arrastrando a un mundo que no es el tuyo. ¿De verdad piensas que puedes mantenerle el ritmo?Saiha respiró hondo, sintiendo que la ira burbujeaba dentro de ella. Pero, en vez de dejarse llevar, le respondió con frialdad.—Prefiero arriesgarme y perder que quedarme en la sombra de alguien como tú. La tensión entre ellos se cortaba con un cuchillo. Sin más palabras, Samuel se marchó, dejando a Saiha con el peso de la confrontación en el pecho, pero también con una nueva resolución en su corazón.Esa noche, la universidad celebraba una fiesta y, como era de esperar, Helena, Josué, Saiha y Farid asistieron. Helena y Josué llegaron juntos, capturando las miradas de todos los presentes. Su conexión era innegable, y aunque algunos los miraban con envidia, otros no podían evitar admirar su valentía. Farid, que estaba acompañado por Saiha, observaba a Helena desde lejos, su rostro una mezcla de nostalgia y dolor.En medio de la fiesta, Josué decidió alejarse un momento para buscar algo de beber. Fue entonces cuando Farid se acercó a Helena, decidido a enfrentarse a ella.—Helena, ¿podemos hablar? —preguntó, con un tono que oscilaba entre la súplica y la rabia.Ella lo miró con desdén.—¿De qué quieres hablar, Farid? ¿De lo mucho que odias que sea feliz? ¿O de cómo no puedes soportar que esté con alguien más?Farid respiró hondo, luchando por mantener la calma.—No se trata de eso. Solo quiero que seas cuidadosa. Josué... él no es lo que parece.Helena lo miró con una mezcla de burla y tristeza.—¿Te preocupa mi bienestar, o solo estás celoso?Farid la miró, sintiendo que cada palabra era un golpe.—Lo que siento no importa. Solo quiero que no te lastimen, Helena. Y siento que él no te trata como mereces.Helena lo observó en silencio, y durante un segundo, su expresión suavizó.—Si de verdad me quieres, Farid, entonces deja de hacerme sentir como si tuviera que justificar cada decisión. Yo sé lo que hago.Le dedicó una última mirada antes de alejarse para reencontrarse con Josué. Farid, en tanto, sintió que su mundo se quebraba un poco más con cada paso que ella daba lejos de él. A la mañana siguiente, Helena y Saiha se encontraron en el campus. Ambas habían pasado por emociones intensas y conflictos que las cambiaban cada día un poco más. Helena, sintiéndose agotada y vulnerable, se apoyó en Saiha, mientras esta última la consolaba con un abrazo firme.—No sé cuánto más podré soportar esto, Saiha —murmuró Helena—. A veces, siento que todo el mundo está en mi contra.Saiha la miró, comprendiéndola en silencio.—Estamos juntas en esto, Helena. No tienes que enfrentarlo sola.La amistad entre ambas se fortalecía día a día, mientras las tensiones con los demás parecían crecer. La calma aparente en el grupo era solo la antesala a más conflictos, pues mientras Helena y Josué se afianzaban, Farid y Samuel no podían ocultar el resentimiento que los carcomía. Y, entre todo, Saiha, quien había empezado a forjar su propio camino, seguía enfrentándose a sus propios miedos y a las miradas juzgadoras de los demás.La universidad se volvía cada vez más un campo de batalla de emociones y secretos, y todos, de alguna manera, sabían que el drama apenas comenzaba.
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Entre Sombras y Desvelos
JugendliteraturEn una universidad llena de emociones intensas, un grupo de amigos enfrenta conflictos de amor, celos y traiciones. Mientras una joven lucha por mantener su relación en medio de manipulaciones y toxicidad, las tensiones entre ellos amenazan con desb...