Entre Sombras y Desvelos

Capitulo 8

La mañana siguiente, el campus estaba en silencio, pero había una tensión palpable en el aire. Los pasillos estaban llenos de murmullos y chismes. 

Las redes sociales continuaban explotando con imágenes y comentarios sobre lo ocurrido entre Helena, Saiha y Valeria. La historia estaba lejos de terminar, y aunque algunos intentaban que la calma volviera, había algo oscuro en la atmósfera que no podía ser ignorado. Nadie podía imaginar que lo peor estaba aún por llegar.

Helena caminaba por el campus, pero sus pasos eran vacíos, como si estuviera caminando a través de un sueño del que no podía despertar. La ansiedad aún apretaba su pecho, y el ataque de depresión del día anterior la había dejado exhausta. A pesar de todo, mantenía una fachada implacable. Nadie debía ver que estaba rota por dentro, que la pesada carga emocional que llevaba la estaba destrozando lentamente. Si alguien se acercaba, fingía normalidad. Pero en su mente, todo era caos.

Los recuerdos de la pelea con Josué la perseguían. Las palabras que le había dicho: "Lo nuestro se acabó, Josué" resonaban en su cabeza como una condena. La furia en su corazón seguía viva, pero también había algo más: un dolor profundo que no podía aliviar. La rabia y la tristeza se mezclaban en su interior, dejándola vacía. ¿Cómo había llegado hasta este punto?

De repente, la presión volvió a su pecho. No podía respirar. El aire se hacía denso, y sus piernas flaquearon. Cayó de rodillas en medio del pasillo, incapaz de mantener la compostura. La ansiedad comenzó a apoderarse de ella nuevamente. Cada respiración le dolía, cada latido de su corazón la hacía sentirse más atrapada. El peso del mundo la aplastaba, y su mente se nublaba rápidamente. Los recuerdos de lo que había sucedido con Valeria, Josué y todo el caos a su alrededor la invadieron como una tormenta.

Un ataque de pánico la golpeó con fuerza. Su cuerpo comenzó a temblar, pero no pudo hacer nada para detenerlo. No podía pensar con claridad. El dolor de la traición, de la soledad, de la desesperación, se mezclaba con la rabia. El pánico la envolvió como una corriente oscura, llevándola sin compasión. La angustia era insoportable, y sus lágrimas brotaron sin control. Se sentía atrapada, atrapada en una vida que ya no podía soportar.

La ansiedad y la depresión se combinaron con una fuerza tan destructiva que no pudo resistir. Sintió que todo se desmoronaba a su alrededor. El suelo comenzó a girar, y antes de que pudiera gritar o pedir ayuda, la oscuridad la envolvió por completo. Se desplomó en el suelo, sin conciencia.

Los gritos de los estudiantes que la rodeaban no llegaron a su mente. Solo el caos seguía su curso en su interior. Farid y Samuel llegaron corriendo al escuchar el alboroto, y vieron a Helena caída en el pasillo, sin vida en sus ojos.

"¡Helena!" Samuel gritó mientras se arrodillaba junto a ella, tocando su rostro para ver si reaccionaba. Pero no había respuesta. Farid, con una expresión de pánico, no dudó ni un segundo. Sacó su teléfono y llamó a emergencias, mientras Samuel trataba de mantener la calma, aunque su rostro estaba lleno de preocupación. La gente se agolpaba alrededor, pero nadie se atrevía a intervenir.

Cuando la ambulancia finalmente llegó, la llevaron al hospital rápidamente. Samuel y Farid se quedaron al borde de la desesperación, pero sabían que tenían que ser fuertes por Helena. Sabían que, aunque ella lo negaba, no estaba sola en esto.

Pero mientras se dirigían al hospital, el caos que Helena había dejado atrás comenzaba a crecer. Valeria, al enterarse de lo sucedido, no mostró el más mínimo remordimiento. En lugar de eso, se sintió aún más empoderada. Había tomado lo que quería: Josué, la atención, y ahora, aparentemente, el caos que Helena había dejado. El rumor de su caída se esparció aún más rápido, pero Valeria lo utilizó a su favor. Cada comentario, cada palabra que la etiquetaba como la villana, la hacía sentirse más fuerte. ¿Qué era el dolor ajeno para ella si podía aprovecharlo para su propio beneficio?