CAPÍTULO DOS

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Anastasia

Tengo los pies bien puestos sobre la tierra y aún no creo lo que veo.

"Rochford
Academia de Ballet"

Palabras talladas en un material dorado justo frente a mi.
Hay una fuente enorme con una estatua en forma de bailarina en medio. Autos lujosos y de último año a un costado de la academia en el aparcamiento.

Incluso habiendo crecido en comodidades, un lugar así me parecía irreal.

He estado en diversas academias pero esta es diferente. Destaca sobre cualquiera.

Suspiro y cierro mis ojos por un segundo.

«Anastasia, tú puedes.»
«No volverá a suceder»
«Eres una Romanov, recuérdalo»

Me repito a mi misma esas frases una y otra vez intentando que se tallen en mi mente como si se tratase de una huella marcando cemento fresco.


Hago eso un par de veces hasta que logro tirar los nervios a la basura y dar un paso hacia delante. Es el impulso que me faltaba porque apenas me doy cuenta cuando empiezo a avanzar sobre el asfalto hasta llegar a las puertas de Rochford.

Levanto mis manos con los nervios haciendo que estas tiemblen. Una corriente fría me hace estremecer en cuanto toco el tirador de la puerta de vidrio. Como si el hielo se filtrara por mi piel hasta tocar mis huesos.

«Vamos, Anastasia. No seas cobarde»

Suspiro de nuevo y empujo.
Cierro la puerta tras de mi y exhalo echando todo el miedo por un acantilado.

Ya estaba aquí.
No soy una cobarde.

—Buenos días, bienvenida a Rochford—una dulce pero joven voz a mi izquierda me saca de mi trance.

Me giro hacia ella y veo a una chica pelirroja en recepción. Es joven, no tanto. Al menos debe tener más de treinta y menos de treinta y cinco.

Me seco el sudor de la frente usando el dorso de mi brazo lo suficientemente rápido para que ella se dé cuenta.

—Buenos días—extiendo mis labios en una sonrisa.

Gracias al cielo ella me la devuelve.

—Mi nombre es Anastasia Romanov—saco la tarjeta de acceso y se la muestro.

Ella la examina y teclea algo en el computador.

Hace una semana me entregaron esta tarjeta, se supone que me brinda acceso a la academia por la noche. A los vestidores y a técnicamente cualquier cosa de aquí que necesite cuando los profesores no estén presentes.

Sin embargo, la recogí en la empresa que se encargó de mis trámites para ser aceptada. Puesto a que jamás (hasta el día de hoy) había puesto un pie en este lugar.

Aún recuerdo mi audición para Rochford.
Fue en línea hace un par de meses y tuve que interpretar la danza que ellos me asignaron.

Practiqué día y noche. Papá recortó su horario de trabajo con tal de ayudarme y lo hice. Entregué la presentación y tres meses después de noches enteras sin despegar la vista de mi móvil en busca de alguna señal de aceptación, lo logré.

Forgive UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora