CAPÍTULO SIETE

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Anastasia

—Eso es nuevo. —dice con tono burlón—Nunca lo había visto ser amable con alguien, mucho menos con alguna de sus alumnas.

—Solo estaba siendo responsable —insisto.

—Claro. Deteniendo una clase entera solo por un pequeño raspón en la rodilla de una de sus alumnas. Ese cabrón es de los que cuando suceden accidentes, opta por llamar a otro que lo resuelva.

Una sonrisa socarrona sale de mis labios.

Observo a Eric decorar la malteada con sumo cuidado.

—Mira y aprende.

Así que este será mi nuevo trabajo.
Siendo sincera, nunca había tenido uno y, gracias a Eric, he obtenido un puesto en la cafetería que está a unas cuadras de la academia.

Es fácil, simplemente debo sonreír a los clientes, convencerlos de comprar algo y decorar cafés.

Pan comido.

—Por cierto, princesa, —Eric coge unos croissant de la vitrina y los coloca en un plato—hablando del rey de roma, ¿viste quién está frente a la ventana?

Mis ojos pasean por toda la cafetería hasta dar hacia donde Eric me indica.

El estómago me hace cosquillas como si tuviese mil mariposas dentro. Sin embargo, al darme cuenta de quien se trata, esas mariposas se transforman en ganas de vomitar.

Bastian.
Está frente a la ventana, tecleando algo en su computador con ese mismo gesto de amargura y seriedad al que ya estoy tan acostumbrada.

—Te has puesto roja —dice Eric. Apuntándome con el índice—. Te gusta el troll gruñon de Bastian, a que sí.

La vergüenza me carcome por completo. Me llevo las manos hacia mis mejillas como si el acto pudiese confirmar lo que mi amigo dice.

—Jamás me fijaría en el amargado.

—Deberías ir a hablarle.

—¿Para qué? Él mismo ha dicho que no le agrado.

Eric bufa, se acerca a mi y coloca ambas manos sobre mis hombros.

Mentirosilla. Si no te provocara algo no estarías tan roja.

—¿Debería ir a hablarle?

Eric hace un gesto de diversión y asiente con la cabeza, dándome una palmada sobre los hombros.

—Ve. Quizás no es tan amargado como parece.

Asiento y recojo la mayor fuerza posible. Me dirijo al mostrador y camino directo a donde Bastian está sentado.

A medida que me acerco, el corazón me palpita con ansias. Lo cual es extraño porque no me gusta.

Ni siquiera un poco.
Eric está loco como una cabra si piensa eso.

Camino con la mayor tranquilidad posible hasta estar justo al frente. No me ha notado, está concentrado en lo que sea que esté haciendo en su portátil. Lleva un aspecto cansado, lo noto en las bolsas que se marcan ligeramente bajo sus ojos.

Forgive UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora