CAPÍTULO TRES

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Anastasia

Me dirijo a mi lugar para continuar los ejercicios de calentamiento.
Doy una profunda respiración y comienzo tal y como sé.

Bastian no quita sus ojos de mi.
Sí, mira a otras compañeras, de vez en cuando corrige a alguna.
Pero siempre me mira.
Me pone los nervios a flote e incluso creo que es capaz de hacerme tambalear con tan solo mirarme.

Esto es ridículo.

Despejo mi mente de cualquier distracción y continuo estirando.

—Anastasia—esa voz que me aterra y me genera curiosidad al mismo tiempo me detiene.

Levanto la mirada y por los espejos, lo veo detrás de mi. Cruzado de brazos.

La piel se me eriza y mi respiración es lo unico que escucho.

—¿Pasa algo, profesor...?

—No te he pedido que te detengas—dice—. Continúa.

Me esfuerzo por ignorarlo.
No puedo.

Bastian permanece frente a mi en silencio por un momento, sus ojos recorren mi forma, como si estuviera inspeccionando cada uno de mis movimientos. Después de un rato, su rostro se mantiene inexpresivo, y luego habla con voz tranquila y dura.

—Hay algo en tu técnica que deja mucho que desear. ¿Por qué vacilas así en tus movimientos?

El corazón me da un revolcón y mis manos empiezan a sudar.

—Apenas estoy calentando—me limito a decir.

No muy convencido, arquea una ceja.

—Calentando, dices. Deberías ser capaz de mantener la forma correcta y el equilibrio, incluso mientras calientas.—Se cruza de brazos, con una clara señal de desagrado.—Intenta nuevamente. Quiero verte poner más esfuerzo.

Asiento y la vergüenza me inunda las mejillas.

—Sí, lo siento—digo en voz baja.

Aunque mantiene su expresión estoica, es evidente que está atento y nota cada uno de mis movimientos, incluso los más sutiles. Su presencia imponente llena el espacio entre ambos como una sombra, y no puedo dejar de pensar en como su forma es capaz de cubrir la mía por completo, haciéndome sentir diminuta.

—No te disculpes. Hazlo adecuadamente.

Él permanece de pie, observando cómo repito los movimientos. Su mirada es intensa y me abruma. Parece que intenta encontrar cualquier diminuto error para retarme.

Después de un momento de silencio, habla nuevamente:

—Veo que aún tienes problemas para mantener el equilibrio. Tu técnica es vaga y sin confianza, lo que se refleja en tu inseguridad.

«Vaga y sin confianza»
«Sin confianza»

—Puedo arreglarlo, solo necesito hacerlo de nuevo.

Bastian asiente ligeramente, sin quitar la mirada.

—Lo harás, ¿eh?—con un tono de duda en su voz—No hay promesas vacías aquí. Sé que eres capaz de hacerlo, pero no voy a ser indulgente en mis ensayos.

Los músculos de mi cuerpo se tensan, no puedo tener miedo, tampoco puedo mostrar inseguridad.

Puedo hacerlo, solo necesito concentrarme.

Forgive UsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora