Pasaron unos días después de la cita, y aunque Carmen se sentía más tranquila, algo dentro de ella seguía inquieto. No era inseguridad acerca de Sergio, ni del tiempo que habían pasado juntos; más bien, era la sensación de que las cosas entre ellos habían comenzado a cambiar de manera irreversible. Lo que antes parecía una amistad sencilla, ahora se había convertido en algo mucho más complejo, algo que Carmen sentía que debía entender antes de seguir adelante.
Cada vez que veía a Sergio en los pasillos del instituto, no podía evitar sonrojarse. Había momentos en que él la miraba de una forma tan intensa que Carmen pensaba que podía escuchar su corazón latiendo desbocado, y otros en los que él simplemente la saludaba con una sonrisa amigable y despreocupada, como si nada hubiera pasado. Pero ¿era todo tan sencillo para él? ¿O estaba él tan confundido como ella?
Esa duda persistía, y aunque intentaba concentrarse en sus clases, el miedo a no ser correspondida o a malinterpretar los gestos de Sergio la llenaba de ansiedad. Para colmo, los amigos de Carmen empezaban a notar su comportamiento raro. Paula, como siempre, fue la primera en preguntarle.
—Oye, ¿qué te pasa? Desde tu cita con Sergio no eres la misma. Estás como... pensativa todo el tiempo. ¿Qué ha pasado? —le dijo un miércoles durante el recreo, mientras Carmen jugaba con su teléfono, pero sin mirar realmente la pantalla.
Carmen se mordió el labio, vacilando por un momento. No quería parecer que estaba obsesionada con cada pequeña interacción con Sergio, pero la verdad era que no podía dejar de pensar en él.
—Es complicado, Paula... —dijo finalmente, sintiendo un nudo en el estómago mientras elegía sus palabras. —Lo que pasa es que, no sé, es como si todo hubiera cambiado en un solo día. Creo que lo que sentí por él es real, pero ahora tengo miedo de que las cosas cambien. Es todo tan nuevo para mí... y para él también. No sé si lo estoy leyendo bien.
Paula la miró fijamente, como si estuviera evaluando la situación con cuidado. Carmen siempre había sido sincera, pero nunca tan vulnerable.
—Eso es normal, Carmen. Las primeras veces son confusas. Pero lo que tienes que entender es que no se trata solo de lo que sientes o de lo que él siente, sino de cómo ambos se enfrentan a esas emociones. ¿Lo que tienes con él te hace feliz? Porque si la respuesta es sí, no tienes nada de qué preocuparte.
Carmen respiró hondo, sintiendo que las palabras de Paula eran sabias, pero no tanto como para calmar completamente sus miedos. No quería que las expectativas de una relación romántica se interpusieran en su propia felicidad. Y sin embargo, había algo en su corazón que le decía que no podía ignorar lo que sentía por Sergio.
Esa tarde, después de la escuela, Carmen decidió hablar con él, aunque aún no sabía cómo. Quería que las cosas fueran claras entre ellos, sin dar espacio a malentendidos ni a suposiciones.
Al día siguiente, Carmen se encontró con Sergio en su camino hacia la salida del instituto. Estaba apoyado contra la pared, mirando su teléfono, pero cuando vio a Carmen acercarse, su rostro se iluminó con una sonrisa.
—Hola, Carmen —dijo, guardando el teléfono en su bolsillo con un gesto relajado. Parecía tan tranquilo que Carmen sintió un ligero alivio. Quizás ella estaba sobrepensando todo.
—Hola, Sergio —respondió, un poco nerviosa al principio. Pero al mirarlo, se dio cuenta de que no podía seguir posponiendo la conversación que tanto necesitaba tener con él.
—Oye... —comenzó, deteniéndose por un momento. —Necesito hablar contigo. Sobre nosotros. Sobre lo que está pasando entre nosotros, quiero decir.
Sergio frunció el ceño, pero no de manera negativa. Parecía curioso, interesado en lo que ella quería decir.
—Claro, dime —respondió, mirando a Carmen con atención.
Carmen respiró profundamente, buscando las palabras adecuadas. No quería sonar confundida, pero no podía evitarlo.
—No sé, Sergio... Esto entre nosotros es raro, ¿no? Quiero decir, nunca había estado tan... insegura. Es que siento que las cosas cambiaron muy rápido, y aunque me gusta lo que estamos viviendo, no puedo dejar de preguntarme si esto es real. ¿A ti te pasa lo mismo?
Sergio la observó en silencio por un par de segundos, como si estuviera procesando lo que había escuchado. Cuando habló, su tono fue calmado, pero también sincero.
—Sí, entiendo lo que dices. Yo también me siento así. Al principio fue todo tan natural... pero ahora, después de esa cita, me di cuenta de que no quiero que las cosas se pongan incómodas entre nosotros. No quiero que te sientas presionada, y tampoco quiero que esto se convierta en algo que nos cause más estrés que felicidad.
Carmen lo miró, agradecida por su honestidad. Lo entendía, aunque aún sentía una pequeña duda.
—Pero, ¿qué pasa si... si estamos forzando algo que no está listo para suceder? —preguntó ella, su voz bajando un poco. —No sé si te estoy presionando, o si te estoy exigiendo algo que no estás preparado para darme.
Sergio sonrió, esa sonrisa cálida que siempre hacía que Carmen se sintiera más tranquila.
—No te preocupes, Carmen. No creo que estemos forzando nada. Creo que todo pasa cuando tiene que pasar. Lo que quiero decir es que no tengo ninguna expectativa de que esto sea perfecto, ni quiero que se convierta en algo incómodo. Solo quiero que podamos disfrutar de lo que estamos construyendo sin miedo.
Carmen lo miró, sintiendo una mezcla de alivio y una ligera tristeza. Sabía que las cosas no serían fáciles, y que probablemente tendrían que enfrentarse a más complicaciones antes de que todo se resolviera. Pero algo en la forma en que Sergio la miraba, tan sincero y abierto, le decía que valía la pena seguir intentándolo.
—Entonces, ¿no crees que debería preocuparme tanto por todo esto? —preguntó, casi como si se estuviera convenciendo a sí misma.
—No, no lo creo —respondió Sergio, tocando suavemente su hombro. —Solo disfruta del momento, Carmen. Disfrutemos de lo que tenemos ahora. No te preocupes por lo que no podemos controlar.
Esa conversación marcó un antes y un después. Carmen se dio cuenta de que la clave de todo no era tanto entender todo al instante, sino permitir que las cosas fluyeran a su propio ritmo. Sergio, con su calma, le había dado una lección importante: no siempre se tienen todas las respuestas, y eso está bien. Lo que realmente importaba era la honestidad y el estar dispuestos a enfrentarse juntos a lo que viniera, sin presiones ni expectativas exageradas.
Esa noche, mientras Carmen se preparaba para dormir, pensó en todo lo que había pasado, en todo lo que aún estaba por venir. Y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió en paz con lo que estaba experimentando. Ya no necesitaba tener todas las respuestas, solo la disposición de seguir adelante.
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Entre tú y yo
RomanceCarmen es una chica tranquila y pensativa que está a punto de terminar el instituto, pero sus planes de terminar el año sin sobresaltos se ven alterados cuando empieza a sentir algo más por Sergio, un chico en su clase con el que nunca había tenido...