A medida que las semanas pasaban, Carmen y Sergio se acostumbraron a compartir más momentos juntos, pero con la misma intensidad con la que avanzaban, también aparecían nuevas dificultades. No todo era tan sencillo como había parecido en su primer encuentro. Y aunque los dos querían estar juntos, las presiones externas y las dudas internas empezaban a afectarlos más de lo que esperaban.
Era una tarde lluviosa cuando la conversación más difícil hasta ese momento ocurrió. Estaban sentados en una cafetería del centro, con una mesa pequeña entre ellos. Carmen había ordenado su bebida favorita: un café con leche espumoso y algo de azúcar, mientras que Sergio tomaba un té con limón. Aunque todo parecía normal, una atmósfera tensa colgaba entre ellos. Sergio había estado actuando diferente desde hacía un par de días, y Carmen no podía ignorarlo más. Estaba claro que algo lo estaba afectando.
—Sergio... ¿te pasa algo? —preguntó Carmen, dándole un sorbo a su café, con la mirada fija en él.
Sergio la miró por un momento, como si estuviera evaluando si debía abrirse o no. Su rostro, normalmente relajado, mostraba ahora una expresión más seria. Carmen pudo ver el contraste en su comportamiento, y aunque él intentaba disimularlo, algo estaba mal.
—No es nada —dijo él, apartando la mirada hacia la ventana. El sonido de la lluvia golpeando los cristales llenaba el espacio vacío entre ellos. —Solo... he estado pensando mucho en cosas. Cosas que no tienen que ver con nosotros, pero que están afectando mi cabeza.
Carmen frunció el ceño, intentando entender qué podía estar pasando. Ella había sido sincera con él sobre sus propios miedos, sus dudas, pero ahora sentía que había un muro invisible entre los dos.
—Sergio, si es algo que te preocupa... —empezó a decir, pero él la interrumpió con un gesto.
—No quiero que esto nos afecte. No quiero que tú pienses que esto tiene que ver con nosotros... pero no puedo evitarlo. Me estoy sintiendo presionado por otras cosas, cosas en mi vida que no te he contado. Cosas que me afectan y que no sé cómo manejar.
Carmen lo miró fijamente, viendo en sus ojos una mezcla de frustración y cansancio. Quería preguntarle más, quería saber qué estaba pasando por su mente, pero algo en su tono le decía que no estaba listo para compartirlo todo.
—Está bien... no tienes que contármelo si no te sientes preparado —dijo ella, aunque no podía evitar sentir una punzada de dolor al ver que había algo entre ellos que aún no podía tocar.
La conversación se desvió rápidamente a otros temas. Aunque Sergio trató de mantener la charla ligera, Carmen no pudo dejar de pensar en lo que acababa de decir. ¿Qué estaba pasando realmente? ¿Por qué parecía que algo lo estaba consumiendo por dentro?
Al día siguiente, Carmen le contó a Paula lo que había sucedido. Paula, siempre directa y pragmática, la escuchó en silencio antes de ofrecerle su perspectiva.
—Lo que te pasa es normal, Carmen. Las relaciones no son fáciles, sobre todo cuando entras en algo tan intenso. Todos tenemos nuestras propias luchas internas. Tal vez Sergio esté pasando por algo complicado que no sabe cómo compartir. La única forma de que tú sepas qué pasa es que él decida abrirse. No lo fuerces, pero tampoco te dejes llevar por tus propios miedos. Tienes que confiar en que las cosas se resolverán si ambos están dispuestos a trabajar en ello.
Carmen asintió, aunque sentía que la distancia que había surgido entre ella y Sergio era más grande de lo que había imaginado. A pesar de que la idea de esperar y darle espacio a Sergio parecía lógica, le dolía el hecho de que él no estuviera completamente abierto con ella. ¿Qué si no confiaba en ella lo suficiente? ¿Qué si todo esto se estaba derrumbando antes de que siquiera pudiera darse cuenta?
Las semanas que siguieron estuvieron llenas de altibajos. En ocasiones, Sergio parecía completamente involucrado, mostrando gestos de cariño, pero en otras, se volvía distante, como si estuviera luchando contra algo interno que Carmen no podía entender. Las veces que intentó hablar con él sobre cómo se sentía, él lo eludía, cambiando de tema o guardándose las palabras para sí mismo.
El punto culminante llegó un viernes por la tarde. Carmen, cansada de la incertidumbre, decidió tomar una decisión. En lugar de esperar a que Sergio fuera quien diera el primer paso, ella lo haría. Necesitaba saber, de una vez por todas, si todo lo que había sentido hasta ese momento valía la pena, o si estaba construyendo una ilusión.
Cuando se encontraron en el parque cerca de la escuela, Carmen estaba decidida.
—Sergio... tenemos que hablar —dijo ella, sin rodeos, mirando a sus ojos con una firmeza que él no había visto antes.
Sergio la observó en silencio, con el rostro serio, pero sin sorpresa. Parecía que, de alguna manera, había estado esperando este momento.
—¿Sobre qué? —preguntó, su voz tranquila, aunque sus ojos delataban una tensión que Carmen no podía ignorar.
—Sobre lo que está pasando entre nosotros —respondió ella. —Sé que no estamos bien. Sé que algo está pasando y no quiero que sigamos así, sin hablar de lo que realmente sentimos. No quiero más silencios. No quiero más incertidumbre.
Sergio respiró profundamente, mirando hacia el suelo por un momento antes de hablar.
—Lo siento, Carmen. De verdad lo siento. No sé cómo decirte esto, pero... no sé si estoy listo para una relación ahora mismo. Tengo cosas en mi vida que me están afectando, cosas que no sé cómo manejar. Y no quiero que tú seas parte de mis problemas. Eres importante para mí, pero no quiero hacerte daño. No puedo seguir adelante con algo que no sé si puedo manejar.
Carmen lo miró, sintiendo una punzada de tristeza en su corazón. Había esperado una respuesta, pero no esta. Sentía que el mundo se le venía abajo. Había entregado tanto, había puesto tanto de sí misma en esta relación que ahora, escuchar esas palabras le dolía más de lo que pensaba.
—Entonces... ¿esto es todo? ¿Lo dejamos aquí? —preguntó con voz quebrada, tratando de controlar las lágrimas.
Sergio asintió lentamente, su rostro lleno de culpa.
—No quiero que pienses que no me importas, Carmen. Te aprecio mucho, pero ahora mismo no puedo ofrecerte lo que necesitas. Lo que te mereces. Y eso no es justo para ti.
Carmen se quedó en silencio, sin saber qué decir. Por un momento, todo lo que había imaginado sobre su futuro juntos se desmoronó frente a ella. Pero, en su interior, sabía que tal vez, a pesar del dolor, había sido la mejor decisión.
—
Capítulo siguiente...
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Entre tú y yo
RomanceCarmen es una chica tranquila y pensativa que está a punto de terminar el instituto, pero sus planes de terminar el año sin sobresaltos se ven alterados cuando empieza a sentir algo más por Sergio, un chico en su clase con el que nunca había tenido...