A Alex le parecía extraño que Samantha la citara para hablar, se conocían desde hace meses, por coincidir en casos o por favores mutuos; pero de ahí, no se relacionaban mucho, sus tiempos nunca coincidían. Sabía poco de ella, solo lo primordial, que era madre soltera y fue madre adolescente, una buena persona que solo ayudaba a los que lo necesitaran y si estaba en su alcance, lo que la confundía por su amistad con Lena Luthor. Lo único que le venía a la mente a Alex, era hablar sobre la mencionada y su forma de actuar contra ella, lo que había presenciado la castaña y de lo que la pelirroja no se arrepentía, querer proteger a los suyos, iba más allá de todo su ser.
El conjunto de apartamentos donde Samantha vivía, era un poco alejado de las zonas más céntricas de la ciudad, quizás para evitar el alboroto de los ciudadanos y la contaminación sónica por parte de los vehículos. Le envió un texto y esperó, mientras le respondía algunos mensajes a Maggie, que había salido de improviso por un viejo caso y que requerían su presencia; lo que la llevó a recordar que no habían tenido oportunidad de hablar sobre la menor de los Luthor, al darse cuenta que Maggie el día que las mellizas desaparecieron tuvo que haber visto a Lena junto a su hermana en el restaurante.
La capitana abrió la puerta, Alex no podía negar que se veía atractiva solo con un pijama y una bata por encima, sus ojos marrones la observaron con perspicacia, sin emitirle ninguna señal de que estaban en buenos términos. Alex siguió a la castaña en silencio, mientras jugaba con sus manos con ansiedad por la seriedad de la bombera; subieron las escaleras en dos en dos, hasta llegar a la puerta del apartamento correspondiente. Sam se hizo a un lado para que Alex entrara, echando un vistazo a su alrededor, intentando visualizar a la pequeña Arias por algún lado.
—Ruby está en una pijamada, en casa de una amiga.
—¿Tú me estás invitando a una? —bromeó Alex, pero su sonrisa se borró al ver que Sam no siguió su comentario. Carraspeó avergonzada, desviando la vista hacia los muebles y manteniendo sus manos quietas a sus costados—. ¿De qué quieres hablar conmigo, Samantha?
—Tú sabes sobre qué, Alexandra —dijo Sam, cruzándose de brazos—. Solo quiero advertirte algo, si a Lena le pasa algo, juro que tú serás la segunda persona que buscaré para estrangular...
Alex palideció ante la amenaza, no porque tuviera miedo de Samantha, sino por la forma tan segura y las palabras tan cargadas de sentimientos, poniéndola en duda sobre sus pensamientos con respecto a la menor de los Luthor. Sin embargo, por más que Samantha la defendiera, ella no bajaría su guardia, primero se aseguraría de verificar si Kara no corría peligro si seguía estando en la ciudad y más cerca de Lena Luthor.
—Mira, no quiero que tu amiga haga que nuestra relación se vuelva complicada...
—¿Cuál relación, agente Danvers? —recriminó Sam, descruzándose de brazos y mirando a Alex como si fuese una extraña, lo en realidad le dolió a la pelirroja—. Solo somos conocidas, que coincidimos en ocasiones y que nos hacemos favores de trabajo, en algunas ocasiones y si están en nuestras manos.
Sonriendo con molestia, Alex asintió, no creyéndose que Samantha Arias prefería dejar de ser amiga de ella, con tal de defender a Lena Luthor.
—Entiendo, pero déjame también advertirte que si a mi hermana le sucede algo, tu amiguita será también mi segunda opción para aniquilar con mis propias manos —dejó en claro Alex, no pudiendo controlar su ira en cada palabra soltada.
—¿Quién es la primera?
—Lo mismo te pregunto a ti...
Ambas se quedaron en silencio, mirándose para analizarse y certificar que cada una entendía la advertencia explicita que la otra hacía, que no se trababa de juegos, sino que hablaban en serio, más que nunca. En sincronía, decidieron hablar a la vez y quedarse boquiabierta por su casualidad.
—Lex Luthor.
[...]
La suave presión de los labios sonrosados y carnosos de Kara, dejaron a Lena pasmada, congelada y más que sorprendida, sin poder corresponder al beso. Kara retrocedió de prisa, con los ojos azules muy abiertos y avergonzados, con las mejillas rojas y la respiración agitada, lo que hizo que Lena se confundiera; hacía unos días, Kara la odiaba y ahora la besaba. Disipando sus pensamientos, Lena enfocó sus ojos en la rubia, que se había recostado en el mesón detrás de ella y observaba hacia la alacena más cercana.
—Lo siento, Lena... tuve un mal día, no quería...
—Oye, está bien —susurró Lena, llamando su atención y al obtenerla, indecisa se acercó hasta la rubia y levantó su mano con el instinto de tocar su rostro, pero no tuvo el valor para hacerlo—. Todos tenemos algunas veces un mal día, y lo mejor es estar rodeada de gente que nos quiera.
Los ojos azules de Kara se cristalizaron, pero su vista siguió en el mismo lugar, un nudo se le hizo en el estómago a Lena, no le gustaba presenciar la tristeza de las personas y mucho menos en Kara, era la segunda vez que sucedía; la primera por culpa de su madre y esta, por circunstancias de la vida. No quería pensarlo mucho, debía confiar en sus instintos y por primera vez en su vida, le hacía caso a su corazón, más no a su mente. Acortó la distancia entre Kara y ella, y la atrajo hacia su pecho, aprovechando que traía sus tacones para estar casi a la altura de la rubia; agradeció que la rubia no se apuso, sino que la abrazó y hundió su rostro en su cuello.
Lena se decía que nunca había sido buena consolando a nadie, aunque tampoco era que en su vida había tenido a personas tan cercanas, a excepción de Jack y Sam. Hizo círculos en la espalda de la rubia, mientras se ponía un poco rígida para evitar reírse por el roce que la rubia hacía en su zona más sensible, su cuello, no quería parecer insensible. Su cuerpo se relajó un poco cuando la rubia puso fin a su cercanía, alejándose lentamente y sorbiendo su nariz, al mismo tiempo que limpiaba el rastro de sus lágrimas.
—Lo siento, de verdad, lo siento...
—Kara —murmuró Lena con cariño, queriéndose acercar nuevamente pero prefiriendo darle su espacio a último momento—, no tienes que disculparte. Es bueno desahogarse, y si llorar te sirve, solo hazlo.
—Gracias.
La pelinegra asintió, examinando el rostro de la rubia para asegurarse que se encontrara mejor, pero nada en ese lindo rostro se lo notificaba. Kara se veía mortificada, pero Lena no comprendía si era por el beso o por haber llorado en sus brazos, lo cual no sabía que sería peor para la rubia.
—¿Por qué no cenas mientras superviso a las niñas? —propuso Lena, la rubia levantó la vista, sus ojos azules estaban rojos. Lena tardíamente se reprendió por la imprudencia de proponer algo como eso—. O sea, tú puedes observarnos, juro que no le haré nada, es más, no me acercaré a menos de dos metros de ellas...
Kara soltó una pequeña risa, achicando sus ojos azules y desconcertando a Lena de inmediato por su cambio de actitud.
—Lena, Maggie te dejó sola con la niñas —le recordó Kara, lo que abochornó a Lena— y si ella que es un agente del FBI confío en ti, ¿por qué yo no lo haría?
—Porque soy un Luthor, Kara y eso ya me lo has dicho.
Con eso, Lena le dio la espalda a Kara, regresando a donde estaban las niñas inmersas en seguir armando el rompecabezas, y como había prometido, se quedó a unos dos metros de las pequeñas rubias. Sentía la mirada de Kara hacia ella, aunque le doliera, debía dejarle ver a Kara Danvers que su acusación le había dolido, porque de todas las personas en el mundo, no sabía porque la aprobación de Kara por ser una Luthor de las buenas era tan importante, hasta hace unos días responderse esa pregunta: «nadie quiere que el amor de su vida le odie».
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Secretos Oscuros Del Corazón (Supercorp) AU
FanfictionKara Zor-El sufrió por la pérdida de sus padres a una temprana edad, y deseó también morir con ellos, pero el destino la hizo conocer a la familia Danvers, quienes la acogieron y le dieron la oportunidad de tener de nuevo una familia. Sin embargo, a...