CAPÍTULO XXII: A LAS MALAS, TODO SE CONSIGUE.

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Maggie esperaba a Alex despierta, se suponía que debía haber llegado hace más de dos horas, porque Brainy se lo comunicó cuando la llamó al teléfono de la comisaría y no atendió; pensó que estaría en casa de Kara, pero su cuñada le dijo que no la había visto ni habían podido hablar desde hace bastante días. Todo lo que había pasado con respecto a Lena Luthor, las tenía en tensión, y se les había complicado conversar y volver a su rutina. La morena, aún conservaba el anillo escondido, después de saber que Lena era una Luthor y que la había ayudado a pedirle matrimonio a Alex, no tuvo el valor ese día de proponerlo, la culpa la invadía y aún, abarcar el tema estaba fuera de la mesa.

El tintineo de las llaves caer sobre la mesa, le avisó a Maggie que su novia había llegado y se lo confirmó al oír la puerta de la habitación abrirse, pudiendo ver a través de las luces que se transmitía por la ciudad, que la pelirroja venía tomada, el olor a alcohol inundó la habitación; la torpeza con la que batallaba para quitarse la ropa, era evidente. Maggie encendió la luz de su mesita de noche, enseguida los ojos marrones de Alex se fijaron en ella e hizo una mueca al ser descubierta.

—No quería despertarte, Mags... —susurró Alex, luchando con quitarse su jeans sin fijarse que tenía los zapatos puestos.

—No lo has hecho, ni siquiera he podido dormir por esperarte —contestó la morena, poniéndose de pie para ayudar a su novia.

Ver una Alex borracha era un entretenimiento en ocasiones, pero esta vez, para Maggie era una preocupación, porque eran pocas las veces que ambas iban a tomar solas y conociendo como era Alex, su temperamento y la forma de guardar sus emociones, quizás tenía que ver con su relación con Kara, de cómo estaban las cosas entre ellas. La morena nunca se metía en sus peleas o discusiones, pero le exasperaba lo testaruda que ambas hermanas eran y que preferían ignorarse, antes de hacer las paces. Cuando Alex por fin se cambió de vestimenta, su teléfono sonó y aunque ninguna de las dos les gustaba que se metieran en su privacidad, como era revisar teléfonos ni computadoras de la otra, la insistencia de la llamada la inquietó; se cortó antes de tomarla, leyendo el nombre de Sam Arias. Se angustió un poco, se había enterado que Kara iba a renunciar pero dado que Lena estaba apoyando el proyecto de la castaña y que sus compañeros también, la rubia había pospuesto su renuncia, y ella deducía que se debía a sus intermitentes pensamientos de pensar si Lena era una buena o mala Luthor.

La notificación de un texto la sacó de sus especulaciones, se fijó que volvía a ser Sam, pero las alertas y los celos salieron a colisión, solo por leer el mensaje que no era para ella.

«Fue una bonita noche, Alex.

Espero que volvamos a repetirla muy pronto.

Me alegra estar en sincronía contigo y, deseo que hayas llegado sana y salva a casa».

Alex y ella se contaban relativamente casi todo, o eso pensaba Maggie, quizás su sentimiento de culpa de no contarle que conocía a Lena o que era la persona junto a las mellizas de organizarle su cena aquel día, la carcomía. Dejó el teléfono de Alex cerca de su mesita de noche, mientras se acostaba y cerraba los ojos, ordenándole a su cerebro que no se hiciera ideas, porque Alex la amaba, y no había una razón para que dejara de hacerlo. Pero una duda apareció, recordó el caso de los niños, cuando Alex antes de dormir le confesó que quería ser madre: a Maggie no le molestaba los niños, pero dado su falta de amor por parte de sus padres, no quería traer niños al mundo a pasar lo mismo si ella no era capaz de amarlos. Aunque Alex le aseguró que lo comprendía, Maggie vio el dolor cruzar por su rostro, y entonces, saber que estaba con Samantha Arias, quien tenía una hija, y era soltera hasta donde sabía, la hacía dudar más ahora. ¿Qué pasaba si Alex estaba pidiendo consejos para ser madre y sin contarle? O peor aún, ¿qué pasaba si Alex se estaba acercando a Samantha con la excusa de estar cerca de Kara y sería solo para coquetear? Cuando conoció a la pelirroja, la vio como una chica feroz, altanera y prepotente, pero a la hora de estar juntas, Alex era una tierna chica que se sonrojaba con palabras subidas de tonos, por lo que la segunda opción no era fiable, dejándola con la primera: ¿de verdad Alex preferiría hacer eso a sus espaldas? Si eso era así, era mejor cuánto antes abordar tantas cosas antes que ambas se lastimaran.

[...]

Eve entró a la pequeña sala con una gran sonrisa, con solo ver a Lex su día se iluminaba, era como ver una puesta de sol, alegrándole su día. Lex cada día parecía cansado, quizás pendiente de que nadie le hiciera daño, aunque ella se encargaba que no ocurriera, lo amaba tanto y cuidaría de él hasta que saliera de esta horrible prisión, donde no tenía derecho en estar, porque nadie entendía el sacrificio y el bien que Lex le hacía a la humanidad, para que lo condenaran solo por querer avanzar con la ciencia. Dio unos cuantos pasos para ser recibida por Lex con los brazos abiertos, por lo que gustosa se fundió en él, pese a que sabía que su humor cambiaría por las malas noticias que le traería.

—Eve, mi hermosa Eve —dijo Lex, dándole un beso en la mejilla—. ¿Qué noticias traes de mi hermanita, cariño?

La rubia no pudo evitar hacer una mueca, separándose y mirando al amor de su vida con pesar, deseaba tener poderes mentales y poder controlar la mente de todos los que quisiera, para así mantener feliz a Lex, pero desgraciadamente no podía. Ni con sus métodos menos ortodoxos, logró que Lena cayera y viniera a ver a su hermano, era una chica difícil de presionar, de hacer caer en trampas o quizás, era porque solo la conocía por las cosas que Lex le había contado, lo que no era más que lo necesario.

—No he podido hablar directamente con tu hermana, rechaza tus cartas y desvía las llamadas, así como no le interesa las amenazas que le haga —confesó Eve, sintiéndose inútil ante Lex.

Lex se comenzó a reír, desconcertando a la rubia, pensando lo peor por haberle fallado y que debía compensarlo de alguna manera. Pero, la actitud de Lex le decía otra cosa, lo que le ponía los vellos de punto por no saber interpretar esa risa sin cesar, haciéndolo doblar y agarrándose su estómago por su histeria de risa. Eve, se quedó estática unos minutos, viendo como Lex se recomponía y limpiaba lágrimas de sus ojos.

—Cariño, eso es algo de esperar de Lena Kieran, es una Luthor después de todo —comentó Lex, sonriendo abiertamente—. Y con ello, me da mucho pesar que tendrá que venir a verme por las malas, porque ella sabe que yo, Lex Luthor siempre consigo lo que quiero y cuando quiero.

Eve sonrió emocionada al oír la alegría de Lex, ver sus ojos brillar por su gran idea formándose en su cabeza, no le importaba que difícil sería ejecutarla, porque mientras ella estuviera allí, viéndolo triunfar, sería más que suficiente. El mundo no sabía lo que se perdía al tener encerrado a Lex, pero ella sería la primera persona en demostrar lo equivocados que estaban y estaba segura, que si llegaba a tener a Kara Zor-El de frente, la haría pagar por haberle arruinado el gran futuro a Lex, costara lo que le costara.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Secretos Oscuros Del Corazón (Supercorp) AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora