Arthur:
Esta gritando.
Y yo cubriendo mis orejas.
Paciencia, Arthur.
—Deja de gritar.—Alzo la voz a la altura de su grito.—Asustaras a mi hijo.
—¿Tu que... —Se quita las sabanas y deja al descubierto sus piernas denudas.
Enseguida me giro.
—Diablos diablos.. diablos...
—Te encontramos afuera y te traje aqui.. ¿Qué paso? —Hago una pausa.—¿Te perdiste?
Escucho que se queja y me giro evitando ver más abajo de lo cubierto, ella da un paso y se va hacia adelante.
Joder.
La sostengo a tiempo y termino en el suelo con ella, rodeándola con los brazos.
—¿Qué parte de que te encontre afuera no has entendido?
Respira cansada y es normal, entonces los ojos se le abren y mira hacia arriba encontrándose con los míos.
Son azules.
—No puedo estar aqui, tengo que salir.
Nuevamente insiste en ponerse de pie y le ayudo, pero sigue débil.
—Lo que debes hacer es regresar a la cama y descansar.
Esta tan débil que me deja llevarla de nuevo a la cama.
—¿Dónde ... donde estoy?
—En mi resort.
—¿Y por qué dices que no sabes quien soy? La reservación...
—Nadie viene aqui, señorita.—Le aclaro.
Me analiza confusa.
—Eres muy amable y un extraño .—Enarca la ceja de pronto.—¿No eres un asesino serial o algo por el estilo?
Vaya manera de agradecer a quien la salvo.
—Sorprende como llegaste a esa conclusión.—Suspiro.—¿Por qué un asesino serial en medio de una tormenta?
—No lo se, dímelo tú.
Paciencia.
—Espera... ¿Hay una tormenta?
Asiento.
—Quédate aqui.—Le pido.—Te traeré un poco de comida.
—Espe...
No llega a decir nada y salgo de la habitación, encontrando a mi hijo al lado del perro en el pasillo.
—August, ven aqui.—Lo llamo y el viene.
Me agacho hasta estar a su altura.
—¿Ya despertó, papi?
—Si, ya despertó.—Observo la puerta.—No quiero que te acerques a ella y menos si no estoy.
—¿Es una mala persona?—Pregunta en su inocencia.
Suspiro.—Esperemos que no.
Brie:
Mi teléfono esta todo empapado y echado a perder, intento encenderlo en un intento, pero.... no, no sirve de nada.
—Esto no esta pasando.—Coloco mis manos sobre mi cabeza, reviso mis manos y las siento frías, pese a que tienen parches.
Me ha curado.
Levanto la mirada y descubro a alguien asomándose por la puerta.
—¡Hey!
No dice nada, solo se esconde.
—Ya te vi.
Vuelve a asomarse, es un niño. Me intento levantar y llegar a el, pero echa a correr.
Suspiro agotada y vuelvo a acostarme mirando el techo descuidado.
Dijo "Nadie viene aqui" y ya entiendo porque.
Arthur:
El desayuno que le lleve y regrese a la cocina ya esta frío, y dado el estado en el que su cuerpo esta, opto por servirle sopa de verduras de lo que sobro anoche, reviso que este en buen estado antes de ponerlo a calentar y servirlo en un plato.
—Parece buena persona.—La voz de mi hijo llega a mis oídos.
Suspiro.—¿Te acercaste a ella, no es verdad?
—No.—Contesta rapido.—Solo me asome... pero no es mala persona.
—Eso lo juzgare yo, August.
Pone cara triste.
—¿Eso es para ella?
—¿No tienes tareas que hacer?
—No.
—Entonces ve a jugar y lleva al perro contigo.
Hace caso como siempre mientras yo subo los escalones llevando la sopa en una bandeja, empujo la puerta con el pie al llegar a la habitación y la veo pelear con el teléfono.
—Lo siento, murio.—Menciona y lo deja a un lado, enseguida se da cuenta de la bandeja.—¿Eso es para mi?
Asiento y el estomago le suena, aguanto una carcajada. Le ayudo con la bandeja y la veo comer mientras yo ocupo la silla frente a su cama.
—Lamento haberte llamado asesino serial.
Ignoro eso.—¿Cómo llegaste aqui?
—Buscaba un resort, te lo dije.
—Ya te dije que no hay otro resort más que el mío y los clientes que suelen venir se quedan varios dias.
—Eso es lo que hace un resort.
—No, señorita. No por voluntad, son las tormentas lo que los obliga quedarse.
Trago la última cucharada.—¿Cuánto duran?
—No sabría decirlo.
—¿Cómo no? Si este no es el lugar al que debi llegar alguien será regañado y debo regresar lo antes posible.
Me pongo de pie.
—No te retendré, pero no esperes que sea tu Superman de nuevo, tengo un hijo por el cual vivir y es mejor que no pienses en eso ahora, si sigues de insistente, ten en cuenta que necesitaras fuerzas para atravesar esa tormenta.
Le doy la espalda y me dirijo a la puerta.
—Hay varios baños, uno al final del pasillo y otro en el primer piso, son los más cercanos. Vendré por el plato despues.
—Espera.
Me detengo.
—Aun no se tu nombre, ni el de tu hijo. Ustedes me salvaron ¿No?
—Solo te daré el mío, por obvias razones.
Me mira en silencio y enseguida se presenta.—Soy Brie, Brie Leopold.
—Arthur.—Contesto.—Arthur Dobermar. Es un placer, Brie.—Hablo sarcástico.
Ella medio sonríe.—El placer es mío, Arthur.
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Tormenta en Noruega
RomanceCansada de su vida de estrellato, la golfista Brie Leopold decide tomar un vuelo de vacaciones a Noruega antes de su competencia final en Alemania. Sus planes son simples o parecen simples ... y lo son hasta que por un error termina tomando el autob...