¨Fiesta II¨

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...

La noche siguió su curso, la lluvia golpeando suavemente contra las ventanas del cuarto, el sonido del agua cayendo al ritmo de sus respiraciones agitadas. El ambiente estaba cargado de una electricidad que no había existido antes entre ellos, una tensión que ya no se podía ignorar.

Cinco, aunque siempre tan controlado, había dejado que todo se desmoronara en ese momento. El frío de la tormenta afuera contrastaba con el calor en la habitación, donde ambos se encontraban, envueltos en una vorágine de emociones que ni ellos entendían completamente. Los susurros de la lluvia se entremezclaban con el sonido de sus cuerpos moviéndose lentamente, como si la tormenta no fuera más que un eco lejano de lo que realmente estaba ocurriendo entre ellos.

Isabel, con su respiración aún entrecortada, no podía pensar claramente. Estaba ahí, con Cinco, su cuerpo junto al suyo, y una mezcla de sensaciones la invadía. El alcohol en su sistema comenzaba a desvanecerse, pero no lo que sentía por él. No podía negar lo que había sucedido, lo que había hecho con él. Todo había sido una mezcla de confusión, deseo y algo más, algo más profundo que no podía comprender en ese momento.

Cinco la observó, su mirada fija en ella, su mente aún en conflicto. Aunque había estado buscando el control durante toda la noche, algo en Isabel, en su presencia, había logrado quebrarlo. Y ahora, con la tormenta resonando en el fondo, se sentía más vulnerable que nunca.

"¿Qué estamos haciendo, Isabel?" —su voz era baja, cargada de una mezcla de frustración y algo que podría haber sido preocupación.

Isabel, aún acostada cerca de él, lo miró por un momento, sus ojos brillando con la luz tenue de la habitación. La lluvia seguía golpeando las ventanas, y el ruido de las gotas caía como una melodía triste, casi como si el mundo los estuviera observando, preguntándose si esto era lo que realmente querían.

"Lo que queríamos, ¿no? Lo que hemos estado evitando." —dijo ella, su tono suave pero desafiante. Sus palabras salían como un susurro, pero había una certeza en su voz que la hacía difícil de ignorar.

Cinco la miró fijamente, sus pensamientos dándole vueltas. Sabía lo que había pasado, lo que sentían, pero aún le costaba aceptarlo. Todo lo que siempre había querido era control, y con Isabel, ya nada estaba bajo su mando. Pero, a su vez, no podía alejarse. Algo en su interior le decía que ella era diferente, que esto, lo que sucedía entre ellos, ya no era solo un juego.

"No te equivoques, Isabel," —respondió él, su tono aún serio, pero con algo de suavidad. — "No se trata solo de lo que quieres o lo que yo quiero. Se trata de lo que necesitamos, aunque ninguno de los dos lo quiera admitir."

Isabel suspiró y se acomodó más cerca de él, sus dedos rozando su piel, tocando esa parte de él que rara vez dejaba ver a los demás. La lluvia seguía cayendo sin cesar, y a través de la ventana, parecía que el mundo entero estuviera lavando todo lo que había ocurrido esa noche. Todo, menos lo que quedaba entre ellos.

"Entonces, ¿qué hacemos ahora?" —preguntó Isabel, su voz casi inaudible, pero cargada de un tono que ninguno de los dos podría negar.

Cinco la miró por un largo momento, sus pensamientos chocando dentro de su cabeza. La tormenta afuera seguía arremetiendo contra el vidrio, y la presión entre ellos seguía aumentando. No había vuelta atrás. Algo había cambiado, y ambos sabían que nada sería lo mismo después de esa noche.

Isabel lo miró con curiosidad, su mente aún nublada por lo ocurrido, pero los recuerdos comenzaban a cobrar claridad. Le tomó un momento procesar lo que había dicho, y su mirada se volvió más profunda, más preocupada.

¨Sombras de lo que eramos¨Where stories live. Discover now