Apenas había amanecido y el hotel donde se hospedaba la banda ya estaba rodeado de fans. El eco de los gritos llenaba los pasillos, recordándoles a cada paso que estaban atrapados en el ojo público. Para algunos, la atención constante era un sueño; para otros, una prisión dorada. Liam pertenecía a los últimos.
Después del concierto de la noche anterior, el agotamiento se sentía en cada fibra de su cuerpo. Se había dado al cien, había dejado el alma en el escenario, pero una vez en su habitación, lo que más ocupaba su mente no era la presentación... sino Zayn. La imagen de sus ojos fijos en él, de ese boceto que parecía gritar una verdad oculta, le rondaban la cabeza sin descanso.
Mientras desayunaban en una sala privada del hotel, cada uno de los chicos se enfocaba en sus propias rutinas. Louis contaba una historia exagerada sobre un fan que casi se desmaya al verlo, Harry se reía de algo que Niall le decía, y Shawn parecía más interesado en revisar los comentarios en sus redes. Solo Liam estaba ensimismado, hasta que una presencia conocida se sentó a su lado.
Zayn, con una sonrisa leve y enigmática, le dio los buenos días.
—Aún no me recupero de lo de anoche —le dijo Liam, rompiendo el silencio. Quería decir algo significativo, pero las palabras se le escapaban.
—¿Del concierto o del boceto? —preguntó Zayn, sin apartar la mirada. Su tono era bajo, casi un susurro, como si la conversación fuera un secreto solo entre ellos.
—De ambos —admitió Liam, bajando la voz también—. Nunca había sentido algo tan... intenso.
La sonrisa de Zayn se amplió un poco, y antes de que pudiera decir algo más, Louis interrumpió, empujando juguetonamente a Liam.
—¡Eh, chicos, dejen de murmurar secretos! ¡Estamos en familia! —dijo con una risa. Todos se unieron a la broma, y el momento de intimidad entre Liam y Zayn se desvaneció tan rápido como había surgido.
Pasaron las horas, y los chicos tenían la tarde libre antes de dirigirse al siguiente destino de la gira. Mientras los demás se dispersaban para hacer sus cosas, Zayn se acercó a Liam y le hizo una invitación que él no pudo rechazar.
—¿Quieres venir a mi estudio? —le propuso—. Aún tengo el boceto de ayer, y creo que podríamos trabajar en algunos detalles juntos.
Liam aceptó sin pensarlo dos veces. Había algo en la voz de Zayn que lo hacía sentir seguro, incluso cuando sabía que explorar esa conexión era como caminar en la cuerda floja.
Llegaron al estudio de Zayn, un pequeño espacio lleno de pinturas, lienzos en blanco, y botes de pintura en desorden. A diferencia de la vida perfectamente organizada de la banda, este lugar era un caos creativo, un espacio donde los colores y las formas se fundían en libertad. Liam se sentía extraño y a la vez cómodo allí, como si hubiera sido parte de ese mundo toda la vida.
Zayn sacó su libreta de bocetos y le mostró el dibujo que habían comentado antes. Liam observó cada línea, cada trazo oscuro y cada destello dorado que Zayn había plasmado. Era como si las palabras de su canción hubieran cobrado vida en ese papel.
—Me gustaría saber qué piensas —dijo el moreno en voz baja—. Este dibujo... no lo hice solo pensando en la banda.
Liam lo miró con curiosidad, intentando captar el significado detrás de sus palabras.
—¿Entonces en quién pensabas? —preguntó, aunque la respuesta se sentía evidente en el aire, como si ambos estuvieran diciendo mucho sin pronunciarlo realmente.
Malik lo miró directamente, y en ese instante, Liam entendió. No era solo el dibujo ni la canción; era algo que se escondía en cada mirada, en cada gesto. Se estaba formando algo poderoso entre ellos, algo que ninguno de los dos podía poner en palabras.
—En alguien que ve la vida de una manera única —respondió Zayn—. En alguien que puede ver lo que otros no ven.
El silencio que siguió no fue incómodo, sino intenso. Era un entendimiento que no requería más explicaciones. Ambos sabían que compartían una conexión especial, una que podía ser un refugio en medio de la vorágine de fama y atención.
Zayn se acercó un poco más, y aunque no cruzaron la línea, el roce de sus manos fue suficiente para dejar claro lo que ambos sentían. Liam sentía el calor del pelinegro, y por un momento, deseó que el tiempo se congelara en ese instante. Pero sabían que no podían dejarse llevar tan fácilmente.
—Tal vez deberíamos volver antes de que alguien note que desaparecimos, —dijo Zayn con una sonrisa tímida. Liam asintió, sabiendo que regresar al mundo real significaba fingir que esa conexión solo existía en sus mentes, en su arte, y en miradas robadas.
Al salir del estudio, ambos se sintieron diferentes. Para Liam, el mundo parecía más colorido, más vivo, y aunque el temor a lo que podía pasar los hacía dudar, también los motivaba a crear. Lo que había comenzado como una simple colaboración artística estaba floreciendo en algo más, algo profundo que, a pesar de los riesgos, les hacía sentir que todo valía la pena.
Espero les guste.