Epílogo II

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- Mi nombre es Samantha Rivera, pero puedes llamarme Samy. ¿Cómo te llamas, hermosa? -

Tenía que estar imaginando esto, ¿verdad?

Quiero decir, Samy no puede estar sentada aquí a mi lado, luciendo tan caliente y ruda como un héroe de acción, dándome esa sonrisa que derrite las bragas y esa voz tan suave como la seda. 

Seguramente, había llevado mi imaginación demasiado lejos, o había bebido demasiado.

Bebí un sorbo de sangría.

Los ardientes ojos cafés de Samantha me evaluaron desde arriba del borde de su vaso.


Dos pueden jugar un juego.


- No hablo con extraños - le dije.

- Ah, vamos. Déjame invitarte una bebida al menos. - Ella continuó.

Estaba actuando mucho al no parecer desesperada, pero todo lo que quería hacer era acurrucarme en su regazo y tener su boca sobre la mía. Incluso pensar en eso, hizo que mis rodillas se debilitaran.

- Tengo novia - le informé y espero su reacción. Para ver la sorpresa en su rostro o incluso la decepción, pero ella solo suena como lo astuta que era.

- ¿De verdad? - preguntó, sonriendo. -- Suertuda, bueno, es una lástima porque todavía estoy soltera -

- Ahora que sabes que tengo novia, ¿Qué tal si vas y molestas a alguien más? - dije tomando un sorbo de mi bebida. En lugar de sentirse insultada como lo haría cualquier persona normalmente, se acercó a mí.

 Podía oler el color abrumador de almizcle y lavanda, era demasiado adictivo. Eso no había cambiado en ella, pero ahora tenía una apariencia más relajada.

Sentí la necesidad de pasar mis dedos por su peso cabello.

- Solo quiero seguir molestándote hasta que finalmente te rindas - Susurró cerca de mi oído y eso puso la piel de gallina en mi cuerpo.

Se había quitado la chaqueta de cuero y ahora podía ver la camiseta negra que llevaba debajo, dejando sus brazos descubiertos. Ni sus delicioso cuerpo ni su sexy sonrisa me iban a distraer esta noche.

Me había dejado sola durante seis meses, ¿esperaba una fiesta de "bienvenida a casa"?

- ¿Podrías dejarme en paz por favor? - Yo pregunté.

Cuando en verdad no quería que se fuera, ¡como siempre! Pero prefiero comer hierba recién cortada del césped que admitirlo. 

- Te daré cinco segundos para que te vayas, Cotton-Candy. Si no lo haces, te llevaré a un salón privado como una mujer de las cavernas y luego no podrás decir que no -

- Escucha... -

- Cinco... -

Tomé un sorbo de mi bebida.

- Cuatro... -

- Tres... -

Me quedé sentada allí mismo, sin mover un músculo.

- Dos. Uno - Se rio. - Has tomado tu decisión -

Sus fuertes brazos pasaron por debajo de mis rodillas y el otro alrededor de mis hombros, me llevó al estilo nupcial hacia los salones. Las cabezas se volvieron y algunas personas no vitorearon mientras se abría paso entre la multitud conmigo en sus brazos.

°Asilo Mental° || Adaptación Rivari ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora