EDDIENo sé en qué momento se volvió tan difícil mirarlo sin sentir este nudo en el estómago. Tal vez fue después del evento del colegio de Christopher, cuando lo vi abrazarlo y decirle que era su segundo papá sin siquiera dudar. O tal vez fue antes, cuando me di cuenta de que Buck estaba ahí para nosotros más de lo que yo mismo podía estar.
Hoy estamos en mi casa. Christopher duerme en su habitación, y la casa está tranquila. Buck está en el sillón, con esa sonrisa fácil que parece siempre tener guardada para mí. Pero yo no puedo más. Siento que si no digo algo ahora, nunca lo haré.
—Buck, tenemos que hablar —digo, y mi voz sale baja, más temblorosa de lo que me gustaría.
Él levanta la mirada, dejando el control remoto a un lado. Me estudia, tratando de leerme como siempre hace, pero esta vez creo que ni él se imagina lo que estoy a punto de decir.
—¿Pasa algo? —pregunta Buck, y su voz suena preocupada. Lo conozco bien; puedo ver cómo empieza a repasar cada conversación reciente, cada pequeña interacción, buscando alguna señal de que algo salió mal.
Quiero decirle que no es nada malo, que no tiene que preocuparse, pero las palabras siguen atoradas en mi garganta. Miro hacia la cocina, buscando un respiro, algo que me distraiga de la intensidad de su mirada. No hay escapatoria esta vez. Es ahora o nunca.
—Eddie, ¿qué pasa? —repite Buck, esta vez más cerca. Se ha levantado del sillón y está parado justo enfrente de mí. Me tiene completamente acorralado, no físicamente, sino emocionalmente. Como siempre.
—Es que... —empiezo, y me río, pero no porque sea gracioso. Es una risa nerviosa, casi desesperada. Ni siquiera sé cómo decirlo—. No sé cómo explicarlo.
Buck se queda en silencio, esperando. Nunca he conocido a alguien con tanta paciencia, y eso me desarma aún más.
—Es sobre nosotros, Buck —digo al fin, y veo cómo sus ojos se ensanchan un poco, pero no de sorpresa, sino de algo más que no alcanzo a identificar. Es como si estuviera esperando estas palabras desde hace mucho tiempo.
Siento que mis manos tiemblan, así que las meto en los bolsillos. Me obligo a mirarlo, a enfrentar esto.
—Lo que siento por vos... ya no es solo amistad —admito, y mi voz se quiebra al final. Nunca me había sentido tan vulnerable, tan expuesto—. No sé cuándo cambió, pero cambió, y ya no puedo ignorarlo. No quiero ignorarlo.
El silencio que sigue es casi insoportable. Veo a Buck respirar hondo, como si estuviera tomando aire para zambullirse en aguas profundas.
—Eddie... —susurra mi nombre, y su voz suena como un suspiro, cargada de algo que no esperaba: alivio.
—Eddie... —dice otra vez, y escucharlo susurrar mi nombre me deja sin aliento. Nunca lo había escuchado así, tan suave, como si estuviera cuidando mis sentimientos con la misma delicadeza con la que cuida a Christopher.
Buck da un paso más hacia mí, hasta que ya no hay espacio entre nosotros. Puedo ver cada detalle de su rostro, cada pequeña arruga que se forma alrededor de sus ojos cuando sonríe, pero esta vez no está sonriendo. Está mirándome con una mezcla de ternura y algo más profundo, algo que me hace querer apartar la mirada y esconderme, pero también me obliga a quedarme.
—No tenés idea de cuánto tiempo llevo esperando que me digas esto —dice al fin, con una risa suave, como si no pudiera creer lo que está pasando. Sus manos están temblando, pero no intenta ocultarlo. Buck nunca oculta nada, es una de las cosas que más admiro de él.
—¿Esperando? —repito, sintiendo cómo el alivio se mezcla con la incredulidad. Toda esa preocupación, todas esas noches preguntándome si estaba a punto de arruinarlo todo, y resulta que él estaba esperando este momento.
Asiente, y sus dedos rozan los míos. Es un toque pequeño, pero el calor que siento es suficiente para quemarme.
—Eddie, yo también... —se interrumpe, su voz quebrándose por la emoción. Buck, que siempre tiene las palabras justas para calmar a todos los demás, ahora está luchando por encontrarlas para sí mismo—. Nunca quise presionarte, nunca quise que te sintieras obligado a decirme nada, pero lo que siento por vos... va más allá de cualquier cosa que haya sentido antes.
Lo miro, buscando algún rastro de duda, algo que me diga que estoy interpretando esto mal, que estoy soñando despierto, pero solo veo sinceridad. Y me doy cuenta de que todo este tiempo, él ha estado esperando que yo lo alcanzara, que me diera cuenta de lo que realmente sentía.
—No puedo creer que esté pasando esto —admito, riendo un poco, y suelto el aire que llevaba conteniendo. Buck me devuelve la sonrisa, esa sonrisa cálida que siempre me hace sentir como en casa.
—¿Crees que esto es casualidad, Eddie? —me pregunta, con un brillo travieso en los ojos. Es una de sus bromas, pero esta vez, es mucho más que eso.
Y no puedo evitarlo. Me río, una risa genuina que sale desde lo más profundo. Me acerco un poco más, y esta vez soy yo quien toma su mano. La sensación es tan natural, tan perfecta, que me pregunto por qué nos tomó tanto tiempo llegar hasta aquí.
—No, Buck —le digo, apretando su mano como una promesa—. Esto nunca fue casualidad.
Después de ese primer beso, el aire entre nosotros cambia. Nos quedamos allí, tan cerca, el uno del otro, sin decir nada, pero con todo el peso de lo que acabamos de compartir flotando a nuestro alrededor. Sus ojos, esos ojos azules que siempre me han dejado sin palabras, ahora me miran de una manera que no puedo describir. Y yo lo miro de vuelta, tratando de captar cada pequeño cambio, cada emoción que se refleja en su rostro.
Buck da un paso más hacia mí, y sus manos se deslizan por mi espalda, firmes pero suaves, como si estuviera asegurándose de que esto no sea un sueño. El roce de su piel contra la mía me hace sentir tan presente, tan vivo, que no quiero que este momento termine.
—No... sé qué hacer con esto —digo, apenas un susurro, como si decirlo en voz alta pudiera romper la magia del instante.
Buck sonríe, esa sonrisa suya tan tranquila, tan segura, y sus dedos encuentran mi mejilla, acariciándola con ternura. Me hace sentir como si todo lo que hubiera pasado hasta ahora fuera solo una preparación para este momento.
—No tenés que hacer nada —responde, su voz grave, y siento cómo se me acelera el pulso, como si todo mi cuerpo estuviera reaccionando solo a su presencia—. Solo... déjalo ser.
Y lo dejo ser. Me acerco de nuevo, y esta vez el beso es más profundo, más lento, como si el tiempo se hubiera detenido para nosotros. Hay algo en la forma en que sus labios se mueven con los míos que me hace sentir más conectado a él de lo que jamás imaginé.
Mi mano viaja hasta su nuca, y siento cómo un escalofrío recorre su piel. Buck se pega más a mí, y en ese momento, todo lo demás deja de existir. Nos movemos despacio, casi con reverencia, explorándonos por primera vez, con una urgencia suave que no necesita palabras para ser entendida. Es todo lo que hemos guardado, todo lo que hemos reprimido, finalmente liberándose.
Cuando nos separamos, ambos estamos respirando con dificultad, nuestras frentes apoyadas la una contra la otra. El silencio en la habitación es cómodo, pero también cargado de algo más. Puedo sentir su corazón latiendo tan rápido como el mío, y esa sincronía me da una paz que nunca había sentido.
—Eddie... —dice Buck, su voz apenas un susurro, como si lo que fuera a decir costara más que todo lo anterior. Y lo miro, buscando en sus ojos, y lo veo ahí: el amor, el cariño, todo lo que nunca dijimos en palabras hasta ahora.
—Te amo —le digo, sin pensarlo dos veces. Porque es verdad, y decirlo se siente como respirar por primera vez.
Buck cierra los ojos por un momento, como si estuviera procesando mis palabras, y cuando los vuelve a abrir, hay lágrimas acumulándose en sus pestañas, pero también una sonrisa que me parte el alma de lo hermosa que es.
—Yo también te amo, Eddie. Siempre lo hice.
Nos besamos otra vez, pero esta vez es diferente. Es suave, lleno de promesas, de todo lo que está por venir. Y por primera vez en mucho tiempo, siento que todo está en su lugar.
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¿Fue casualidad? - BUDDIE[BUCK Y EDDIE]
FanfictionBuck y Eddie siempre han sido inseparables, dos amigos que, sin darse cuenta, se han vuelto el centro de la vida del otro. Pero a veces, la línea entre amistad y algo más puede ser muy fina. Pequeños momentos, miradas y malentendidos empiezan a entr...