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Narra Irina

El viento soplaba con fuerza a través de los pasillos de Hogwarts, anunciando la llegada del invierno. Las primeras nieves caían fuera del castillo, cubriendo el suelo con una capa blanca que apenas lograba suavizar las tensiones que se habían acumulado en mi interior durante las últimas semanas. Ya casi había llegado el final del curso, y con ello, las vacaciones de verano. En ese tiempo, sabía que las cosas entre Fred, George y yo tendrían que aclararse, de alguna forma. Las emociones ya no podían ser ignoradas por mucho más tiempo.

Había pasado los últimos días tratando de mantenerme ocupada. Las clases, los deberes y las interacciones con mis amigos, pero sobre todo con los gemelos, parecían estar absorbiendo toda mi energía. Cada vez que cruzaba caminos con Fred y George, algo en el aire cambiaba, un roce de miradas, una palabra que dejaba algo sin decir, algo que se esperaba de mí, pero que nunca llegaba a manifestarse de forma clara.

Esa tarde, en el gran comedor, la atmósfera era aún más densa de lo habitual. Fred y George estaban en su lugar habitual, sentados con su grupo de amigos de Gryffindor. No obstante, los gemelos no podían evitar mirarme, incluso a distancia. Cada vez que nuestros ojos se cruzaban, sentía un tirón en el pecho, una mezcla de deseo y confusión. Sabía que ellos también lo sentían, pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso.

La tensión entre los tres ya no era solo un secreto a voces; se había convertido en un juego peligroso, uno que no sabía si estaba dispuesta a seguir. Fred y George eran como una tormenta, impredecibles y destructivos, pero también apasionados y protectores a su manera. Y yo... yo no sabía si debía resistir o ceder a sus demandas.

Me estaba levantando de la mesa para dirigirme a la sala común de Slytherin cuando vi que Fred se levantaba al mismo tiempo, caminando hacia mí con una sonrisa que, aunque juguetona, parecía esconder algo más. George lo seguía de cerca, su mirada fija en mí con una intensidad que me hizo sentir pequeña, como si estuviera observando cada uno de mis movimientos, buscando algo en mi rostro.

—¿A dónde vas tan rápido, Irina? —Fred preguntó, su tono tan relajado como siempre, pero con un toque de algo más, como si estuviera a punto de decirme algo importante.

George se detuvo junto a él, cruzándose de brazos, pero sin desviar la mirada de mí. —¿Te molesta nuestra compañía? —su pregunta fue directa, pero no dejaba de ser una insinuación más profunda, como si tratara de medir hasta dónde estaba dispuesta a llegar.

No sabía si debía responder con la misma intensidad o mantener la calma. Parte de mí quería responderles con algo sarcástico, mantener las distancias, pero otra parte sentía que, si no lo hacía ahora, nunca tendría el valor de hablar.

—No me molesta —dije finalmente, eligiendo la sinceridad sobre el sarcasmo. —Solo estaba tratando de escapar de toda la tensión.

Fred se acercó un paso más, sus ojos brillando con esa chispa traviesa que siempre tenía. —¿Escapar de nosotros? —repitió, como si fuera un desafío. —No creo que puedas escapar tan fácil.

George, siempre más serio, me miró fijamente, como si estuviera evaluando mis palabras. —No se trata de escapar, Irina. Se trata de tomar una decisión.

No entendí completamente lo que quería decir, pero sentí que las palabras de George no eran casuales. Había algo profundo detrás de ellas, algo que hacía que mi corazón latiera más rápido, como si estuviera en el borde de un precipicio, a punto de lanzarme a lo desconocido.

—¿Qué decisión? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta. Algo dentro de mí me decía que ellos ya sabían lo que querían, que me estaban presionando de manera sutil, pero calculada.

Fred se adelantó un paso más, su rostro ahora más serio, pero aún con una sonrisa en los labios. —La decisión de estar con nosotros. De dejar de jugar a ser distante. Ya lo sabemos, Irina. Sabemos lo que quieres, lo que sientes. Y estamos dispuestos a dártelo, si es lo que realmente quieres.

Mi respiración se volvió irregular, y el miedo a lo que podría significar todo eso me hizo vacilar. Pero antes de que pudiera responder, escuchamos el sonido de unos pasos acercándose rápidamente. Me giré, y vi a Draco Malfoy caminando hacia nosotros con una expresión desdeñosa.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Malfoy, mirando a los gemelos con desdén. Su mirada recorrió a Fred y George, y luego se centró en mí. —¿Estás realmente con ellos, Irina? ¿O solo estás jugando con ellos como siempre?

No pude evitar un suspiro de frustración. Malfoy siempre tenía algo que decir en el momento menos oportuno, y no estaba dispuesta a que interfiriera en lo que había comenzado a ser una conversación importante.

—No es asunto tuyo, Malfoy. —Respondí con firmeza, aunque mi voz temblaba un poco. Sabía que estaba siendo directa, pero en ese momento no podía preocuparme por lo que pensara Draco. Fred y George me observaban, sus miradas aún fijas en mí, sin decir una palabra.

Malfoy frunció el ceño, pero no insistió. —Te estás metiendo en algo que no entiendes, Irina. No puedes estar con ellos, no puedes pertenecer a dos mundos tan diferentes.

Antes de que pudiera decir algo más, Malfoy giró sobre sus talones y se alejó, pero su presencia dejó un eco en la sala. Había una amenaza en su actitud, como si estuviera intentando advertirme de algo que no alcanzaba a comprender del todo.

Con la salida de Draco, la atmósfera se tensó aún más. Fred y George no se apartaron, y yo sabía que la pregunta que rondaba en mi mente había quedado flotando en el aire. ¿Qué significaba todo esto? ¿Qué decisión debía tomar?

Fred me miró, y su tono ya no era tan juguetón. —No te preocupes por Malfoy, Irina. Nadie va a interferir en lo que estamos construyendo. Esto es entre nosotros tres, y no necesitamos la aprobación de nadie más.

Mi corazón latía a toda velocidad, y sentí una mezcla de incertidumbre y deseo. Fred tenía razón en algo: lo que estaba sucediendo entre nosotros no era algo que necesitara la aprobación de otros. Pero eso no lo hacía menos complicado.

—¿Y qué pasa ahora? —pregunté, sin saber muy bien a qué me refería. ¿Qué querían exactamente de mí? ¿Qué esperaban que hiciera?

George se adelantó un paso más, su mirada fija en mí. —Lo que pasa ahora, Irina, es que necesitamos que tomes una decisión. Esto no es solo un juego para nosotros. Lo que estamos sintiendo es real.

La respuesta de George me dejó sin palabras, y por un momento, el mundo a mi alrededor pareció desvanecerse. Todo lo que quería era entender qué estaba pasando, pero la respuesta parecía estar más allá de lo que podía procesar en ese momento.

Fred, observando mi confusión, puso una mano sobre mi hombro. —No te apresures, Irina. Tómate tu tiempo. Pero ten claro que, cuando decidas, lo haremos juntos.

Mi mente estaba en un caos total. ¿Era realmente capaz de hacer una elección tan grande? Los gemelos Weasley me ofrecían una oportunidad de ser parte de algo diferente, pero ¿era eso lo que realmente quería? La vacilación me hacía sentir pequeña, pero sabía que pronto tendría que decidir: ¿seguía la corriente de la tensión entre ellos o me alejaba antes de que fuera demasiado tarde?

You Are Very Sexy- Los gemelos Weasley +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora