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Narra Irina

El fin del curso estaba a la vuelta de la esquina, y el ambiente en Hogwarts estaba cada vez más tenso, como una cuerda a punto de romperse. Las vacaciones de verano se acercaban rápidamente, y con ellas, la inevitable separación del castillo por un tiempo. Aunque sabía que ese espacio temporal podría darnos a todos algo de claridad, también era consciente de que, tarde o temprano, tendría que enfrentar la decisión que había estado evitando: ¿qué hacer con los gemelos Weasley? ¿Qué hacer con mi propio corazón?

Los pasillos de Hogwarts parecían más fríos que nunca, como si el invierno hubiera llegado para quedarse. Cada día se sentía más largo y pesado, y el hecho de que las vacaciones se acercaran solo aumentaba la presión. Sabía que, cuando saliera de Hogwarts, las cosas entre nosotros tres cambiarían. Las semanas que habíamos pasado en la escuela habían sido solo el principio de algo que, no importaba cómo lo mirara, no podía seguir ignorando.

Esa mañana, después de clases, me encontré en el Gran Comedor con Fred y George. Ya no importaba si estaba rodeada de amigos o compañeros, porque los gemelos siempre parecían ser el centro de mi atención. Los tres nos sentamos en una mesa en un rincón apartado, donde el bullicio de las conversaciones y risas no podía ahogar la tensión que se había creado entre nosotros.

Fred me miró con esa sonrisa traviesa que siempre llevaba, pero esta vez, su mirada era diferente. Había algo más serio detrás de esa expresión. —Así que, Irina, ¿ya has pensado en lo que hablamos? —su voz no era tan juguetona como de costumbre, algo había cambiado en él.

George, sentado a su lado, me observó con esa intensidad que siempre me hacía sentir pequeña. —Lo sabes, Irina. No podemos seguir jugando a este juego por siempre. Tienes que decidir de una vez.

Las palabras de ambos me hicieron estremecer, como si me estuvieran empujando hacia una verdad que ya no podía ignorar. ¿Por qué me costaba tanto decidir? Siempre había sido tan segura de mí misma, tan capaz de tomar decisiones rápidas, pero ahora, con ellos, todo era diferente. La tensión, el deseo, la posesividad, la incertidumbre... todo se mezclaba en un caos dentro de mi cabeza.

Suspiré y bajé la mirada hacia mi plato, donde la comida ya no me parecía tan apetecible. —Sé lo que esperan de mí. Pero no puedo tomar una decisión como si fuera fácil. —Mis palabras salieron con un suspiro, casi como si intentara convencerme a mí misma de algo que ya sabía.

Fred se acercó un poco más, inclinándose hacia mí, y en sus ojos vi algo que nunca había visto antes: vulnerabilidad. —No te estamos pidiendo que tomes una decisión ligera, Irina. Sabemos que esto es complicado. Pero no podemos seguir esperando a que lo decidas por nosotros. Esto... —Fred titubeó por un segundo, como si las palabras le costaran. —Esto es real, y sabes que lo es.

George se giró hacia su hermano, luego hacia mí, y por primera vez en mucho tiempo, pude ver una calma detrás de su mirada penetrante. —Nosotros no queremos presionarte, Irina. Pero no podemos vivir en la incertidumbre. Si esto va a pasar, que pase, pero no sigas jugando con nosotros.

Mi mente daba vueltas, como si los pensamientos se atropellaran unos a otros. Quería entender lo que realmente sentía, pero no podía. Parte de mí deseaba rendirme a la intensidad de sus sentimientos, a la forma en que me hacían sentir viva, deseada. Pero otra parte de mí temía lo que eso significaría: perderme a mí misma en medio de ellos, dejar que mis propios deseos fueran aplastados por la fuerza de los suyos.

—No estoy jugando con nadie —respondí, finalmente, alzando la vista y encontrando sus ojos con firmeza. —Solo... solo estoy tratando de entender qué está pasando aquí. No quiero herir a nadie, y no quiero que esto sea algo que termine destruyéndonos.

Fred sonrió, pero esta vez, la sonrisa no fue juguetona. Era comprensiva, como si hubiera esperado esas palabras. —Lo que estamos buscando, Irina, es que tomes una decisión por ti misma. Y si esa decisión es que te quedes con nosotros, entonces estaremos dispuestos a hacer que funcione.

George, por otro lado, era más serio, aunque sus ojos no dejaban de observarme con intensidad. —No esperes a que el tiempo decida por ti. No puedes seguir viviendo en el limbo entre lo que sientes y lo que crees que deberías hacer.

Estaba a punto de responder, cuando la puerta del Gran Comedor se abrió de golpe, y una figura conocida apareció. Draco Malfoy. Su mirada se centró inmediatamente en nosotros, y pude ver cómo sus ojos se entrecerraron al notar la cercanía entre los tres.

—Así que esto es lo que está pasando —dijo Draco, su voz cargada de desdén, pero también de una curiosidad que no pude ignorar. —Pensé que te habías alejado de todo esto, Irina. ¿Estás realmente dispuesta a unirte a ellos?

Mi cuerpo se tensó al escuchar su comentario, y los gemelos se levantaron al mismo tiempo, adoptando una postura protectora, como si intentaran marcar su territorio, aunque ninguno de los dos lo expresó de forma verbal. Fred fue el primero en responder, su tono firme y desafiante. —¿Tienes algún problema, Malfoy?

Draco se rió con desdén. —No es un problema, Weasley. Es solo que nunca creí que una chica como Irina se rebajaría a eso.

Mi pulso aumentó al escuchar esas palabras. Sabía que Malfoy no me apoyaba en nada, pero también sabía que sus provocaciones siempre lograban hacerme dudar. Miré a Fred y George, quienes seguían enfrentando a Draco sin vacilar, y sentí una calidez crecer dentro de mí. Era cierto que este conflicto era difícil, pero también me di cuenta de algo: mi decisión no solo afectaría mi relación con ellos, sino también mi identidad en Hogwarts.

Finalmente, sin mirar a Malfoy, respondí: —No necesito tu aprobación, Malfoy. No se trata de lo que tú pienses.

Con esas palabras, Malfoy hizo una mueca, y sin decir nada más, se dio la vuelta y se alejó, dejando el ambiente algo más tenso, pero al mismo tiempo, liberado. La intervención de Draco solo había sido una distracción, pero también me había dado una claridad momentánea. ¿Qué quería realmente? ¿A quién quería realmente?

Fred y George se quedaron de pie junto a mí, en silencio, esperando una respuesta. La incertidumbre que había arrastrado durante todo el curso parecía desvanecerse poco a poco, y por primera vez, sentí que ya no podía seguir postergando lo inevitable.

—Lo he decidido —dije, con más firmeza de la que sentía, mirando a los gemelos, uno por uno. —Quiero estar con vosotros. Con los dos.

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⏰ Última actualización: Nov 10 ⏰

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You Are Very Sexy- Los gemelos Weasley +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora