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Narra Irina

La mañana comenzó con una ligera niebla cubriendo los pasillos de Hogwarts. El aire fresco parecía despertar algo en mí, pero aún no podía sacudirme la sensación de estar atrapada entre dos mundos, dos fuerzas opuestas que me jalaban en direcciones distintas. Los gemelos Weasley no podían ser más diferentes entre sí, pero ambos ejercían una influencia sobre mí que me desconcertaba. La atracción era innegable, pero también lo era la confusión y la tensión.

Mientras caminaba hacia el Gran Comedor, mis pensamientos volaban entre lo que había ocurrido la tarde anterior y lo que vendría hoy. Había algo en el aire, una electricidad invisible que sentía cada vez que me cruzaba con Fred o George, como si todos nuestros movimientos estuvieran conectados de alguna forma.

Mi paso se aceleró cuando vi a los gemelos al fondo del salón. Fred estaba en su habitual lugar, bromeando con sus amigos, mientras que George, siempre más reservado, miraba en mi dirección, observándome con esa intensidad que me inquietaba. Me senté en la mesa de Slytherin, pero mis ojos no pudieron evitar ir hacia ellos. Fred levantó la vista y, al verme, me dedicó una sonrisa amplia. No era una sonrisa cualquiera. Era una sonrisa que me decía más de lo que las palabras podían expresar, como si todo lo que había entre nosotros tuviera un lenguaje propio que ni siquiera yo entendía completamente.

El día continuó en su habitual ritmo, pero las interacciones entre los tres eran cada vez más tensas. Cada vez que Fred se acercaba a mí, podía sentir la presencia de George en el aire. Los dos parecían moverse en perfecta sincronía, pero no de la manera que uno podría esperar de dos gemelos. Había algo más: una competencia callada, como si estuvieran luchando por algo que no estaba claro.

Esa tarde, me encontré con Fred en los pasillos, justo después de clases. Era uno de esos momentos en los que te das cuenta de que todo lo que has estado evitando, finalmente se cruza contigo. Fred estaba apoyado contra una pared, su mirada fija en mí. Sin decir una palabra, me acerqué, incapaz de evitar la atracción que me sentía hacia él.

—¿Otra vez tú? —bromeé, aunque mi voz no fue tan firme como pretendía. En mi interior, la tensión crecía, como si todo lo que había entre nosotros estuviera a punto de estallar.

Fred sonrió con su típica desfachatez. —No puedes librarte de mí tan fácilmente, Irina. Ya lo sabes.

Sus palabras me hicieron sonreír, pero algo en su tono me incomodó. Podía ver en sus ojos esa chispa de diversión que siempre lo acompañaba, pero al mismo tiempo, había una profunda necesidad de algo más. Algo que no podía identificar.

—¿Por qué siempre te gusta hacer esto? —le pregunté, intentando mantener una distancia que no estaba segura de querer.

Fred se acercó un paso más, y mi respiración se volvió más irregular. Su cercanía me desbordaba. —Porque sé que no puedes resistirte. —Respondió con una sonrisa torcida, pero sus palabras fueron cargadas de algo más: una seguridad que me dejó sin palabras.

Antes de que pudiera contestar, la figura de George apareció en el pasillo. Su presencia cambió la dinámica por completo. La intensidad de su mirada se dirigió hacia Fred, y aunque no dijo una palabra, el aire parecía haberse tensado aún más.

—¿Fred? —dijo George, con esa calma que lo caracterizaba, pero su voz contenía una amenaza sutil. —¿Te olvidas de algo?

Fred levantó las manos en un gesto inofensivo, pero la sonrisa seguía en su rostro. —Nada importante, hermano. Solo estaba... poniéndome al día con nuestra querida Slytherin.

George no se movió. Su mirada estaba fija en mí, pero había algo diferente. Ya no era solo la preocupación de antes. Ahora había un matiz de control, de posesión, que me hizo sentir incómoda. Era como si estuviera marcado, como si todo lo que hacía estuviera siendo examinado por los dos.

—¿Qué pasa? —le pregunté a George, alzando una ceja, incapaz de entender qué estaba sucediendo entre los tres.

George se acercó, no a Fred, sino a mí. La mirada que me lanzó fue directa, como si estuviera descifrándome por completo. —Nada, Irina. Solo quiero asegurarme de que no te metas en problemas. —Su tono fue suave, pero las palabras eran claras. Parecía que me estaba advirtiendo, pero de una manera que me hacía sentir vulnerable. No sabía si era su cercanía, su tono, o la tensión que surgía entre los tres, pero algo dentro de mí se revolvió.

Fred, aparentemente sin perder la calma, hizo un gesto y dio un paso atrás. —Relájate, George. Irina sabe lo que está haciendo. Y si no lo sabe, yo me encargaré de enseñarle.

Las palabras de Fred, cargadas de esa confianza arrogante que tanto me irritaba y me atraía, hicieron que el corazón me latiera más rápido. Me estaba costando mantener la compostura. Los dos hermanos tenían algo que me atraía, pero también algo que me aterraba. La química entre los tres se sentía como un juego peligroso que ninguno de los dos estaba dispuesto a perder.

La tensión siguió creciendo entre nosotros mientras caminábamos hacia el patio de Hogwarts. A cada paso, sentía los ojos de los gemelos en mí, pero de una manera diferente. No era solo observación. Era posesión. Ambos parecían estar marcando territorio, como si estuvieran reclamando algo que ya sabía que no era solo mío.

—Irina. —La voz de George me sacó de mis pensamientos. —Lo que pasa entre nosotros no es solo un juego, solamente quiero aclarártelo.

Fred rió, como si la situación fuera menos seria de lo que en realidad era. —Claro que no. Pero vamos a divertirnos mientras descubrimos de qué se trata todo esto, ¿no es así?

Mis pensamientos se agolpaban a una velocidad que no podía controlar. Lo que había comenzado como una atracción inofensiva entre los tres se había convertido en algo mucho más complejo. Cada vez que uno de ellos me miraba, sentía como si estuviera atrapada, como si no pudiera escapar.

—No estoy segura de lo que quiero —les dije finalmente, mis palabras saliendo más suaves de lo que me habría gustado. No sabía cómo más explicar lo que sentía, cómo describir el torbellino en mi interior.

Fred se acercó a mí, esta vez con más suavidad, como si pudiera sentir la incertidumbre en mis palabras. —No tienes que decidir ahora, Irina. Lo que estamos haciendo no tiene que ser inmediato. Pero sabes que no vamos a dejarte ir. —Sus ojos brillaron con una intensidad peligrosa, pero había algo en ellos que no era solo posesivo. Había deseo, sí, pero también un tipo de protección, de necesidad de cuidarme.

George, al ver el gesto de Fred, suspiró. —Lo que Fred intenta decir es que lo que sentimos por ti no es algo que puedas escapar fácilmente. No es solo una fase. —Su mirada era seria, pero la suavidad en su tono me hizo darme cuenta de que había más de lo que había anticipado.

No supe cómo reaccionar ante esas palabras. De alguna manera, sentí que ya estaba atrapada. Que ya había pasado ese punto sin retorno. Pero al mismo tiempo, no sabía si debía seguir adelante con esto, si debía dejar que todo lo que sucediera entre nosotros siguiera su curso, o si tenía que poner un freno antes de que se volviera aún más complicado.

—Esto no es un juego para nosotros, Irina. —George finalmente dijo, su tono grave. —Te lo hemos estado diciendo todo este tiempo.

Este capítulo sigue profundizando en la tensión entre Irina, Fred y George, mientras los tres personajes se enfrentan a sus propios miedos, deseos y complicaciones emocionales. Se comienza a mostrar más la posesividad y los sentimientos encontrados entre los gemelos, así como la lucha interna de Irina al intentar decidir qué hacer con todo lo que está pasando entre ellos.

You Are Very Sexy- Los gemelos Weasley +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora