You Are Very Sexy- Los gemelos Weasley +18

٥

Narra Irina

La campana sonó, marcando el final de la primera clase del día. Salí de la sala de pociones, mi cabeza aún llena de lo que había ocurrido en los últimos días. Fred y George Weasley no paraban de rondarme, y algo me decía que la situación iba a volverse aún más compleja. No éramos solo amigos, y no estábamos saliendo en el sentido tradicional; lo que teníamos era algo diferente. Un vínculo que no sabíamos cómo definir, pero que se hacía más intenso a medida que pasaba el tiempo.

Cuando me encontré con Blaise en el pasillo, me sentí agradecida de tener a alguien con quien desahogarme, aunque ya sabía que él había estado observando todo en silencio.

—¿Cómo vas con ellos? —me preguntó en voz baja, sabiendo a quién se refería sin necesidad de explicaciones.

—Estoy perdiendo la cabeza, Blaise. —Lo dije en tono de broma, pero la verdad es que no estaba tan segura. —Fred no para de lanzarme esas miradas, y George... bueno, George tiene esa forma de mirarme que me hace sentir como si estuviera atrapada en un juego que no entiendo.

Blaise rió suavemente, pero sus ojos mostraban una pizca de preocupación. Sabía que los gemelos Weasley no eran fáciles de manejar.

—¿Qué piensas hacer con todo eso? —preguntó, mirando a los gemelos, que se acercaban en ese momento, caminando casi a la par.

Fred sonrió de manera juguetona, cruzando los brazos y deteniéndose justo frente a nosotros. Su presencia era siempre tan segura, tan encantadora.

—¿De qué habláis, eh? —dijo con una sonrisa traviesa, mirando a Blaise con una ceja levantada. —No estábamos hablando de nada importante, ¿verdad, Irina?

Su tono era ligero, pero había algo en sus ojos que dejaba claro que no estaba jugando. Estaba vigilante. Siempre lo estaba.

George, un paso atrás, observaba a Fred con una ligera fruncida en su ceño. Pero su mirada no era tan curiosa como la de su gemelo; su intensidad se dirigía directamente hacia mí.

—No nos hagas esperar, Irina. —Su voz, aunque suave, tenía un toque de firmeza. —Es hora de que nos acompañes, ¿no?

El aire entre nosotros tres se cargaba de algo que ni yo misma podía describir. Aunque siempre habíamos tenido esa especie de amistad coqueta, esta vez había algo más. Algo más profundo, que me inquietaba pero también me atraía.

—¿Dónde vamos? —pregunté, intentando desviar la tensión, aunque mi voz temblaba ligeramente. Sabía que todo lo que hacía en ese momento podía ser interpretado de diferentes maneras.

Fred se acercó un poco más, casi susurrando en mi oído, haciendo que el calor subiera a mis mejillas.

—A donde tú quieras, cariño. Pero no te hagas la difícil, ¿sabes? —dijo con una sonrisa picaresca.

George observó todo desde su lugar, y aunque no dijo nada, su silencio era pesado. Sus ojos no me dejaban de mirar, y algo en su expresión me hizo pensar que no iba a ser tan fácil dejarlo ir.

—Deberías decidirlo pronto, Irina. —La voz de George, más baja y cargada de una especie de promesa, me hizo dudar por un momento.

Fred y George no eran solo gemelos, ni siquiera solo amigos cercanos. Eran como dos mitades de una misma fuerza, una que me atraía y a la vez me controlaba de maneras que no entendía.

—Bien... iré con vosotros después de clases. —No pude evitarlo, la decisión salió de mis labios sin pensarlo demasiado. Era como si algo dentro de mí hubiera decidido por mí.