3.Un Encuentro Inesperado

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Al día siguiente, Luna se despertó temprano, con la mente aún revuelta por la caminata de la tarde anterior. Su encuentro casual con Adrián la había dejado reflexionando sobre las coincidencias en su vida. Sin saber muy bien por qué, se sintió reconfortada de haber compartido un momento de paz con alguien que parecía entender la necesidad de un espacio tranquilo. Aunque había hablado poco, la presencia de Adrián le transmitía una especie de calma que no había experimentado en mucho tiempo.

Después de desayunar en el comedor, Luna decidió explorar la biblioteca del internado. Cruzó el enorme pasillo de piedra que la separaba de su destino, empujó las grandes puertas de madera y se adentró en la inmensa sala de techos altos y estantes que parecían extenderse hasta el cielo. El aroma de los libros antiguos la envolvió, y no pudo evitar sonreír.

Mientras recorría los estantes, escuchó un ruido de pasos detrás de ella. Al darse la vuelta, encontró a Adrián, quien sonreía con una mezcla de sorpresa y diversión.

—Hola, Luna. Parece que volvemos a coincidir —dijo él, saludándola con un gesto amistoso—. ¿Qué tal va tu segundo día aquí?

—Bastante bien. Estoy tratando de familiarizarme con el lugar... es tan grande que es fácil perderse —respondió ella con una sonrisa.

—Bueno, siempre puedes contar conmigo para orientarte. ¡Ah, hablando de eso! Tengo a alguien que quiero presentarte —dijo Adrián, girándose hacia la entrada de la biblioteca—. ¡Hey, Marcus! Ven aquí.

Luna observó cómo un chico entraba con paso despreocupado y una expresión de picardía en los ojos. Tenía el cabello oscuro y algo despeinado, y llevaba el uniforme del internado de forma descuidada, con la corbata mal ajustada y el suéter desabrochado. Su presencia llenaba la habitación de una energía desafiante y segura, y Luna sintió un extraño cosquilleo en el estómago al verlo acercarse.

—Luna, este es Marcus Turner, mi mejor amigo desde que tengo memoria —dijo Adrián, presentándolos—. Marcus, ella es Luna, acaba de llegar al internado.

Marcus le dedicó una sonrisa traviesa y extendió la mano.

—Un placer conocerte, Luna. Bienvenida al caos de Saint Edmund's —dijo, con una voz grave que parecía llena de ironía, como si nada en el mundo pudiera sorprenderlo.

Luna le estrechó la mano, sintiendo un inexplicable temblor al hacerlo. Sus ojos oscuros parecían escudriñarla, como si intentara descifrar quién era sin necesidad de palabras.

—Gracias... Espero acostumbrarme pronto —respondió ella, con una sonrisa tímida.

—Oh, créeme, aquí nunca te aburres. —Marcus soltó una pequeña risa y luego se giró hacia Adrián—. Bueno, amigo, ¿me esperas en la sala común? Tengo que revisar unos apuntes. Nos vemos, Luna.

Con un guiño casual, Marcus se alejó de ellos, dejando a Luna con la sensación de que un remolino había pasado a su lado. Cuando él salió, Luna se quedó en silencio un momento, intentando entender por qué su presencia la había afectado tanto. Había algo en él que la atraía, aunque no supiera exactamente qué. Quizás era la confianza que irradiaba o la chispa en sus ojos.

Adrián la observó y sonrió con complicidad.

—Marcus tiene esa habilidad de dejar una impresión fuerte en las personas —comentó Adrián—. Es un buen tipo, aunque se esfuerza en parecer un poco... intimidante.

Luna rió, recordando la manera en que él la había mirado.

—Se nota —respondió ella—. Pero también parece interesante.

Adrián la miró con una expresión pensativa, pero no dijo nada más. Ambos continuaron charlando sobre libros, y él le recomendó algunas lecturas antes de despedirse. Luna se quedó en la biblioteca, sumergiéndose en los libros, aunque sus pensamientos volvían constantemente a la figura de Marcus. Algo en él la desafiaba, como si sus palabras y su mirada le estuvieran lanzando una invitación secreta que solo ella podía entender.

Al salir de la biblioteca, lo encontró esperándola casualmente en el pasillo, como si supiera que la vería allí. Luna sintió cómo su corazón se aceleraba cuando él la saludó con una sonrisa.

—Así que, ¿disfrutando de la biblioteca? —preguntó Marcus, con ese tono desenfadado y confiado.

—Sí, es uno de mis lugares favoritos hasta ahora —admitió ella, sintiéndose un poco nerviosa.

—Entonces supongo que te veré por aquí seguido —dijo él, con una mirada intensa—. Sería interesante conocerte más, Luna. Hay algo en ti que me intriga.

Esas palabras quedaron resonando en su mente mucho después de que se marchara.

La Sombra de los Hermanos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora