El guardián de las llaves

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La gente solo quería que la lectura siguiera, la curiosidad estaba carcomiéndolos por dentro por lo que Teddy dijo:

            —¿Quién se ofrece?

La mayoría de la sala alzó la mano.

Teddy eligió a un señor que fue rápidamente hacia la tarima y empezó con el capítulo:

BUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó bruscamente.

           —¿Dónde está el cañón? —preguntó estúpidamente.

Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación. Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.

           —¿Quién está ahí? —gritó—. ¡Le advierto... estoy armado!

           —Dudo que le sirva—dijo Victorie.

Hubo una pausa. Luego...

¡UN GOLPE VIOLENTO!

La tensión en la sala era palpable.

La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo.

            —¿Qué rayos? —dijo un niño.

Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.

            —¡Hagrid! —dijo Louis llamando la atención de los que estaban cerca.

Ted se llevó la mano a la cara. Victorie le dio palmaditas en la espalda.

El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo.

            —¡¿Gigante?! —exclamo mucha gente.

Un niño que estaba sentado cerca de los magos, los miro y preguntó

            —¡¿Es una gigante de verdad?! —Antes de que dijera alga más su madre lo devolvió a su asiento.

Ted tardó un instante en reconocerlo como el chico al que Fred le había dado dulces. Iba a responder pero Fred se le adelantó

            —No te arruines la sorpresa. El libro lo dirá ¿vale?

El niño asintió.

Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar. El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.

La gente tenía la boca muy abierta.

Vernon temblaba de ira.

           —Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil...

Se desparramó en el sofá donde Dudley estaba petrificado de miedo.

Petunia abrazaba a Dudley. El cual no se veía diferente de lo descrito con sola la descripción del "gigante".

           —Levántate, bola de grasa —dijo el desconocido.

¿Cómo se atreve? Pensó Vernon.

Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre,

           —Cobarde...—susurró Fred.

Muggles leyendo Harry Potter 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora