Retorno

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Pasaron tres años desde que comenzó mi entrenamiento intenso, al fin sentía que podía controlar a la bestia dentro de mí. Me tomó tiempo, dolor y una paciencia que no sabía que tenía, pero lo logré. Ya no era la misma chica insegura de antes; había crecido, me había vuelto más fuerte y, sobre todo, más segura de mí misma y de lo que quería.

Una noche, mientras terminaba uno de mis entrenamientos cerca del río, mi madre se me acercó, observándome en silencio. Al terminar, me senté a su lado, con la respiración aún agitada, pero con una sonrisa de satisfacción. Noté la expresión de orgullo en su rostro y sentí que había valido la pena cada esfuerzo.

-Rin…- comenzó ella, mirándome con cariño. -Has cambiado mucho. No solo en tus habilidades, sino también en tu fuerza interior-.

Me reí suavemente, asintiendo. Ella siempre había estado ahí para apoyarme, para ayudarme a encontrar mi propio camino, incluso cuando dudé y me sentí perdida.

-Gracias, mamá. No podría haberlo logrado sin ti-. le respondí, tomando su mano. -Tú fuiste quien me dio fuerzas para seguir, quien creyó en mí cuando yo misma no lo hacía.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la tranquilidad de la noche, hasta que finalmente decidí compartirle algo que había estado guardando en mi corazón.

-He estado pensando… en regresar a Konoha-. La miré a los ojos, tratando de leer su reacción.

Ella pareció sorprendida al principio, pero luego asintió lentamente, como si también lo hubiera estado esperando.

-¿Te gustaría ir conmigo?- le pregunté con cautela, esperando su respuesta.

Ella sonrió, y en sus ojos vi una mezcla de nostalgia y felicidad.

-Claro que sí, Rin. Sabes que donde tú vayas, yo iré. Si sientes que es momento de regresar, entonces iremos juntas-.

Con esas palabras, sentí una calidez en mi corazón que hacía tiempo no experimentaba. La decisión estaba tomada. Volveríamos a Konoha, pero esta vez, más fuertes, más seguras y con la intención de recuperar lo que habíamos dejado atrás.

***

El día de nuestra partida, el sol aún no había salido del todo cuando emprendimos nuestro camino de regreso a Konoha. Los caminos eran los mismos, y a cada paso me invadían recuerdos de mi antigua vida, de los momentos felices y de aquellos más oscuros. Aún así, con cada paso sentía menos peso, como si aquellos recuerdos hubieran dejado de ser una carga para volverse parte de mi historia, una que ahora estaba lista para continuar. Después de varios días de viaje, las puertas de Konoha aparecieron en el horizonte. El corazón me latía con fuerza; el tiempo había cambiado tanto, y yo había cambiado con él. Llegar de nuevo a la aldea era como regresar a un hogar al que no había visto en años, con la incertidumbre de si alguien allí me recordaría.
Al cruzar las puertas, un par de guardias se acercaron, desconfiados, pero se detuvieron al reconocerme. Uno de ellos se quedó sin palabras, y el otro corrió hacia el interior, seguramente para avisar a los superiores. Sabía que mi regreso sorprendería a muchos, tal vez incluso causaría temor, pero estaba lista para enfrentar cualquier cosa. Mientras esperábamos en la entrada, tomé la mano de mi madre, dándome fuerza a través de ese pequeño gesto. En ese momento, me di cuenta de que no importaba lo que sucediera a continuación. Había vuelto a Konoha, y lo había hecho con la persona más importante a mi lado. Pronto, pasos apresurados se escucharon desde el interior, y en unos momentos apareció una figura familiar, una que siempre había estado en mi memoria: Kakashi. Al verme, se detuvo en seco, sus ojos reflejando sorpresa y una emoción indescriptible. En ese momento, supe que había tomado la decisión correcta.

Volverte A Ver [ObitoXRin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora