Capítulo 13
El regreso de Daichi no solo trajo recuerdos dolorosos para Izuku, sino también una tensión insoportable entre él y Katsuki. Aunque Katsuki intentaba mostrarse imperturbable, su creciente preocupación por Izuku lo hacía más agresivo, más territorial. Daichi, por su parte, no estaba dispuesto a marcharse sin obtener lo que quería, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para destruir cualquier estabilidad en la vida de Izuku.
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Una amenaza directa
Los primeros movimientos de Daichi fueron sutiles, casi imperceptibles. Una llamada telefónica sin respuesta. Una carta anónima que llegaba a la mansión Bakugo. Pero una tarde, mientras Izuku regresaba de hacer unas compras, encontró a Daichi esperándolo cerca de la entrada principal de la propiedad.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Izuku, su voz temblorosa pero intentando sonar firme.
Daichi sonrió con esa expresión de superioridad que siempre lo había caracterizado.
—Solo vine a recordarte que nuestro asunto sigue pendiente, Izuku. Y ya que ahora estás tan bien acomodado, tal vez sea momento de ajustar nuestras condiciones.
—Ya te dije que no tienes nada que reclamarme —replicó Izuku, apretando los puños.
Daichi dio un paso hacia él, invadiendo su espacio personal.
—Oh, pero sí lo tengo. ¿Qué crees que diría tu querido Katsuki si supiera todo lo que hiciste para conseguir ese dinero? ¿Crees que seguiría mirándote igual si supiera lo desesperado que estabas?
Izuku sintió que la sangre se le helaba. Daichi no solo estaba amenazándolo a él, sino también su relación con Katsuki.
—Lárgate de aquí —dijo, con la voz quebrada pero decidida.
Daichi lo observó por un momento antes de dar un paso atrás.
—Muy bien, Izuku. Pero esto no ha terminado. Recuerda, siempre puedo encontrar formas de hacer que pagues.
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El enfrentamiento con Katsuki
Esa noche, Izuku estaba inquieto. Aunque había intentado ocultar el encuentro con Daichi, Katsuki no era fácil de engañar.
—¿Qué te pasa ahora? —preguntó Katsuki, dejando a un lado su laptop para mirarlo fijamente.
Izuku negó con la cabeza, evitando su mirada.
—Nada, solo estoy cansado.
Katsuki se levantó, cruzando los brazos mientras lo observaba con el ceño fruncido.
—Deja de mentirme, Deku. ¿Qué te hizo ese maldito hoy?
Izuku abrió los ojos con sorpresa.
—¿Cómo sabes que lo vi?
Katsuki resopló, rodando los ojos.
—Porque no soy idiota. Tu cara lo dice todo. ¿Qué quería?
Izuku bajó la mirada, mordiéndose el labio.
—Solo… amenazarme, como siempre. Dijo que si no hago lo que quiere, podría contarte cosas sobre mi pasado.
—¿Y por qué carajo crees que me importa lo que hiciste antes? —replicó Katsuki, su voz subiendo de tono—. Lo único que me importa es que ese imbécil no te toque.
Izuku lo miró con los ojos brillantes por las lágrimas.
—No es tan simple, Kacchan. Él no va a detenerse.
Katsuki se acercó, agarrándolo por los hombros.
—Entonces yo me encargaré de que se detenga.
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El primer golpe de Daichi
A pesar de las palabras de Katsuki, Daichi no tardó en mover sus piezas. Al día siguiente, una noticia apareció en los tabloides: "El prometido de Katsuki Bakugo, vinculado a un oscuro pasado de deudas y amenazas."
La noticia no daba muchos detalles, pero insinuaba lo suficiente como para poner a Izuku en el centro de la atención pública de manera negativa. Los empleados de la empresa Bakugo comenzaron a hablar, y la presión sobre Katsuki aumentó.
—Esto es obra de ese maldito —gruñó Katsuki al leer el artículo.
Izuku, sentado frente a él, estaba pálido.
—Kacchan, lo siento… No quería que esto pasara.
Katsuki golpeó la mesa, haciendo que Izuku diera un respingo.
—Deja de disculparte. Esto no es tu culpa.
Pero las consecuencias no tardaron en llegar. Esa misma tarde, Enji Todoroki, uno de los principales socios de la empresa Bakugo, pidió una reunión con Mitsuki, la madre de Katsuki, para discutir "el impacto de las decisiones personales en la imagen de la compañía".
Mitsuki, aunque solía ser directa y pragmática, estaba furiosa.
—¿Por qué no me dijiste que este chico traía problemas? —le espetó a Katsuki en una llamada telefónica.
—Porque no es su culpa, vieja. Y no voy a dejar que nadie lo ataque, ni siquiera tú.
Pero incluso Katsuki sabía que esta situación estaba comenzando a afectar más de lo que había previsto.
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El quiebre emocional
Esa noche, mientras Katsuki intentaba planear cómo manejar la situación, encontró a Izuku sentado en la sala, abrazándose las rodillas.
—Deku…
Izuku alzó la mirada, sus ojos rojos por el llanto.
—Tal vez deberíamos cancelar todo esto. Si me voy, Daichi dejará de molestarte, y tu familia no tendrá que soportar esto por mi culpa.
Katsuki apretó los puños, conteniendo su frustración.
—¿Por qué siempre piensas en huir? —preguntó, su voz cargada de emoción—. No entiendes que me importa una mierda lo que digan los demás.
Izuku negó con la cabeza, las lágrimas cayendo por sus mejillas.
—No quiero arruinar tu vida, Kacchan.
Katsuki se arrodilló frente a él, agarrándolo por los hombros con firmeza.
—Escucha bien, Deku. Ya arruinaste mi vida desde el momento en que me importas más de lo que debería. Así que deja de pensar en lo que es mejor para mí, porque lo único que quiero es que estés aquí.
Las palabras de Katsuki hicieron que Izuku sollozara aún más, pero esta vez, no era solo por el dolor, sino también por el alivio.
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La declaración de guerra
Al día siguiente, Katsuki tomó una decisión: enfrentaría a Daichi directamente. Usando sus contactos, localizó al hombre en un bar de mala muerte en los suburbios.
Cuando Katsuki llegó, Daichi lo recibió con una sonrisa burlona.
—Vaya, el príncipe heredero en persona. ¿Qué te trae por aquí?
Katsuki no perdió el tiempo con formalidades.
—Esto termina aquí. Si vuelves a acercarte a Izuku, no tendrás que preocuparte por tus malditas deudas, porque no vas a salir de esta con vida.
Daichi lo miró con calma, pero había algo peligroso en su sonrisa.
—Te subestimas, Bakugo. No puedes protegerlo de todo, y tarde o temprano, él tendrá que enfrentar su pasado.
Katsuki dio un paso hacia él, sus ojos ardiendo con determinación.
—Izuku no está solo ahora, y te lo voy a demostrar.
Mientras Katsuki se marchaba, sabía que esta pelea estaba lejos de terminar. Pero no importaba cuánto costara, estaba dispuesto a luchar por Izuku, incluso si eso significaba enfrentarse al peor lado de su propio mundo.
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El contrato
FanfictionIzuku Midoriya, un joven humilde que lucha por mantenerse a flote, recibe una oferta inesperada: casarse con Katsuki Bakugo, el arrogante heredero de una poderosa empresa, para que este pueda cumplir con una cláusula del testamento de su fallecido a...