Un falso equilibrio

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Capítulo 5

Los días que siguieron al evento benéfico estuvieron marcados por un silencio incómodo en la casa. Aunque Izuku intentaba comportarse como si nada hubiera pasado, las palabras de Shoto y la actitud protectora de Katsuki rondaban su mente. Por otro lado, Katsuki parecía más irritable de lo habitual, lo que, paradójicamente, era su forma de evitar lidiar con sus propias emociones.

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La rutina de dos desconocidos

A pesar de vivir bajo el mismo techo, Izuku y Katsuki se esforzaban por pasar el menor tiempo posible juntos. Las mañanas empezaban con Katsuki saliendo temprano para el trabajo, mientras que Izuku, que no tenía aún un papel claro en la empresa, se quedaba en casa buscando cómo ocupar su tiempo.

Una tarde, mientras organizaba la biblioteca de la residencia, Izuku encontró una foto de Katsuki de niño con su familia. Había algo en la expresión del pequeño Katsuki que le pareció familiar: determinación, pero también una pizca de vulnerabilidad.

Sin poder evitarlo, sonrió.

—¿Qué haces?

La voz áspera de Katsuki lo sacó de sus pensamientos. Estaba en la puerta, mirándolo con una mezcla de curiosidad y molestia.

—Solo estaba ordenando. Encontré esto… —dijo Izuku, levantando la foto.

Katsuki frunció el ceño, caminó hacia él y le arrebató la foto de las manos.

—No te metas en mis cosas —gruñó, guardándola rápidamente en un cajón.

—Solo estaba ayudando. No tienes que ser tan grosero todo el tiempo —replicó Izuku, cruzándose de brazos.

Katsuki lo miró fijamente, como si estuviera evaluando si valía la pena discutir. Finalmente, suspiró.

—Lo siento.

La disculpa, aunque seca y poco convincente, dejó a Izuku sin palabras.

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Un encuentro inesperado

Esa noche, Izuku decidió salir a dar un paseo. Necesitaba despejar su mente después de la interacción con Katsuki. Caminó hasta un pequeño parque cercano, donde se sentó en un banco a observar las luces de la ciudad.

Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho. Alguien se sentó a su lado, y cuando giró la cabeza, se encontró con Shoto Todoroki.

—¿Tú otra vez? —preguntó Izuku, sorprendido.

Shoto sonrió, con ese aire tranquilo que tanto le molestaba.

—Es una coincidencia. O tal vez el destino.

Izuku rodó los ojos, pero Shoto continuó hablando.

—No quería incomodarte en el evento. Solo pensé que necesitabas un amigo.

—¿Un amigo? —repitió Izuku, incrédulo.

—Sí. No pareces tener muchos, al menos no en esta situación.

Izuku guardó silencio. Aunque no quería admitirlo, había algo de verdad en las palabras de Shoto. Desde que había aceptado el contrato, su vida social se había reducido a nada.

—Gracias, pero estoy bien —respondió finalmente, levantándose para irse.

Antes de que pudiera dar un paso, Shoto lo detuvo con una mano en su brazo.

—Si alguna vez cambias de opinión, aquí estaré.

Izuku retiró su brazo y se fue sin mirar atrás.

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La explosión de Katsuki

Cuando Izuku regresó a casa, encontró a Katsuki en la sala, sentado en el sofá con una expresión que podía derretir acero.

—¿Dónde estabas? —preguntó, sin molestarse en ocultar su irritación.

—Solo salí a caminar —respondió Izuku, dejando sus zapatos junto a la puerta.

Katsuki se levantó, cruzando los brazos mientras lo miraba con ojos penetrantes.

—¿Te encontraste con alguien?

La pregunta lo tomó por sorpresa.

—¿Qué importa eso?

—Me importa, maldita sea —respondió Katsuki, dando un paso hacia él.

Izuku retrocedió, confundido por la intensidad de su tono.

—¿Qué pasa contigo? Estás actuando como si fuera un criminal.

Katsuki apretó los puños, luchando por contener su frustración. Finalmente, explotó:

—Vi a Todoroki en el parque. ¿Es con él con quien estuviste?

Izuku sintió que su rostro se calentaba, tanto por la sorpresa como por la irritación.

—¿Me estás siguiendo ahora?

—¡Solo responde!

—¡Sí, me encontré con él! Pero no significa nada, ¿de acuerdo? —exclamó Izuku, cansado de la actitud de Katsuki.

El rubio lo miró con una mezcla de furia y algo más que Izuku no logró identificar.

—Qué conveniente que no signifique nada, pero siempre parece estar cerca de ti.

—¿Estás celoso? —preguntó Izuku antes de poder detenerse.

Katsuki se congeló por un momento, como si no supiera qué responder. Finalmente, se dio la vuelta y murmuró:

—Haz lo que quieras.

Izuku lo observó mientras subía las escaleras, dejando tras de sí una sensación de desconcierto.

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Una noche de reflexiones

Esa noche, Izuku no pudo dormir. Las palabras de Katsuki resonaban en su mente, al igual que la mirada intensa que le había lanzado. Por otro lado, no podía dejar de pensar en Shoto y en cómo sus constantes apariciones complicaban aún más la situación.

Cuando finalmente logró cerrar los ojos, solo pudo pensar en una cosa: este contrato, que se suponía que debía ser una solución temporal, estaba empezando a cambiar todo

El contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora