El secreto de izuku

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Capítulo 12

Desde que Katsuki se marchó abruptamente tras su último beso, Izuku había estado atrapado en una tormenta de pensamientos. Pero esa noche no podía permitirse pensar en su complicada relación con Katsuki. Había algo más que lo mantenía despierto: un pasado que había intentado enterrar. Un pasado que ahora amenazaba con salir a la luz y destruir todo lo que estaba construyendo.

El reloj marcaba la medianoche cuando una notificación en su teléfono iluminó la habitación. Al leer el mensaje, su sangre se congeló.

"Nos volveremos a ver pronto, Izuku. Espero que no hayas olvidado lo que me debes."

Era un mensaje de alguien a quien Izuku esperaba nunca volver a ver: Daichi, un hombre que había jugado un papel oscuro en su vida antes de que aceptara el contrato con Katsuki.

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Un pasado que regresa

Hace unos años, antes de que Izuku se involucrara con la familia Bakugo, su situación económica era desesperada. Su madre estaba enferma, y las deudas acumuladas los habían llevado al borde de perderlo todo. En un momento de vulnerabilidad, Izuku recurrió a Daichi, un prestamista con métodos poco ortodoxos.

Aunque el dinero ayudó temporalmente, Daichi no era alguien que ofreciera ayuda sin esperar algo a cambio. Su interés en Izuku iba más allá de lo económico, y cuando Izuku se negó a corresponder sus avances, la relación se tornó peligrosa. Izuku logró escapar de ese mundo, pero nunca liquidó completamente su deuda.

Ahora, con el contrato con Katsuki y su vida aparentemente más estable, Daichi había decidido reaparecer para reclamar lo que consideraba suyo.

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Una confrontación inesperada

A la mañana siguiente, Izuku intentó actuar como si nada estuviera mal, pero su tensión era evidente. Katsuki lo notó, aunque intentó ignorarlo. Sin embargo, cuando Izuku salió temprano de la casa sin decir a dónde iba, Katsuki no pudo evitar sospechar.

"¿A dónde demonios va tan temprano y con esa cara de preocupación?" pensó Katsuki, incapaz de concentrarse en su trabajo.

Por puro instinto —o quizás algo más—, decidió seguirlo.

Izuku llegó a un pequeño café en una zona apartada de la ciudad. Se sentó en una mesa al fondo, y poco después, un hombre alto, de aspecto intimidante, se le unió. Katsuki observó desde afuera, su mandíbula apretada al ver la expresión tensa de Izuku.

—No pensé que tendrías el descaro de buscarme —dijo Izuku, tratando de sonar firme, aunque su voz temblaba ligeramente.

Daichi sonrió con desdén.

—Izuku, no finjas que no sabías que este día llegaría. Pensé que serías más agradecido después de todo lo que hice por ti.

—No te debo nada más —replicó Izuku, con las manos apretadas en puños—. Te pagué todo lo que pude.

Daichi se inclinó hacia él, su sonrisa volviéndose más oscura.

—No hablo de dinero. Sabes muy bien lo que quiero.

En ese momento, Katsuki entró al café, su sola presencia haciendo que ambos hombres se giraran hacia él.

—¿Qué mierda está pasando aquí? —gruñó, dirigiendo su mirada fulminante a Daichi.

Izuku se levantó de golpe, nervioso.

—Kacchan, no es lo que parece…

Pero Katsuki no estaba dispuesto a escuchar excusas.

—¿Quién demonios eres tú? —preguntó, dirigiéndose a Daichi.

Daichi se limitó a sonreír, pero su mirada se endureció.

—Soy alguien del pasado de Izuku. Alguien que tiene ciertos asuntos pendientes con él.

Katsuki dio un paso adelante, quedando cara a cara con Daichi.

—Pues esos "asuntos pendientes" se terminan hoy. No me importa quién seas, pero si te acercas a él de nuevo, te vas a arrepentir.

Daichi lo miró con una mezcla de desprecio y diversión.

—No tienes idea de con quién estás hablando, chico rico.

—Y tú no tienes idea de con quién estás jugando —replicó Katsuki, su voz cargada de peligro.

Daichi, aunque visiblemente irritado, decidió no continuar la confrontación en público. Se levantó, ajustando su abrigo.

—Nos veremos pronto, Izuku. Esto no ha terminado.

Cuando Daichi se marchó, Izuku dejó escapar un suspiro tembloroso. Katsuki lo observó, su expresión dura pero llena de preguntas.

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La verdad sale a la luz

En el camino de regreso a casa, el silencio entre ellos era casi insoportable. Finalmente, Katsuki rompió el hielo.

—Habla, Deku. ¿Quién era ese imbécil?

Izuku tragó saliva, mirando por la ventana del auto. Sabía que no podía seguir ocultándolo.

—Es alguien a quien le pedí ayuda hace mucho tiempo, cuando mi madre estaba enferma. Me prestó dinero, pero… sus intenciones no eran del todo honestas.

Katsuki lo miró de reojo, sus manos apretando el volante.

—¿Qué tipo de intenciones?

Izuku desvió la mirada, sintiendo un nudo en la garganta.

—Quería algo más que dinero. Y cuando me negué, me amenazó. Logré alejarme, pero nunca terminé de pagarle.

Katsuki maldijo entre dientes, golpeando el volante.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Porque no quería involucrarte. Este es mi problema, no el tuyo.

Katsuki frenó el auto de golpe, girándose hacia Izuku con una furia contenida.

—Escúchame bien, Deku. No importa lo que pienses, ahora soy parte de tu vida. Si alguien intenta hacerte daño, también es mi problema. ¿Entendido?

Izuku lo miró, sorprendido por la intensidad en su voz.

—Kacchan…

Katsuki respiró hondo, tratando de calmarse.

—Ese tipo no volverá a molestarte. Lo juro.

Aunque las palabras de Katsuki lograron tranquilizarlo un poco, Izuku sabía que esto no terminaría tan fácilmente. El regreso de Daichi era solo el comienzo de una tormenta que podría arrasar con todo, incluyendo su frágil relación con Katsuki.

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