Nina pensaba que su vida era tranquila y sencilla. Sus días transcurrían entre las clases en la universidad, las salidas con sus amigas y la rutina habitual de una joven que aún buscaba su camino. Nada que alterara su equilibrio.
Pero todo cambió cu...
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¿𝘚𝘰𝘭𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘦𝘯𝘢?
𝐍𝐢𝐧𝐚'𝐬 𝐏𝐨𝐯
Tomé aire y me volví hacia el espejo una última vez, como si eso fuera a darle sentido a todo lo que estaba sintiendo. Me pasé una mano por el pelo, intentando domar un mechón rebelde que insistía en salirse de lugar. Sentía el corazón en la garganta, latiendo con un ritmo que me resultaba completamente desconocido. Era solo una cena, me repetía, solo una cena. Pero sabía que no era cierto.
Bea seguía ahí, observándome como si yo fuera un secreto que ya había descifrado.
—Vas preciosa, Nina —repitió, esta vez en un tono más suave, y me dedicó una mirada tierna que parecía decir mucho más que sus palabras—. Alejandro va a quedarse sin palabras.
Me quedé un momento en silencio, dejándome envolver por sus palabras. No sabía qué esperar de esa noche, pero sí sabía que algo había cambiado desde la primera vez que habíamos quedado. La idea de volver a verlo, de compartir tiempo con él, de escucharlo hablar y perderme en sus ojos, me hacía sentir cosas que no estaba preparada para admitir.
Un leve zumbido interrumpió mis pensamientos. Miré mi móvil sobre la mesa, y cuando vi el mensaje de Alejandro, algo en mi interior se removió.
"Estoy aquí abajo. Te espero."
Bea captó mi reacción al instante y soltó una pequeña risa.
—¿Vas a bajar ya o te vas a quedar otra hora más admirándote? —bromeó, empujándome suavemente hacia la puerta.
—Ya voy, ya voy —respondí, aunque en el fondo sabía que no estaba lista. ¿Cómo se supone que debía actuar? Quería parecer segura, encantadora, como esas chicas que siempre saben qué decir y hacer. Pero yo no era así; era solo yo, con mis nervios y mis dudas, y Alejandro... Bueno, Alejandro era otra historia.
Bajé las escaleras tratando de calmarme, recordando las palabras de Bea. "Disfruta", me había dicho, y me preguntaba si realmente podría hacerlo sin sobrepensar cada segundo. Al salir del edificio, lo vi. Alejandro estaba de pie junto a su coche, esperándome con una expresión tranquila y serena, como si todo en su mundo estuviera en orden. Vestía una camisa oscura, y el aire fresco de la noche parecía resaltar cada uno de sus rasgos. Sus ojos me buscaron en cuanto salí, y su sonrisa apareció de inmediato, cálida y genuina.
—Buenas noches, Nina —dijo en un tono bajo que hizo que se me erizara la piel. No sé qué tenía su voz, pero me hacía sentir extrañamente protegida y nerviosa al mismo tiempo.
—Buenas noches —respondí, tratando de que mi voz sonara firme, aunque una pequeña sonrisa se me escapó cuando él abrió la puerta del coche para mí. Me senté, y al cerrar la puerta detrás de mí, el suave aroma de su colonia llenó el espacio, envolviéndome. Me gustaba ese olor, era sutil, elegante, y no pude evitar sonreír para mí misma.