Pooh llegó a la casa de Pavel con una sonrisa ligera, feliz de poder verlo otra vez. Entró y lo encontró en la sala, sentado en el borde de la mesa, con los brazos cruzados y una expresión sombría en su rostro. Sin notar el estado de Pavel, Pooh se acercó con la misma alegría de siempre.
—¡Hola Phi! —saludó con entusiasmo—. ¿Cómo estás?
Pavel no le devolvió la sonrisa. En cambio, tomó su teléfono y, sin más, se lo mostró a Pooh, quien frunció el ceño, algo desconcertado al ver una foto de él y Kota en su cena de la noche anterior. Pooh parpadeó, intentando procesar lo que estaba viendo y, al levantar la vista, se encontró con la mirada dura de Pavel.
—¿Qué se supone que es esto, Pooh? —Pavel pronunció las palabras con una furia contenida, su tono bajo y tenso.
Pooh, aún sin comprender del todo la situación, intentó mantener la calma.
—Solo salí a cenar con Kota—respondió, alzando las manos en un gesto conciliador—. Comentó que quería probar dim sum y me ofrecía llevarlo.
Pero Pavel no quería escuchar explicaciones.
—"¿Solo comieron dim sum?"— hizo comilla con ambas manos, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de enfado y algo más profundo—. Fuiste tú quien pidió exclusividad, ¿lo recuerdas? Y ahora sales con alguien que apenas conoces a "comer dim sum" , así es como lo llaman hoy en día los jóvenes?
Pooh suspiró, sintiendo cómo la situación se salía de control.
—Pavel, ¿qué estás diciendo? Lo único que hice fue salir a cenar. ¿Acaso hay algo entre nosotros que me prohíba hacer eso? No tenemos un compromiso. ¿O me equivoco?
Pooh esperó, buscando en los ojos de Pavel alguna señal de que quizás había algo más entre ellos, una razón detrás de tanta molestia. Pero Pavel, orgulloso y herido, no quiso ceder.
—Claro que no hay un compromiso —replicó con frialdad, cada palabra cargada de resentimiento—. Pero sí teníamos una regla. Exclusividad. ¡Y fuiste tú quien la rompió!
Pooh sintió que esas palabras le dolían más de lo que quería admitir, Pavel no confiaba en él, y aunque intentó calmarse, sus propios sentimientos de frustración comenzaron a aflorar.
—¿Te escuchas, Pavel? Solo salí a cenar con un amigo. No rompí ninguna promesa ni di señales de otra cosa. ¿En serio estás tan molesto por esto? —susurró, apretando los puños para contener su propia rabia.
Pero Pavel, en su ira y confusión, no podía ver las cosas de forma racional.
—No me gusta compartir mis cosas —dijo con una dureza que le atravesó como un puñal.
Pooh sintió que algo se rompía dentro de él. Se quedó en silencio, pero su expresión cambió. Su rostro, hasta entonces lleno de emociones contenidas, se endureció. Las venas en su cuello se tensaron, y aunque su voz permaneció controlada, sus palabras eran gélidas.
—¿Cosas? —dijo lentamente, con un tono de incredulidad—. ¿Acaso soy un juguete para ti, Pavel?
En ese instante, el mayor pareció darse cuenta de lo hirientes que habían sido sus palabras. Intentó disculparse, pero fue interrumpido.
—No quieres saber nada más de mí, ¿verdad? —Pooh continuó, sin darle tiempo a Pavel para defenderse—. Entonces está bien. No nos veremos más, Pavel.
Con esas palabras, Pooh se giró, se dirigió a la puerta y la cerró de un portazo, dejando a Pavel en medio del silencio, abrumado por el vacío que sus propias palabras habían creado.
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Entre la Luz y la Coraza
FanfictionLas apariencias engañan, y los sentimientos también. Los hechos moldean a las personas, pero no siempre logran endurecer sus corazones. A veces, un corazón tierno puede transformarse en su opuesto, devorado por una avalancha de emociones que nos con...