El día de la fiesta de Belinda, a las cinco de la tarde, Lucía citó a sus amigas para que se arreglaran juntas para ir al festejo. También le dijo a Yolanda, todavía no sabía si era una amiga de verdad pero la chica parecía cada vez más agradable, ya que mostraba su verdadero ser con ellas, y le caía muy bien; aparte estaba segura de que la chica les podría proveer de consejos de belleza para hacerlas ver más guapas.
Al principio ellas no estaban seguras de ir, pero fue Yolanda la que las convenció, diciéndoles que en primera, Belinda nunca se metía en problemas y, en segunda, también tenían que divertirse de vez en cuando, así que todas aceptaron entusiasmadas y luego Lucía les dijo que si querían podían ir a una pijamada en su casa después de la fiesta; para su suerte, todas aceptaron.
Una vez que estuvieron todas en la casa, Camila les dijo que tenía un secreto importante que comentarles.
—¿Y bien? —Le preguntó Lucía una vez que todas estuvieron en su cuarto lleno de posters de cantantes y actores.
—Bueno, yo... Me gusta alguien —musitó con timidez.
—¡Lo sabía! ¡Es Rafael! —Lucía exclamó triunfal, pero Noemí le dio un codazo.
—Deja que ella nos diga quién es.
—Emm... Sí, es Rafael. —Miró al suelo con el rostro todo sonrojado. No supo cómo fue que pasó, pero cuando se dio cuenta, ella no podía dejar de pensar en él
—¡Lo sabía! —Volvió a exclamar Lucía—. ¡Qué buen partido te conseguiste! No es feo y además es muy adinerado.
—A mí no me importa su dinero —se defendió Camila—. Yo no quería decirles —aceptó—. Pero... me gustaría que me pudieran ayudar a arreglarme bonito... Después de todo él irá a la fiesta.
—¿Cómo sabes si irá o no? —Le preguntó Lucía.
—Irá —dijo Camila con seguridad—. Belinda es su amiga de la infancia, después de todo.
—¿Cómo sabes? —Preguntó Lucía.
—Él me dijo.
—Oh.
—Okey, pues te ayudaremos, Cami —Yolanda le sonrió.
Camila le devolvió la sonrisa y agarró una caja blanca que había traído.
—Le dije a mi mamá que iba a una fiesta donde acudirá el chico que me gusta, y me compró esto.
Abrió la caja blanca y sacó un hermoso vestido rosa, que le llegaba un poco más arriba de las rodillas y tenía tirantes. A pesar de ser sencillo, se veía sublime e ideal para la ocasión.
—¡Wow, qué hermoso!
—Ojalá mis papás me compraran ropa así —deseó Lucía.
—Se te verá muy bien... Rafael quedará babeando al verte. —Yolanda le guiñó un ojo y la chica se ruborizó aún más.
—Gra-gracias.
Las chicas se pusieron los vestidos y después comenzaron a maquillarse y peinarse. Camila no sabía cómo, así que Yolanda se ofreció a ayudarla.
—Lucía, ¿no tienes un tono de maquillaje más claro? —Preguntó, ya que la piel de Lucía era más oscura y la de Yolanda mucho más blanca.
—No... Noemí, ¿trajiste tu base?
—Déjame ver... —Dejó de peinarse y se dirigió a su maleta— ¡Sí...! Pero aún así se ve un poco claro para la piel de Cami.
—No importa, déjame mezclarlos para hacer un tono conforme a su piel —dijo Yolanda.
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El suplicio de estar en la escuela ©
Novela JuvenilLa vida escolar de Dante es normal y tranquila hasta que gracias a una fatídica notita en clase de matemáticas, descubre que Karina, la niña apocada de su salón, está enamorada de él. Para empeorar todo el asunto Sasha Vera, la chica más guapa de su...