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Días después de la conversación que había acercado más a Felix y Hyunjin, la situación de Felix comenzó a empeorar. Al principio, el cansancio y los mareos fueron leves, pero pronto los síntomas se volvieron incontrolables. Felix comenzó a vomitar con frecuencia y a sentirse más débil cada día. Intentó ignorarlo, esperando que fuera solo una mala racha, pero sus fuerzas iban desapareciendo. Algo no estaba bien, y no sabía qué hacer.

Decidió no ir al instituto, pensando que el descanso sería lo mejor para él, pero a medida que los días pasaban, se dio cuenta de que algo más serio estaba ocurriendo. No entendía por qué su cuerpo estaba reaccionando de esa forma, y no quería preocupar a nadie antes de saber qué estaba pasando. Sin embargo, la situación no pasaba desapercibida para Hyunjin.

La preocupación de su alfa creció cuando Felix no respondió a sus llamadas ni mensajes. Sabía que algo no estaba bien, y no podía quedarse tranquilo sin saber lo que pasaba. Decidió ir a la casa de Felix, sin importar lo que pudiera encontrar.

Al llegar, Jennie, la madre de Felix, lo recibió en la puerta con una expresión de preocupación.

—Felix está en su habitación —dijo Jennie, con voz suave—. No ha salido de la cama en días. No está bien.

Hyunjin no dudó y subió las escaleras rápidamente, el corazón acelerado por la preocupación. Al llegar a la puerta de la habitación de Felix, la abrió con cuidado y lo vio recostado en la cama, pálido, con una expresión débil en su rostro. El ambiente en la habitación estaba cargado de una sensación de malestar. Felix estaba agotado, como si su energía se hubiera desvanecido.

—Bebé, ¿qué te pasó? ¿Por qué estás así? —preguntó Hyunjin, acercándose con una mezcla de preocupación y ternura.

Felix, con esfuerzo, levantó la vista hacia él. La mirada de Felix estaba llena de cansancio, y no pudo evitar dejar escapar un suspiro.

—No me siento bien, Hyunjin... No sé qué me pasa.

Antes de que pudiera continuar, Hyunjin se detuvo. Un olor peculiar y dulce flotó en el aire. Era algo que no había notado antes, algo suave y familiar, pero a la vez extraño. La fragancia lo hizo detenerse en seco.

Hyunjin respiró profundo, sus sentidos agudizados. Reconoció el olor. Leche materna.

Sintió cómo su instinto alfa reaccionaba de inmediato, y una sensación de sorpresa y confusión lo invadió. Miró a Felix, quien seguía acostado, sin darse cuenta de lo que había notado.

—Felix... ¿puedo acercarme? —preguntó Hyunjin, un toque de preocupación en su voz, mientras observaba cuidadosamente a su omega. Algo no encajaba. Algo estaba ocurriendo, y lo sentía en su instinto.

Felix, cansado, pero con una expresión de aceptación, asintió lentamente. El miedo en sus ojos era palpable, pero sabía que no podía enfrentarlo solo. Hyunjin se acercó con delicadeza, sentándose junto a la cama.

—¿Qué está pasando? —preguntó Hyunjin, suavemente, pero con una urgencia contenida.

Felix no podía evitar sentirse vulnerable, pero entendía que no podía ocultar más lo que había estado sintiendo. Con voz temblorosa, susurró:

—Hyunjin, creo que... estoy en cinta.

Las palabras quedaron flotando en el aire, y el mundo pareció detenerse por un momento. La sorpresa invadió a Hyunjin, quien no pudo evitar mirar a Felix con los ojos abiertos de par en par. ¿Felix… embarazado?

Sin embargo, después de un largo silencio, Hyunjin se inclinó hacia él y tomó su mano con suavidad. A pesar de la confusión, una parte de él sabía que esto solo los acercaría más, que estarían juntos en esto, sin importar las circunstancias.

—Vamos a salir de esto juntos —dijo Hyunjin, con la voz firme y llena de cariño.

Después de la conversación con Hyunjin, Felix aún no podía asimilar todo lo que estaba sucediendo. A pesar de la tranquilidad que Hyunjin había intentado transmitirle, un torbellino de emociones seguía girando en su interior. Necesitaba hablar con su madre, Jennie, para entender mejor lo que estaba viviendo.

Con algo de nerviosismo, Felix decidió bajar a la cocina, donde sabía que su madre se encontraba. Jennie estaba preparando algo de comer cuando escuchó los pasos de su hijo acercándose. Hyunjin lo acompañaba, queriendo estar presente para apoyarlo.

—¿Felix? —preguntó Jennie con una sonrisa, aunque notó la expresión seria de su hijo—. ¿Te sientes mejor?

Felix dudó por un momento, pero la preocupación en los ojos de su madre lo hizo hablar.

—Mamá... —comenzó, su voz temblorosa—. Creo que... creo que estoy en cinta.

Jennie se quedó quieta por un segundo, sorprendida por las palabras de Felix. Sabía que los omegas podían quedar en cinta en cualquier momento, pero escuchar esas palabras de su hijo aún la impactó. De inmediato, dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él, tomándole las manos con suavidad.

Jennie lo miró con una sonrisa pícara y dijo:

—Eso te pasa por andar de enojón con tu alfa.

Al escuchar la frase, Hyunjin no pudo evitar soltar una risa junto a Jennie. Su risa hizo eco en la habitación, y Felix, aunque al principio parecía un poco avergonzado, terminó riendo con ellos, dejándose contagiar por la calidez y el humor del momento.

—Pero hablando en serio, cariño —continuó Jennie, tomando las manos de su hijo y mirándolo con ternura—. Pase lo que pase, siempre estaremos aquí para apoyarte. No estás solo en esto, Felix.

Hyunjin le dio un apretón en el hombro, transmitiéndole todo el amor y la tranquilidad que podía ofrecerle. Felix sonrió, sintiendo cómo el miedo y la incertidumbre disminuían un poco al estar rodeado de quienes lo amaban.

—Gracias, mamá... —susurró Felix, con los ojos llenos de gratitud.

Hyunjin y Jennie compartieron una mirada cómplice, sintiendo que ese instante había fortalecido aún más el vínculo entre todos. Sabían que el camino no sería fácil, pero estaban listos para enfrentarlo juntos.

POR CULPA DEL ENOJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora