Capítulo 7

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Capítulo 7: La Llama del Deseo

Me encontraba en mi habitación, el silencio era abrumador

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Me encontraba en mi habitación, el silencio era abrumador. La luz tenue apenas iluminaba los rincones oscuros de la estancia, y el eco de las risas de los jóvenes en el patio parecía lejano. En mi interior, un torbellino de emociones me mantenía atrapado en un ciclo de recuerdos que no podía evitar.

El domingo pasado había sido un día que cambiaría todo. Kat había entrado en mi vida como un rayo de luz, iluminando cada rincón sombrío que había habitado en mi corazón. Recordaba perfectamente el momento en que ella se acercó a mí, sus delicadas manos secando mi espalda. Esa caricia, tan inocente en apariencia, se había transformado rápidamente en algo más profundo, más intenso. La forma en que sus dedos exploraron mi piel me hizo sentir vivo, deseado. Nunca había experimentado algo así antes.

Me desvestí y me senté sobre la cama. Cerré los ojos y dejé que mi mente vagara hacia esos momentos. Podía recordar el roce de sus labios en mi cuello, suaves y cálidos, como si cada beso encendiera una chispa en mi interior. La respiración agitada de Kat cerca de mi oído, el sonido entrecortado que me hacía sentir como si estuviera al borde de un abismo. Deseaba haber continuado aquel momento, haberla tomado por completo, alma y cuerpo. Pero la interrupción había llegado demasiado pronto, sacándome de aquel trance que me envolvía.

Detestaba haber sido interrumpido. La frustración crecía en mi pecho al pensar en lo que podría haber sido. Kat era todo lo que deseaba y más; su cabello dorado brillaba con la luz tenue de la habitación, sus ojos café reflejaban una mezcla de inocencia y seducción que me volvían loco. Su mirada coqueta, esa sonrisa inocente que parecía prometer secretos ocultos, me mantenía atrapado en una red de anhelos.

Tan solo pensar en ella me hacía estremecer, luego de unos minutos comencé a mover mi mano que envolvía mi longitud cada vez más rápido; aumente la velocidad hasta que sentí una electricidad recorrer mi cuerpo. Termine tan solo recordándola.

Me levanté de la cama  con mi mano manchada y primero me lavé las manos antes de dirigirme a una caja que guardaba en un rincón. Con manos temblorosas, busqué un objeto que sabía que podría ayudarme a liberar esa tensión acumulada. Me arrodillé frente a la cama y, con un profundo suspiro, lo estiré sobre la cama. Era un acto simple, pero en ese momento se sentía como si estuviera tomando una decisión monumental.

—Entonces sucederá que, si el impío merece ser azotado, el juez lo hará recostarse y será azotado delante de su cara, según la medida de su maldad, por número. —dije antes de dar el primer golpe.

Con determinación, comencé a marcar mi piel con la punta, cada golpe resonando en la habitación como un eco de mi lucha interna. "Uno... dos... tres..." repetía en voz baja, cada número era un recordatorio de mi debilidad. Cada golpe era un intento de purgar el deseo que Kat había despertado en mí. Podía sentir la sangre comenzar a caer por mi espalda.

Pero a medida que continuaba, la culpa comenzaba a invadirme. ¿Qué estaba haciendo? Se suponía que debía ser un padre, un sacerdote, un guía para los jóvenes a mi alrededor. No podía permitir que mis pensamientos se desbordaran hacia Kat, no podía dejar que esos sentimientos me consumieran. Sin embargo, era imposible ignorar la forma en que ella me miraba, la manera en que su voz dulce y delicada resonaba en mi mente como una melodía hipnótica.

Mi cabeza se inclinó hacia adelante mientras luchaba por contener las lágrimas. Era una batalla constante entre el deseo y la moralidad. Kat era mi perdición, y cada vez que la veía, ese fuego ardía más intensamente dentro de mí. Quería hacerla mía, no solo por un momento fugaz, sino por siempre.

Pero luego venían los pensamientos oscuros: "Un padre no debería hacer esto". La autocrítica me golpeaba con fuerza; cada palabra era un recordatorio de las reglas no escritas que debía seguir. Sin embargo, cada vez que veía a Kat, era como si esas reglas se desvanecieran ante el magnetismo que compartíamos.

— Dios mío —pensé mientras cerraba los ojos con fuerza—. ¿Por qué tiene que ser tan difícil?.

Era un laberinto del cual no podía escapar. La imagen de Kat seguía apareciendo en mi mente: su cabello dorado ondeando con el viento, sus ojos brillantes llenos de vida y promesas. La forma en que se movía, casi como si estuviera diseñada para atraerme hacia ella.

Con cada golpe de la punta sobre mi espalda, me sentía más dividido. Por un lado, quería alejarme de esos pensamientos prohibidos; por otro lado, deseaba abrazar cada parte de Kat, explorarla y descubrir qué había más allá de esa conexión inicial. Era una lucha interna desgarradora.

Finalmente, dejé caer el látigo y llevé las manos a mi cara. La culpa me envolvía como una manta pesada y sofocante. Sabía que debía resistir; debía encontrar la manera de mantener la distancia. Pero cada vez que pensaba en ella, cada vez que recordaba el roce de sus manos o el brillo travieso en sus ojos, me preguntaba si realmente podía hacerlo.

El silencio llenó la habitación mientras me permitía sentir el peso de mis emociones. Sabía que debía ser fuerte, pero Kat tenía una forma especial de romper mis defensas y dejarme vulnerable ante mis deseos más profundos.

Decidí levantarme y mirar por la ventana. La noche estaba oscura y estrellada, pero mi mente estaba llena de imágenes de Kat. Me pregunté si ella también pensaba en mí, si sentía esa misma atracción innegable. ¿Podría ser posible que ella también luchara contra sus propios demonios?

Mientras contemplaba el cielo nocturno, sentí una mezcla de esperanza y desesperación. Quería creer que había algo más entre nosotros; algo que valiera la pena explorar a pesar del riesgo. Pero también sabía que debía tener cuidado. La línea entre el deseo y el pecado era delgada y peligrosa.

Con un último suspiro profundo, volví a cerrar los ojos y traté de calmarme. Tenía que encontrar una manera de manejar estos sentimientos sin dejarme llevar por ellos. Pero mientras pensaba en Kat, comprendí que sería una tarea difícil... quizás incluso imposible.

La noche avanzaba y sabía que tendría que enfrentar a Kat nuevamente pronto. Y aunque sabía que debía resistir la tentación, una parte de mí anhelaba lo contrario: deseaba perderme en ella y dejarme llevar por esa conexión prohibida.

 Y aunque sabía que debía resistir la tentación, una parte de mí anhelaba lo contrario: deseaba perderme en ella y dejarme llevar por esa conexión prohibida

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1088 palabras

espero les haya gustado el cap😊

Besitos💋

La Tentación del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora