Capítulo 5

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| La Delgada Línea entre el Deseo y el Pecado

La tenue luz amarillenta del pequeño cuarto creaba sombras danzantes en las paredes, haciendo que el ambiente se sintiera aún más íntimo

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La tenue luz amarillenta del pequeño cuarto creaba sombras danzantes en las paredes, haciendo que el ambiente se sintiera aún más íntimo. Era un lugar que, a pesar de su simplicidad, se había convertido en un refugio para Kat y Charlie, un espacio donde podían compartir sus secretos más oscuros, separados solo por una delgada pared de madera y un alambrado que parecía más simbólico que físico.

Kat estaba sentada en el borde del pequeño banco de madera, su mirada fija en el suelo mientras jugaba con sus dedos. Charlie, por su parte, estaba apoyado contra la pared, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Había algo en la forma en que ella se movía, en su energía casi palpable, que lo atraía irremediablemente. La conocía apenas, pero había algo en su actitud segura y coqueta que lo mantenía al borde de la curiosidad y el deseo.

—¿Quieres contarme sobre tus pecados? —preguntó Charlie, intentando sonar despreocupado, aunque su voz traicionó un ligero temblor de anticipación.

Kat levantó la mirada y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Era una sonrisa que hablaba de complicidad, de secretos compartidos. Se acomodó un poco más en el pequeño banco, como si estuviera preparándose para un viaje al pasado.

—Una vez, hace tres años, conocí a un chico —comenzó, su voz suave y melódica. Charlie sintió que el aire se volvía más denso a medida que ella hablaba. La forma en que sus labios se movían al pronunciar cada palabra lo hipnotizaba—. Era unos años mayor que yo. Al principio, me trató bien. Era encantador.

Charlie se quedó en silencio, escuchando atentamente. No podía evitar imaginar cómo habría sido ese chico, cómo había logrado atraer a Kat. La idea de ella con alguien más lo hacía sentir una punzada de celos, pero al mismo tiempo lo fascinaba.

—Me sedujo —continuó Kat, su mirada ahora perdida en recuerdos—. Yo era tan inexperta... No sabía nada de lo que realmente quería. Pero él me hacía sentir especial, como si fuera la única en el mundo. Cuando me robó esos primeros besos, sentí mariposas en el estómago.

La forma en que Kat hablaba sobre esos momentos la hacía parecer vulnerable y fuerte al mismo tiempo. Charlie podía ver cómo sus ojos brillaban con una mezcla de nostalgia y emoción. Se preguntaba qué había sentido realmente en ese entonces y cómo había cambiado desde entonces.

—Al principio me negué a hacer ciertas cosas —dijo Kat, su tono ahora más serio—. No sabía si estaba lista para eso. Pero él no se rindió. Seguía insistiendo, y yo... bueno, al final acepté.

Charlie sintió un escalofrío recorrer su espalda al escucharla hablar así. La imagen de Kat cediendo ante las insinuaciones de otro chico lo hizo sentir incómodo, pero al mismo tiempo increíblemente atraído por su valentía. Ella era audaz y segura de sí misma; esas cualidades lo intrigaban.

La Tentación del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora