Capítulo 6: La Competencia Inesperada

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El campamento avanzaba rápidamente, y con cada día, Dani y Gabriel se sentían más cómodos en la cercanía que compartían. Aunque aún no habían hablado formalmente sobre lo que sucedía entre ellos, los dos sabían que algo había cambiado. Había una especie de pacto silencioso en cada sonrisa compartida, en cada apoyo que se brindaban al patinar. Nadie más parecía notarlo, o al menos eso pensaban.

Pero todo se volvió un poco más complicado cuando apareció Julia.

Julia era una de las chicas más populares del campamento, una patinadora excelente, extrovertida y segura de sí misma. Desde el primer día que llegó, había captado la atención de varios chicos, incluido Gabriel, que era de los más atractivos del grupo. Julia, acostumbrada a destacar y a ser el centro de atención, se interesó rápidamente en él.

Una tarde, mientras todos practicaban en la pista, Julia se acercó a Gabriel con una sonrisa que dejaba poco a la imaginación.

-Gabriel, ¿te importaría ayudarme con unos trucos? -preguntó, mirándolo de arriba a abajo mientras jugaba con un mechón de su cabello rubio.

Gabriel, siempre amable, asintió.

-Claro, ¿en qué necesitas ayuda? -respondió, mirando a Julia con su expresión habitual de calma.

Dani, que estaba a unos metros de distancia, observó la escena en silencio. Aunque intentó concentrarse en su propia práctica, no pudo evitar sentirse molesto. Sabía que Julia no estaba realmente interesada en recibir ayuda; lo que quería era acercarse a Gabriel de otra forma.

Julia, aparentemente, se tomaba muy en serio sus intenciones. Se reía de cada cosa que Gabriel decía, y cuando él le mostraba cómo girar en el aire, aprovechaba cualquier excusa para rozar su brazo o mirarlo directamente a los ojos. Gabriel, aunque algo incómodo, no parecía percatarse del todo de lo que ocurría.

Dani decidió que debía concentrarse, así que se alejó un poco de la pista principal para practicar unos trucos en solitario. Sin embargo, apenas comenzó a girar, escuchó la risa de Julia, que se hacía más fuerte y coqueta con cada segundo.

"¿Es en serio?", pensó, intentando calmarse.

Pasaron los minutos, y Julia parecía cada vez más empeñada en monopolizar la atención de Gabriel. La escena se repetía durante los días siguientes: en cada práctica, Julia encontraba una excusa para acercarse a él, buscando constantemente su mirada, halagando sus habilidades y tratando de impresionarlo con los trucos más atrevidos.

Para Gabriel, la situación era incómoda, pero no encontraba la forma de apartarse sin parecer grosero. Julia era parte del grupo, y él siempre intentaba ser amable con todos. Sin embargo, cada vez que Dani lo miraba desde lejos, notaba una tensión en su mandíbula y en la forma en que intentaba esquivar los coqueteos de Julia. Dani, por su parte, sentía una incomodidad constante al ver cómo Julia buscaba la atención de Gabriel.

Una tarde, después de la práctica, Gabriel y Dani regresaban juntos a la habitación. Durante el camino, Gabriel se notaba pensativo, y finalmente se volvió hacia Dani.

-Oye, ¿te has dado cuenta de que Julia...? -comenzó Gabriel, con una expresión un tanto exasperada.

Dani soltó una risa sarcástica y levantó una ceja.

-¿Intentando seducirte? Sí, me he dado cuenta -respondió, cruzando los brazos-. Y, al parecer, ella también.

Gabriel suspiró, pasándose una mano por el cabello con un gesto cansado.

-No sé cómo quitármela de encima sin ser grosero. No quiero hacerla sentir mal, pero... no me interesa, ya sabes -dijo, mirándolo directamente a los ojos.

Dani se sintió aliviado al escuchar esas palabras, pero decidió mantener un tono despreocupado.

-Entonces dile que no estás interesado -sugirió, tratando de sonar indiferente-. No tienes por qué soportar algo que no quieres.

Gabriel asintió, aunque no parecía convencido.

-Tienes razón. Es solo que... no quiero ser cruel.

Dani se encogió de hombros, sin saber muy bien cómo reaccionar. Sabía que Gabriel intentaba ser respetuoso, pero también sentía una punzada de celos cada vez que pensaba en la manera en que Julia lo miraba.

Al día siguiente, durante otra práctica, Julia volvió a acercarse a Gabriel. Esta vez, incluso le tomó la mano mientras intentaba enseñarle un giro, y Dani, que observaba desde el borde de la pista, no pudo soportarlo más. Decidió que lo mejor era alejarse y darles espacio, aunque eso significara dejar su entrenamiento a medias.

Se dirigió hacia una de las zonas menos transitadas del campamento, donde se sentó en un banco a quitarse los patines. Sentía una mezcla de frustración y tristeza, y no podía evitar preguntarse si quizás Gabriel podría llegar a sentir algo por Julia.

Sin embargo, unos minutos después, escuchó pasos a su lado.

-¿Dani? -la voz de Gabriel lo sacó de sus pensamientos.

Dani levantó la vista y se encontró con Gabriel, quien lo miraba preocupado.

-¿Por qué te fuiste? -preguntó Gabriel, sentándose a su lado en el banco.

Dani dudó un instante, pero luego soltó un suspiro.

-No es nada. Solo pensé que querías pasar tiempo con Julia -respondió, tratando de sonar casual.

Gabriel frunció el ceño.

-¿Julia? ¿En serio crees que me interesa? -preguntó, con una mezcla de incredulidad y frustración en su voz.

Dani lo miró en silencio, sin saber qué responder. Finalmente, Gabriel se acercó un poco más, mirándolo con una intensidad que lo dejó sin aliento.

-Dani, tú eres el único con quien quiero pasar el tiempo aquí -dijo, sus palabras llenas de sinceridad.

Dani sintió cómo el corazón le daba un vuelco, y no pudo evitar sonreír.

-Lo sé, pero... a veces es difícil, ya sabes. Ella es tan insistente, y yo... no quiero que te sientas presionado a alejarte de alguien si te gusta -confesó, bajando la mirada.

Gabriel extendió su mano y la colocó sobre la de Dani, quien sintió un calor agradable recorrer su cuerpo.

-Dani, no quiero que pienses eso. Julia... ella no me interesa, no de esa forma. Tú eres el único que me importa aquí, y lo sabes -dijo, su voz suave y firme.

Dani levantó la mirada y se encontró con los ojos sinceros de Gabriel, y en ese momento, comprendió que no tenía por qué preocuparse.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose, y Dani sintió una paz que no había experimentado en días. Gabriel le sonrió y, con un gesto cariñoso, le apretó la mano antes de levantarse.

-Vamos, volvamos a la pista -dijo, con una sonrisa que tranquilizó a Dani.

Al llegar de nuevo a la pista, Dani se sintió diferente, como si una carga hubiera desaparecido de sus hombros. Julia, al verlos juntos, no volvió a acercarse durante el resto del día a Gabriel con la misma intensidad.

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