𝑵𝒊𝒏𝒆

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Al terminar la deliciosa cena, los chicos volvieron a la cabaña, pero se habían olvidado del hecho de que aún la cama de Félix seguía mojada, ya que era imposible que se secara en solo una tarde.

– Bien... ¿Qué hago con esto? –– preguntó Félix mientras se acercaba nuevamente a la litera y volvía a ver aquella cubeta que, aunque había parado de llover, estaba a punto de llenarse de nuevo.

– No sé... ¿Y si van y le dicen a la coordinadora? Aprovechen antes de que cierren todo –– dijo Christopher con un tono natural, ya que todos sabían que a partir de las diez de la noche cerraban las cabañas de los coordinadores, donde no podrían hablar con ellos hasta la mañana siguiente.

Félix miró la cubeta con desánimo. Aunque la lluvia había cesado, la gotera seguía cayendo a un ritmo constante. La cama, empapada, parecía un desastre total.

– No quiero ser una molestia, además no estoy seguro de que puedan hacer algo a estas horas –– dijo, algo incómodo. Sabía que los coordinadores no eran responsables de problemas como ese, pero aún así pensaba que algo podían hacer.

– Yo lo haría –– respondió Hyunjin, el chico de cabello azabache, con su tono habitual de indiferencia. – Peor sería quedarte con la cama mojada. Nadie va a dormir cómodo así, y seguro que no eres el único que tiene un problema similar.

Félix suspiró, reconociendo la verdad en las palabras de su amigo. A fin de cuentas, si nadie decía nada, el problema solo empeoraría. Además, Hyunjin siempre estaba dispuesto a ayudar, como si no hubiera nada que no hiciera por él.

– Está bien, voy. Pero solo porque no puedo dormir en el. –– aceptó, resignado, y comenzó a ponerse la chaqueta.

– Yo me quedo a vigilar la cubeta –– dijo Seungmin, señalando con un gesto la cubeta que casi rebosaba. – Si la coordinadora no puede hacer nada, al menos evitaré que el agua se derrame por toda la cabaña.

– Yo te acompaño pequitas, afuera no hay mucha luz. –– Informo con un suspiro al final y un toque dulce.

Félix asintió y, antes de salir, miró a Hyunjin, que estaba de pie junto a el, con esa mirada suave que siempre le dirigía. Sin querer, Félix se quedó un momento atrapado en su expresión, como si todo a su alrededor se detuviera por un segundo. La forma en que Hyunjin lo miraba... siempre tan atento, tan preocupado por él.

– Vale, entonces... que no se nos inunde la cabaña mientras estoy fuera. –– bromeó Félix, dándole un golpecito en la espalda a Kim antes de salir de la cabaña.

El campamento, que a esas horas ya estaba en silencio, parecía aún más tranquilo con la lluvia a lo lejos y la oscuridad envolviendo el lugar. Félix caminó junto al peli negro mientras el ambiente era silencioso por el sendero hacia las oficinas de los coordinadores, preguntándose si realmente encontraría alguna solución, pero también con la cabeza llena de pensamientos que no podía ordenar. Desde la tormenta de la noche anterior, algo había cambiado entre él y Hyunjin. Dormir juntos en la misma cama, por necesidad más que por gusto, había hecho que las cosas se sintieran diferentes. El cuerpo de Félix aún recordaba la cercanía de Hyunjin, su calor, su aliento cerca. Había algo en el aire que se sentía raro, como si su amistad estuviera cruzando una línea invisible.

Al llegar, vio que la luz en la pequeña cabaña donde descansaban los coordinadores todavía estaba encendida, pero la puerta estaba cerrada. Miró el reloj que estaba alumbrado por un poste de luz en el centro del campamento: faltaba poco para que llegaran las diez. Decidió que no había tiempo que perder y tocó la puerta.

Unos segundos después, la puerta se abrió, revelando a una de las coordinadoras, que lo miró con una sonrisa amable pero cansada.

– ¿Hola? ¿En qué puedo ayudarte? –– preguntó, claramente sorprendida de que alguien viniera a esa hora.

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⏰ Última actualización: 19 hours ago ⏰

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