La noche anterior habia sido larga y extraña. Me sentí tan cansada que, después de cenar y hablar un poco con Haru, me metí en la cama. El silencio era abrumador, y aunque había algo extraño en todo lo que había vivido, el agotamiento me venció y mis pensamientos de soledad y preocupación me invadían. Me quedé dormida casi de inmediato, sin saber si me sentiría mejor al despertar o si todo seguiría igual.
Desperté a las 10:24 de la mañana, como si el mundo estuviera volviendo a su ritmo, poco a poco. Abro los ojos lentamente, aún medio dormida, y siento cómo todo a mi alrededor se ajusta, como si el mundo estuviera empezando de nuevo. El sol entra débilmente por la ventana, tiñendo la habitación con un brillo suave. ¿Otro día más? No lo sé, pero algo en mi interior me dice que este día podría ser diferente.
Me levanto de la cama, y Haru se estira a mi lado, mirándome con esos ojos grandes y brillantes que siempre me hacen sentir más tranquila. ¿Cómo me siento hoy? Todavía rara, como si algo no encajara, pero al mismo tiempo todo me resulta familiar. Como si hubiera estado en este lugar antes, pero con los ojos cerrados. Me estiro y camino despacio hacia el salón. Me siento en el sofá y tomo el móvil que dejé cargando anoche. La pantalla brilla levemente, y el sonido del silencio me llena el aire.
Mis manos tiemblan un poco mientras deslizo el dedo por la lista de contactos. Llego al nombre de Sally, mi mejor amiga, y me detengo un segundo. ¿Qué le voy a decir? ¿Cómo empezar? Después de todo lo que ha pasado, después de que desaparecí en el hospital... ¿cómo le voy a contar que estoy bien? ¿Cómo le explico todo esto?
Con el corazón latiendo rápido, marco su número. El teléfono suena varias veces y el nudo en mi garganta se hace más grande. ¿Y si no contesta? ¿Y si no le gusta lo que le tengo que decir? Pero entonces, la voz de Sally me llega del otro lado del teléfono. Está tan emocionada que me hace sonreír, a pesar de todo.
— ¡Amy! ¡Por fin! ¡Te estaba buscando por todas partes! —la voz de Sally está llena de alivio—. ¡No puedo creer que estés bien! Pensé que algo malo te había pasado! ¿Dónde estás? ¿Cómo estás?
Mis ojos se llenan de lágrimas, pero respiro profundo antes de hablar.
— Estoy en casa. Es... raro, Sally. Desperté en el hospital después de... no sé, dos años. Y ahora estoy aquí, en casa. Todo está vacío, pero... estoy bien. Estoy aquí con Haru.
Sally guarda silencio por un momento, procesando mis palabras. Cuando finalmente habla, su tono es mucho más suave, pero todavía se nota la emoción.
— Eso es increíble. Pensé que... bueno, pensé que habías desaparecido para siempre. Dios, Amy, es un alivio escuchar que estás bien. ¡Te echo tanto de menos! ¿Qué te ha pasado? ¿Cómo... cómo llegaste a estar allí tanto tiempo?
— No lo sé... —respondo, con un nudo en la garganta—. Todo está borroso, pero lo más raro es que... no hay nadie. Nadie en el hospital. Nadie en mi vida. Mis padres... no sé ni dónde están. Ni siquiera sé si están vivos, pero... no me importa mucho. Ellos... no me trataban bien, Sally.
Sally guarda silencio un momento, digiriendo mis palabras. Luego, su voz se suaviza, con un tono de tristeza.
— Amy, lo siento mucho. No sabía... no me lo imaginaba. Pero... ¿qué vas a hacer ahora? ¿Dónde te vas a quedar?
Miro alrededor, viendo el salón vacío de mi apartamento. Aunque todo se siente extraño, un poco fuera de lugar, hay una chispa de determinación que empieza a brillar dentro de mí.
— No lo sé, Sally. Pero creo que lo que necesito ahora es verte. Quiero... quiero que vengas aquí. No quiero estar sola todo el tiempo. Este lugar está tan vacío...