6- Algo Está Cambiando

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Por fin, la luz del sol comenzó a colarse por la rendija de la ventana. Me estiré lentamente en la cama, sintiendo que mi cuerpo estaba cansado, pero mi mente seguía inquieta. Me levanté de un salto y me dirigí al baño. El espejo reflejaba a una Amy que no sabía si estaba lista para lo que me deparaba el día. Las clases continuaban, las mismas personas, las mismas dudas.

El desayuno pasó rápido. Haru y Susu me miraban desde su sitio mientras les preparaba su comida. Las miradas de esos dos siempre me hacían sentir mejor, como si no importara lo que pasara fuera, siempre tendría su compañía. Después de desayunar, tomé mi mochila y me dirigí nuevamente al instituto. El camino fue más o menos igual, aunque esta vez sentí que el aire estaba más pesado, más denso.

Cuando llegué al instituto, noté algo diferente. La gente ya no se comportaba de la misma forma que el primer día. Había un par de chicos caminando y hablando sobre algo que no entendí, pero de alguna manera sentí que hablaban sobre mí. Eso me incomodó, pero traté de no prestarle atención. Entré al aula, buscando un lugar donde sentarme. Me dirigí rápidamente a la misma ventana de antes y me senté, aún sintiendo esa mirada en mi espalda.

El día pasó sin mucho que contar. Las clases fueron largas, y aunque traté de concentrarme en los ejercicios de diseño, mi mente seguía en otro lugar. Cada tanto, sentía esa extraña sensación de que algo importante iba a suceder. Me molestaba un poco, pero no podía hacer nada para quitarme ese nudo en el estómago.

Al final de la clase, cuando ya estaba a punto de salir, Leo se acercó a mí otra vez. Parecía un poco más tranquilo, como si se hubiera acostumbrado a estar allí. No sé por qué, pero me hizo sentir un poco más cómoda.

—¿Cómo vas con los ejercicios? —me preguntó, mirando mi cuaderno.

—Bien... Creo —respondí, sin saber si estaba siendo honesta conmigo misma.

—No te preocupes, todos somos nuevos en esto. A mí también me cuesta, pero con práctica seguro que mejoramos. —Me sonrió, y esa sonrisa me hizo sentir algo cálido en el pecho, como si finalmente estuviera empezando a encajar un poco más.

Nos quedamos unos segundos ahí, mirándonos en silencio. No sé por qué, pero por primera vez me sentí un poco más tranquila. Tal vez Leo no era tan malo, tal vez incluso podría ser una persona en la que confiar. O tal vez no. No podía estar segura de nada.

Al final, cuando sonó el timbre, me levanté y me dirigí hacia la puerta. Leo caminó junto a mí hasta la salida, pero cuando llegamos a la puerta, se detuvo.

—Nos vemos mañana, Amy. —Dijo con una sonrisa.

—Sí, claro... —respondí, algo confundida, y lo observé alejarse.

Salí al pasillo, y aunque me sentía un poco mejor por la conversación, seguía teniendo esa sensación extraña. Algo estaba pasando, pero no sabía qué. Durante todo el trayecto de regreso a casa, me sentí inquieta. Como si el aire estuviera cargado de algo que no lograba entender.

Cuando llegué a casa, Haru y Susu ya estaban esperándome en la puerta, como siempre. Al verlos, todo se sintió un poco más normal, como si por un momento pudiera escapar de esa sensación rara. Jugué un rato con ellos, acariciándolos y sintiendo su alegría contagiosa. Pero al final, al estar sola en mi cuarto, la inquietud regresó. Me tiré en la cama, pero no podía dejar de pensar en Leo, en las miradas que sentí hoy, en esa sensación extraña.

¿Qué estaba pasando?

Pasaron algunas horas, y cuando la noche cayó por completo, mi mente seguía despierta. Me sentía como si todo estuviera a punto de cambiar, aunque no supiera cómo ni por qué. Al igual que la noche anterior, cerré los ojos, pero no pude dejar de pensar en todo lo que había vivido ese día.

Una vez más, esa voz volvió a sonar en mi cabeza: "Amy, despierta".

Pero esta vez, algo dentro de mí sabía que esta vez no era solo un sueño.

Me levanté de la cama rápidamente, mirando alrededor de mi habitación. Todo parecía normal, pero mi corazón latía rápido, como si supiera que algo estaba por pasar. No entendía nada de lo que estaba sintiendo. Miré el reloj, pero aún era temprano. La casa estaba tranquila, mis mascotas dormían a mis pies, pero esa sensación no se iba. Y aun que parecia que ya todo había pasado, como si ya viviese en mi casa tranquila y sola, sigo preocupada por todo lo que ha pasado.

Me quedé ahí, inmóvil, escuchando el silencio. Fue en ese momento que lo supe: algo en mí estaba cambiando.

I'm not stupid but I thought what to doDonde viven las historias. Descúbrelo ahora