IX

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—¿Por qué has regresado?

—Eso no importa, querido—sollozó la mujer aún con lágrimas desparramadas por su rostro, abrazando a su hija—. Ella ahora vuelve a estar con nosotros.

Los tres adultos de la familia se encontraban sentados sobre los escalones de madera en parte trasera de la vieja casa, mirando a la joven de ahora dieciséis años y los chicos de diecinueve entreteniéndose con aquello que la naturaleza les brindaba del campo.

—Me temo...—jugueteó con sus dedos, tragando saliva con fuerza—. Que no será por mucho tiempo.

—Sí, no deberías haber vuelto.

—¡No digas eso!—reprochó la madre.

—¡No tardarán en saber de su regreso! Cualquiera del pueblo hablará y La Reina Malvada no tardará en venir a por ella.

—Sabes que no fue su culpa...

—Sí—asintió con firmeza—. Pero ellos no.

—Padre... Lo último que quiero es causaros inconvenientes. Tiene razón—se levantó, tratando de deshacerse del agarre de la mujer—. Lo mejor será que me vaya de inmediato.

—Antes, jovencita—interviene el mayor—. No has respondido mi pregunta.

Hubo un momento de silencio. Freya volvió su mirada a sus hermanos, sintiendo cómo su corazón se estrujaba lleno de dolor al ver sus sonrisas.

—Lo... Lo he perdido todo—no pudo evitar romperse—. Otra vez.

—Mi niña—solloza.

—Llévate lo que quieras—suspiró el hombre—. Comida, monedas...

—¡Freya, ven a jugar!—llama Benet.

—¿Te enseño a hacer una corona de flores?—pregunta Beatriz entusiasmada.

Florian no soltó palabra. A diferencia de su reacción al ver a su hermana de nuevo, ahora parecía aislado y desconfiado, como si se mantuviera en estado de alerta.

—Niños, yo he de partir—confesó con lágrimas en los ojos.

Las tres miradas incoentes se ensombrecieron.

—¿Por qué?

—¿Nos dejas otra vez? No nos importa que seas todo eso que dicen.

—¡Quedate, por favor!

Sentía un dolor tan profundo, que pensaría que podría morir en cualquier momento.

—Aunque quisiera no puedo—sus ojos expresaron la mayor de las tristezas—. Aunque quisiera...

—Entonces—la menor de los tres se acercó cuidadosamente con algunas flores—. Quédate lo suficiente para aprender a hacer una.

—¡Quiero hablarte de una chica que me gusta!

—¡A mí no me has hablado de ella!—se quejó Beatriz.

—Tú eres una niña—dijo burlándose.

—¡Y tú un burro!

Aprovechando la pequeña disputa, Freya se acercó al mayor de los tres (mayor que Benet por minutos), quien no parecía tener intención de unirse al momento familiar.

—Te debo una disculpa tan grande que jamás podré ofrecer en condiciones—suspiró, viendo la coraza con la que el chico no parecía ceder—. A los tres. Pero sobre todo a tí, porque seguramente hayas tenido que cargar con todo tú solo. Eres fuerte, de pequeño lo eras, pero ahora lo veo con demasiada claridad—suelta una sueve risa—. Florian... Aunque no me perdones me quedo un poco más tranquila, porque estoy segura de que todos quedan en buenas manos. Las tuyas.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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ÉRASE UNA VEZ DOS CORAZONES ROTOS || CAPITÁN GARFIO | KILLIAN JONES X LECTORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora