fascina

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Camila se miró en el espejo del baño con una mueca. Era sábado por la noche, y estaban por salir a cenar con los chicos de tdt. Había probado al menos cuatro outfits distintos y ninguno la convencía. La remera le parecía demasiado ajustada, el vestido demasiado suelto, el jean muy apretado. Nada estaba bien.

—Dale, negra, ¡que nos va a cerrar el restaurante! —gritó Gian desde el living, mientras se ataba las zapatillas.

Ella salió del baño envuelta en un montón de inseguridades, ajustándose una campera que intentaba tapar lo que ella pensaba que eran "defectos".
—¿Estoy bien así? —preguntó, mirándolo con ojos cargados de dudas.

Gian la miró desde el sillón, con una sonrisa que le iluminó la cara.
—Estás hermosa, como siempre.

—No digas pavadas, Gian —respondió ella, sacudiendo la cabeza. Se miró de reojo en el espejo de la entrada y suspiró—. Mirá lo redonda que estoy con este pantalón. Y estas piernas... ¿no te parecen raras?

Gian se levantó y se acercó a ella, apoyando las manos en sus hombros.
—Cami, sos hermosa. Posta. Y no te lo digo para hacerte sentir bien, te lo digo porque lo pienso.

Camila bufó y se alejó hacia la cocina.
—Siempre decís lo mismo, pero no es así. Mirá las chicas que salen en Instagram, Gian. Todas tienen ese cuerpo perfecto, ¿entendés? Y yo… bueno, yo soy yo.

Gian la siguió, rascándose la nuca. Sabía que este tema era sensible para Camila y siempre trataba de elegir las palabras justas.
—Primero, ¿quién te dijo que esas minas de Instagram son perfectas? Todo filtro y pose forzada, Cami. No es la realidad. Y segundo, vos no tenés que compararte con nadie. Sos única, y por eso me volvés loco.

Camila cruzó los brazos y lo miró, como tratando de creerle.
—¿De verdad no te molesta que no sea… ya sabés, súper flaca o con el cuerpo perfecto?

Gian soltó una risa suave, como si lo que acababa de decir fuera lo más absurdo del mundo.
—Cami, me encanta cómo sos. ¿Sabés la suerte que tengo de que estés conmigo? Esa sonrisa tuya, tus ojos cuando te reís, tu forma de hablar con las manos... Todo en vos me fascina.

Ella no pudo evitar sonrojarse, pero seguía sin estar del todo convencida.
—Bueno, pero no sé… Igual siento que podría estar mejor, ¿no? Tipo,  ir más al gimnasio…

Gian negó con la cabeza, apoyando las manos en la mesada y mirándola fijo.
—Cami, si vos querés cambiar algo porque te hace bien, porque te sentís mejor, perfecto, yo te banco. Pero si lo hacés porque pensás que no sos suficiente, ahí sí que no estoy de acuerdo.

Camila se quedó en silencio. Gian tenía una forma de desarmar todas sus inseguridades con simples palabras. Aunque todavía había una vocecita en su cabeza que la hacía dudar, no podía negar que él siempre la miraba como si fuera la mujer más linda del mundo.

—Bueno, basta de charla seria. Ahora vamos, porque me estoy muriendo de hambre y me prometiste un restaurante vegano. —Gian le dio un beso en la frente y agarró las llaves.

Camila sonrió, algo más tranquila. Mientras caminaban hacia la puerta, pensó que, aunque todavía le costaba aceptar su físico, tener a alguien como Gian al lado hacía que el proceso fuera un poco más fácil.

Y en el fondo, supo que, más allá de lo que viera en el espejo, lo que realmente importaba era cómo él la veía: perfecta, tal como era.

situaciónes Giamila Donde viven las historias. Descúbrelo ahora