Era viernes a la noche, y el grupo estaba más que listo para una pijamada de esas que quedan en la memoria. Martina, la anfitriona designada, había pasado todo el día ordenando su departamento de un ambiente en pleno centro. Había puesto unos almohadones en el piso, acomodado frazadas y preparado un rincón especial con snacks: papitas, galletitas, pochoclos y un par de botellas de gaseosa. Eso sí, con una advertencia clara: "Che, no me rompan nada porque si los Mato".
La idea de la pijamada había nacido en el grupo de WhatsApp semanas atrás. Todo empezó como una broma, pero terminó siendo un plan firme. Gian y Camila, que ya llevaban unos meses de novios, estaban entusiasmados porque era la primera vez que pasaban una noche juntos con el grupo. Cata y Nico, que también estaban en pareja, no se quedaban atrás con las ganas. Y guada, siempre animada, prometió llevar cervezas para darle un toque "más interesante" a la noche.
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Cata y Nico fueron los primeros en llegar, como era costumbre. Ella con una sonrisa y una bolsa llena de brownies caseros obviamente veganos, y él con una mochila que llevaba juegos de mesa. “Espero que esta vez no hagamos quilombo como la última vez”, dijo Nico mientras dejaba las cosas en la mesa. Cata lo miró con picardía: “No prometo nada, si perdés en el Uno voy a gritar igual”.
Minutos después llegaron guada, Gian y Camila. Gian, con su típico humor, saludó a Martina: “Che, ¿cobrás entrada por este palacio o somos tus invitados de lujo?”. Martina le tiró un almohadón en broma: “Dale, boludo, ayudame a poner los vasos en la mesa y dejate de joder”. Camila, que venía cargada con una torta que hizo ella también veganl, se acercó a Guada y Cata. “Chicas, ¿se imaginan cómo vamos a terminar después de esa botella de cerveza?”, dijo señalando la mesa, y las tres se largaron a reír.
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Como ya era tradición, la noche arrancó con una guerra de almohadas. Martina intentó poner orden: “¡Paren, que tiran todo al piso y después nadie me ayuda a levantar nada!”. Pero nadie la escuchaba. Nico aprovechó para darle a Gian un almohadonazo por la espalda, y este, sin quedarse atrás, se lo devolvió con fuerza.
Camila y Guada se aliaron contra Cata, que terminó tirada en el piso, riéndose a carcajadas. “¡Traición! ¡Dos contra una no vale!”, gritaba mientras intentaba defenderse. Gian, entre risas, se acercó a Camila, que se había quedado sin almohadón. “¿Te salvo o te dejo sola?”, le preguntó, y ella, mirándolo fijo, respondió: “Si no me salvás, dormís en el sillón”. Todos estallaron en carcajadas, y Gian no tuvo más opción que aliarse con ella.
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Después del caos de las almohadas, el grupo se acomodó en el piso para picar algo y charlar. Cata y Nico se sentaron juntos, él pasándole el brazo por encima mientras ella cortaba los brownies. “Están riquísimos, como siempre, amor”, dijo Nico, dándole un beso en la mejilla. Guada, que estaba enfrente, no perdió oportunidad de hacer un comentario: “Pará un poco, romántico, que me va a dar diabetes de tanta dulzura”.
Gian y Camila, por su parte, estaban en su mundo. Él le alcanzaba pochoclos mientras le hacía chistes tontos, y ella se reía aunque sabía que no eran tan graciosos. “Che, ustedes dos, ¿se pueden separar un rato o van a estar pegados toda la noche?”, les dijo Martina en tono burlón. Gian levantó las cejas: “¿Y vos qué sabés? Capaz queremos estar pegados para siempre”. Camila se puso colorada, y las risas no tardaron en llegar.
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Cuando Martina puso la película de terror que habían elegido, todos se acomodaron como pudieron. Las luces apagadas, el sonido fuerte y el ambiente tenso hicieron que más de uno se agarrara de la mano del otro. Cata se abrazó a Nico apenas apareció el primer susto, y él, haciéndose el valiente, le dijo: “Tranquila, yo te cuido”. Guada, en cambio, estaba más pendiente de la cerveza que de la pantalla: “Al final esta no da tanto miedo, ¿no?”.
Gian y Camila estaban en una esquina, medio tapados con una frazada. En un momento, cuando un grito en la película hizo que ella pegara un salto, Gian le susurró: “¿Te da miedo o estás buscando excusas para abrazarme?”. Camila lo miró con una mezcla de burla y ternura: “Capaz las dos cosas”. Gian, divertido, la acercó un poco más y le dio un beso rápido en la frente.
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Después de la película, el grupo decidió seguir con los juegos de mesa. Entre rondas de Uno y risas, la noche se hizo cada vez más animada. Martina, siempre atenta, sacó un par de frazadas extra para los que ya estaban pensando en dormirse. Cata y Nico terminaron en un rincón, charlando bajito mientras compartían el último brownie. Guada, con su vaso de cerveza, intentaba convencer a Martina de hacer un karaoke: “Dale, vos arrancás y después sigo yo”.
Mientras tanto, Gian y Camila seguían en su mundo. “¿Te estás divirtiendo?”, le preguntó él, mirándola a los ojos. “Sí, más de lo que pensaba”, respondió ella, apoyando la cabeza en su hombro. Gian sonrió y, sin decir nada más, le dio un beso suave que pasó desapercibido para los demás.
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Cuando el sol empezó a entrar por las ventanas, el departamento era un caos: frazadas tiradas por todos lados, paquetes vacíos y vasos desparramados. Martina fue la primera en levantarse y, mientras preparaba unos mates, notó que Gian y Camila estaban todavía acurrucados bajo una frazada. Cata y Nico seguían dormidos, y guada roncaba en el sillón.
“Che, levantensé que hay que limpiar este quilombo”, dijo Martina en voz alta, despertando a los demás. Gian, medio dormido, respondió: “Pará, che, dame cinco minutos más”. Camila, riéndose, le dio un codazo: “Dale, vago, que si no nos echan de acá”.
Entre risas y bostezos, el grupo empezó a ordenar. Y aunque todos estaban cansados, sabían que esa noche iba a ser una de esas que se recuerdan con cariño por mucho tiempo. Ya tenían un anécdota para el lunes
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situaciónes Giamila
HumorINACTIVA son situaciones imaginarias de los chicos de tdt en esta historia giamila es real ( ya quisieramos pero bueno)