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A Juanjo, ese día, cada paso que daba por los pasillos del colegio le pesaba en el alma.

El eco de los reproches en la voz de Martin habían estado resonando en su cabeza durante toda la noche. No había dormido nada dando vueltas y vueltas, tanto en la cama como en su propia cabeza.

El color oscuro que recubría sus ojeras indicaba que no estaba bien, cualquier persona que se acercase a él lo notaría solo con mirarle.

Se dirigía a su cuarto para seguir martirizándose mentalmente después de la primera clase del día. No había rastro de Martin y la mirada de lástima de Dena había estado sobre él durante toda la hora, mientras que Violeta intentaba sacarle conversación (o información) sin ningún éxito.

Se sentía tan vacío que todavía no podía creerse todas las palabras falsas que salieron de su boca el día anterior. Se reproducían en su cabeza como un disco rallado, como una pesadilla que le hacía querer gritar y fruncir el ceño.

Iba tan sumido en sus pensamientos y en el parqué que cubría el suelo que no escuchó el primer silbido a sus espaldas.

El segundo si que no le pasó desapercibido, porque reconoció la irritante voz de su primo al instante.

Ni siquiera pensó en girarse, sino en seguir su camino haciendo caso a todas las señales que le decían que tener esa conversación con su primo no era buena idea. No en ese momento.

Sin embargo se giró con un gesto de cansancio, dispuesto a despacharlo rápidamente.

Juanjo, querido primo...—empezó Alex, acercándose con una sonrisa que no transmitía nada bueno—. No me cuentas nada últimamente... ¡Madre mía, vaya cara llevas!

La carcajada que soltó a continuación hizo a Juanjo estremecerse. Tensó la mandíbula y deseó con todas sus fuerzas que no fuese a por ningún punto débil.

¿Qué quieres? No estoy de humor para tus estupideces —respondió con frialdad.

Alex no se dejó disuadir tan fácilmente. Se recostó contra la pared del pasillo, cruzando los brazos de manera relajada, y soltó un comentario que pilló a Juanjo de sorpresa.

Cris te vio anoche por Carabanchel. Salías de un piso... creo que era el de Dena, ¿no?

El corazón de Juanjo dio un vuelco. Intento mantener la compostura mientras sus ojos examinaban todos los rincones del pasillo y unas gotas de sudor comenzaban a formarse en su nuca.

No podía dejar que Alex lo viera dudar, así que fingió indiferencia.

Sí, ¿qué pasa? —preguntó con voz despreocupada—. A ver si te piensas que el único amigo que puedo tener eres tú...

Nada, nada, es que me resulta curioso que prefieras juntarte con gente de primero —Alex lo miraba con los ojos entrecerrados, evaluándolo como si intentara encontrar algo más allá de las palabras—. Venga ya, tío, ¿te la has tirado o que?

La insinuación le cayó a Juanjo como un puñetazo en el estómago. No tenía tiempo ni ganas para seguirle el juego, solo quería cortar la conversación de raíz.

Estás completamente enfermo, te lo juro. Solo fui a estudiar y a cenar algo, una invitación formal, vaya –Juanjo notaba como sus propias mentiras se acumulaban en su garganta–. Y otra cosa, si tu amigo se dedica a pasearse por el barrio de los Urrutia, deberías preocuparte más por él que por mi, ¿no crees?

Juanjo dejó atrás a su primo, con las palabras en la boca, y siguió su camino hasta meterse en su cuarto.

Se echó en la cama dejando todo lo que llevaba encima esparcido por el suelo, y cogió el cojín más próximo para ahogar un grito de rabia.

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⏰ Última actualización: Jan 05 ⏰

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➼//𝙨𝙩𝙪𝙥𝙞𝙙 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚... - 𝗷𝘂𝗮𝗻𝘁𝗶𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora