Capítulo 21

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Ya habían pasado unas semanas desde aquel beso, ninguno de los dos pronunció una palabra acerca de lo que había pasado. Tampoco hubo distanciamientos ni incomodidades de por medio, quizás algo de tensión las veces que estábamos solos y muy cerca el uno del otro, aunque no había muchas ocasiones para eso, ya que George siempre estaba ahí.

Los últimos días había estado yendo a la orilla del lago negro, bajo aquel árbol que ya sentía como mi lugar, no había visto a Rory ninguno de aquellos días, por lo que la soledad me abrazaba bajo la sombra del sauce. Leía mi nuevo libro de adivinación que mi padre Remus me había regalado, "El oráculo de los sueños", pensaba presentarme al TIMO de adivinación, por lo que ese libro me vendría de lujo para ampliar mi conocimiento en astrología.

Aparté mi mirada de lo que estaba leyendo al escuchar unos ruidos, di una mirada a mi alrededor intentando descifrar de dónde provenía el ruido. Fijé mi mirada en un arbusto, puse el marcapáginas en mi libro y lo cerré dejándolo a un lado, tomé mi varita del bolso y caminé lentamente hasta el seto, el cuál se movía ligeramente.

Con un rápido movimiento aparté las ramas y apunté al culpable de los ruidos con mi varita, el cuál quedó estático, sus amarillos ojos me miraban con pavor.

Era un perro, nada más que eso, bajé mi varita y me agaché a su altura– Perdona, no quería asustarte, chico –acerqué mi mano para que la olfateó y me dejara acariciarlo. Era un gran perro color negro, tenía su pelaje largo y descuidado, no estaba segura de que raza podría ser, aunque se parecía mucho a un pastor alemán.

Volví donde estaba sentada anteriormente y di un par de palmaditas a mi lado, invitando al animal a tumbarse conmigo, este entendió de inmediato y se tumbó en el césped apoyando su cabecita en mi regazo para acariciarle, cosa que hice.

– Debes estar muriéndote de hambre –dije mirándole, rebusque en mi bolso y saqué un sándwich de pavo que me había guardado por si acaso y se lo di de pedacito en pedacito. Empezaba a oscurecer, así que me despedí del perro y volví al castillo.

Al llegar a la sala común los gemelos estaban jugando al snap explosivo, Hermione estaba en un sillón con un libro en las manos mientras farfullaba con el ceño fruncido y Harry y Ron escribían un ensayo, probablemente a regañadientes, como siempre.

– ¿Dónde estabas, Lizzie?

– Después de pociones te has desaparecido –finalizó George

– Por ahí, tomándome un descanso de vosotros, pesados –me reí tirándome al sofá– ¿Y Jordan?

No hizo falta que me respondiera, ya que Lee apareció por el pasillo con una cara de afligido y a punto de echarse a llorar, los Fred y George le saludaron, pero este solo respondió con un vago saludo con tristeza en el. No dio tiempo a preguntas, el moreno subió rápidamente las escaleras hacía su dormitorio.

Intercambié miradas con los pelirrojos y me levanté del sofá para seguirle, ambos chicos hicieron lo mismo. Al llegar toqué la puerta suavemente– ¿Lee? ¿Podemos pasar? –no hubo respuesta verbal, pero la puerta se abrió. El muchacho estaba tumbado en la cama abrazando la almohada con ojos llorosos.

– He visto a Heidi en el pasillo, besándose con Davies.

– ¿Pero no estábais bien? –pregunté.

– Eso pensaba yo, pero claramente no. A saber por cuánto tiempo ha estado engañándome, ahora entiendo esos "entrenamientos extra", me extrañé porque acaba de empezar el curso y el primer partido no es contra Hufflepuff, pero lo deje pasar. ¿Cómo he podido estar tan ciego? – se puso el cojín en la cara lamentándose.

SENTIMIENTOS IMPREVISIBLES ~Fred Weasley~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora